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El lunes al mediodía, una cuadra de trabajadores de prensa, estatales, de la salud, dirigentes políticos, sindicales, de derechos humanos, cubrieron la calle Bolívar entre Venezuela y México en respaldo a los trabajadores de Télam, contra la amenaza de cierre de la agencia con la que viene agitando desde la campaña electoral Javier Milei.
Horas antes, con los métodos de la dictadura, de un golpe de Estado, el gobierno de Javier Milei esperó a que pasara la medianoche del domingo para vallar las dos sedes de la Agencia Télam en Buenos Aires. La policía actuó con los trabajadores del turno noche adentro, estos avisaron a la Comisión Interna para que ingresaran antes de que bloquearan el edificio.
Más tarde, los directivos de la agencia mandaron un mail al personal informando que los licenciaban durante 7 días, bajaron la página y el servicio. Se les vedó el ingreso a los trabajadores de otros turnos que iban llegando.
Temprano había pasado Pablo Moyano, que le pidió “al que nos gobierna (sic) que tenga un poco de sensibilidad y le devuelva la fuente de trabajo a las 770 familias que hoy han quedado en la calle". Moyano, de la directiva de la CGT, dijo que las medidas que toma el gobierno “son la base de un gran paro nacional que se tiene que dar”. No agregó otras precisiones.
En el abrazo del mediodía también los oradores de la CTA y Hugo Yasky mencionaron la necesidad de un paro nacional, como si no fueran ellos los que tendrían que convocarlo.
Una asamblea de los trabajadores de la agencia, después del acto, votó mantener un acampe en la sede de Bolívar.
Télam es la segunda agencia de noticias en importancia en idioma español, cuenta con unos 700 trabajadores y cubre la totalidad del país. De sus servicios dependen cientos de medios de comunicación grandes y pequeños, que la usan como medio central de información.
El cierre no es solo un atentado contra la estabilidad laboral de 700 familias y contra la libertad de expresión. Los trabajadores de Télam -y de los medios públicos- han logrado defender la vigencia del Estatuto del Periodista, lo que los convierte en un modelo incómodo para las patronales que lo han ido burlando a fuerza de contratos precarios y con la excusa de las nuevas tecnologías.
El cierre es parte de una escalada generalizada de despidos en el Estado. Milei pretende demostrarles a los fondos internacionales y al gran capital local que la agresión a los trabajadores no consistirá solamente en la licuación de sus salarios y jubilaciones: está dispuesto a avanzar con despidos en masa, para sostener a como sea la hipoteca de la deuda pública.
Los despidos estatales siempre tienen como telón de fondo a una tentativa de privatización y Télam no es la excepción. Los intentos de cerrarla se remontar no solo al macrismo y al gobierno de Menem sino a todas las dictaduras.
La camarilla gobernante ha acusado a Télam de haber obrado como “agencia de propaganda de los gobiernos de turno”, responsabilizando por ello, no a la “casta” de directores, sino a sus 700 trabajadores. Pero en materia de manipulación informativa, Milei ha mostrado sus cartas: lo acaba de demostrar en la transmisión de la apertura de sesiones, que ocultó rigurosamente a las expresiones opositoras adentro y afuera del Congreso. Para la difusión de noticias, aspira a armar su propio monopolio informativo con los canales privados “ensobrados” por los Macri y los grupos capitalistas que respaldan su gestión. A ello, se añade la censura ´moderna´, como la que ejerce el ´amigo´ Elon Musk con los posteos hostiles al fascistoide argentino.
La bestia de Adorni se permitió un chiste: “Saluden a Télam que se va”. Pero la agencia fue fundada por una ley y para cerrarla sería preciso que se aprobara otra. Sin embargo, en el DNU de Milei, que está vigente, se deroga la Ley 20.705 de Sociedades del Estado. La cobardía del arco político es responsable de darle cierto amparo legal al atropello del gobierno.
Toda la solidaridad con los trabajadores de Télam, ningún despido. Organicemos la huelga general de los medios de prensa; reapertura de la agencia, bajo gestión de sus trabajadores.