Frigoríficos y avícolas, principales focos de infección en EE.UU.

Escribe Norberto Malaj

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Al menos 20 trabajadores de envasado de carne han muerto a causa del virus en Estados Unidos y 5.000 se han infectado, informa The Guardian (2/5).

“En entrevistas con trabajadores avícolas en Georgia, Arkansas y Mississippi, surgió un patrón similar de presunta negligencia, secreto y mala administración en las instalaciones operadas por algunos de los mayores fabricantes de alimentos en EE.UU. La industria avícola, que ya es el objetivo de una demanda civil que viene persiguiendo sistemáticamente la reducción de salarios en una fuerza laboral que es mayormente inmigrante o personas de color, se encontró beneficiada de una orden ejecutiva emitida por Donald Trump el martes” (ídem). Se trata de la Ley de Producción de Defensa (DPA) que ordenó a las plantas procesadoras de carne que permanezcan abiertas sin importar la pandemia y las miles de infecciones que ha producido.

La etiqueta la producción de carne como “servicio” sirve a los pulpos “para protegerlos de la responsabilidad legal en caso de que más trabajadores contraigan el virus” (ídem). La orden llegó luego de que Tyson, una compañía valuada en u$s 22 mil millones y segundo procesador de carne más grande del mundo, advirtiera que “los cierres recientes de un puñado de plantas debido al virus podrían conducir a un ´suministro limitado de nuestros productos´".

Tyson Foods es el mayor procesador de carne de EE.UU., alcanzó ese lugar abasteciendo al ejército de EE.UU. ininterrumpidamente desde la II Guerra Mundial. En febrero pasado se alzó con activos de la cadena BRF de Brasil, entre ellos frigoríficos de Argentina y Uruguay. La ONG Oxfam tiene entre ojos a Tyson porque impone a sus trabajadores condiciones leoninas como privar el uso del inodoro durante el horario laboral; por ello muchos trabajadores se ven obligados a usar pañales. No es casual que The Guardian titulara la noticia, haciendo referencia a la entrevista de una trabajadora: “´Somos esclavos modernos´, cómo los trabajadores de las plantas cárnicas se convirtieron en el nuevo frente en la guerra del Covid-19”.

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