Escribe Leo Perna
El Piquetazo Nacional del 18 de marzo.
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La jornada del lunes 18 de marzo con piquetes a lo largo del país enfrentó en diferentes puntos la represión policial. La protesta de las organizaciones sociales, en un contexto de crecimiento de la pobreza e indigencia récord, llevó el reclamo de alimentos para los comedores tras cuatro meses sin asistencia, contra las bajas discriminatorias en planes sociales y contra los despidos. Los cortes incluyeron los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires como el Puente Pueyrredón con más de 5.000 compañeros, Puente Saavedra, General Paz y Ruta 3, General Paz y Rivadavia. Los cortes fueron más de 500 en todo el país. Entre las organizaciones convocantes estuvieron el Polo Obrero Tendencia, la UTEP, Movimiento Evita, CCC, Fenac, Polo Obrero -oficial-, MAR, MTL Rebelde, Libres del Sur, MST Teresa Vive, MTR Histórico y la CTA.
En el Puente Saavedra un operativo de la Policía de la Ciudad reprimió en provincia, fuera de su jurisdicción. Detuvo a dos militantes del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos) de la UTEP. En Avellaneda, la Policía Federal avanzó con gases y un hidrante sobre la cabecera de la columna que se encontraba en la Av. Mitre, a metros del Puente Pueyrredón, donde fueron afectados los referentes de varias organizaciones sociales e incluso varios periodistas que en el caso del canal IP fueron hospitalizados. Las escenas fueron idénticas a las vividas en Plaza Congreso durante el tratamiento de la Ley Ómnibus y en el acto en defensa del cine Gaumont.
Durante estos hechos y en nombre del ajuste fiscal, la ministra Sandra Pettovello insistía en que los comedores estaban siendo asistidos y redoblaba su planteo de terminar con la “intermediación” y los “gerentes de la pobreza”. La realidad es que en toda la gestión de Javier Milei no llegó un solo paquete de alimento a los más de 45.000 puntos inscriptos en el ReNaCom (Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios), que es una parcialidad. Pettovello tampoco cumplió su promesa de asistir con una tarjeta a aquellos que se presentaran individualmente a su oficina.
Mientras el gobierno libertario golpea impiadosamente a los desocupados, la canasta básica (línea de pobreza) se disparó a $690.000 para un hogar de 4 integrantes y la canasta de indigencia para una familia es de $322.000 (Indec). Estos índices se dan mientras nuevos despedidos -tanto en el sector privado como en el público- pasan a ser desocupados plenos.
Las lluvias de las últimas semanas anegaron los barrios del conurbano y miles de familias perdieron todo bajo el agua. Varios intendentes explicaron que, debido a que las cooperativas del programa Potenciar Trabajo ya no realizaban los trabajos de limpieza en calles y sumideros, la situación había empeorado. Todo un testimonio de nivel de precarización laboral en municipios y gobernaciones. El parate de la obra pública y las urbanizaciones truchas de villas y asentamientos -que no incluyen un sistema de cloacas y desagües- agravaron toda la situación y detonaron la actual epidemia de Dengue.
La represión fracasó en desactivar los cortes. La suspensión de la entrega de alimentos, más las bajas y congelamientos de los programas, empujan a continuar la lucha con nuevas acciones. El desafío a la represión y la cantidad de cortes realizados el lunes muestra que los compañeros tienen la voluntad de bancar la lucha a pesar del amedrentamiento.
Bajo este cuadro de hambre y despidos en masa, la presencia del arco sindical en los cortes de la CGT fue nula y en el caso de la CTA, exigua.
Es necesario fundir la lucha de los trabajadores ocupados y desocupados bajo un programa de defensa del salario y de la asistencia a los desocupados -equivalentes al costo de la canasta familiar-, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y el sostenimiento por el Estado de los comedores populares.