El derrumbe del puente en Baltimore evidencia la crisis de infraestructura de Estados Unidos

Escribe Luciana Diaz

Tiempo de lectura: 4 minutos

El derrumbe del puente Francis Scott Key, en Baltimore, en la madrugada del martes pasado, puso en evidencia la crisis de obsolescencia de la infraestructura de los Estados Unidos de América.

El buque carguero Dalí lo tiró abajo al llevarse puesto uno de sus pilares, luego de perder el control debido a una falla eléctrica. No sólo las defensas del pilar fueron insuficientes para prevenir su destrucción, sino que el puente tampoco pudo resistir la caída en cadena de toda su estructura. Hay numerosos muertos y desaparecidos. La tragedia no fue mayor porque la tripulación del barco emitió una alerta desesperada y se cortó abruptamente el tráfico hacia el puente, pero muchos vehículos quedaron atrapados y se hundieron en el agua.

Construido en 1977, el Francis Scott Key no estaba pensado para barcos del porte y la inercia de los cargueros modernos ni el caudal del transporte marítimo para el comercio mundial era tan intenso como ahora.

Hubo advertencias sobre la fragilidad de esta construcción considerada clave no sólo para la ciudad de Baltimore sino para todo el tránsito comercial de la región nordeste de Estados Unidos. En 2011 este puente había sido considerado estructuralmente deficiente por el Departamento de Transporte de Maryland, como tantos de los miles de puentes decrépitos que existen actualmente en EE.UU. según la American Society of Civil Engineers (ASCE). EEUU obtuvo en 2021 una "C-" por el estado nacional de los puentes, dice un informe de la ASCE.

No es solo Baltimore

Por esto, el accidente en Baltimore es solo una muestra del deterioro en que se encuentra la infraestructura en todo Estados Unidos, y de su falta de modernización, si se la compara con las inversiones que se realizaron en los últimos años en países de la Unión Europea y en China. Por ejemplo, un estudio del conservador American Enterprise Institute recogía que, según datos recopilados entre 2004 y 2012, un viajero de tren estadounidense tiene 58 veces más posibilidades de salir herido que un viajero de tren francés.

La ASCE asegura que un 42% de los más de 600.000 puentes que hay en EE.UU. tienen, por lo menos, medio siglo de antigüedad y 46.154 -el 7.5% del total- se consideran estructuralmente deficientes o en mal estado.

La red de carreteras, puentes o puertos data principalmente de la administración de Franklin D. Roosevelt, entre 1933 y 1945. Muchas de estas obras siguen operativas en la actualidad, incluso más allá de la vida útil que habían estimado los ingenieros que las construyeron.

En cuanto a la red de autopistas interestatales, ésta data de la década del 50, durante la presidencia de Eisenhower. "La infraestructura (de EE.UU.) es la décimotercera del mundo. Encontrarán mejores carreteras, puentes, aeropuertos y banda ancha en los Emiratos Árabes Unidos que en los Estados Unidos de América", declaró Chuk Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado en 2021.

Este problema ocupó un lugar relevante en la última campaña presidencial. A instancias de Biden se aprobó a finales de 2021 la Ley Bipartita de Inversión en Infraestructura y Empleos, que destina 1,2 billones de dólares a la renovación de 45.000 puentes, la reconstrucción de vías de tren, la modernización de puertos y aeropuertos, la instalación de internet de alta velocidad en las regiones rurales y la expansión del suministro de agua potable. Sin embargo, el proyecto de ley original contemplaba gastar el doble, 2,3 billones de dólares, una suma más aproximada a la requerida por los informes que se realizaron entre 2018 y 2019. Al ritmo al que se mantienen y reparan, el país acabaría de aplicar los arreglos necesarios recién en 2071, dándole una ventana de tiempo enorme a nuevas tragedias.

Consecuencias

La falta de inversión responde a la lógica capitalista de reducir costos, incluso a costa de la vida humana.

El colapso del puente Francis Scott Key, ha desencadenado una crisis en el puerto de Baltimore, con consecuencias de alcance nacional. Baltimore figura entre los puertos más importantes la costa atlántica, con un tráfico de mercancías valuado en 80.000 millones de dólares en 2023. Es, además, la principal vía para el transporte de la industria automotriz del país.

El puente es también una arteria importante para el tráfico rodado, ya que une la carretera interestatal 695 a través de un tramo del río de 2,5 kilómetros de longitud y es el único camino permitido para el transporte de materiales peligrosos en la bahía. Por lo tanto, el costo de transporte originado por el accidente es multimillonario.

La reconstrucción del puente podría tener además un costo hasta 10 veces mayor que el de su edificación original, debido a que la urgencia de restablecer el flujo del tráfico interurbano impulsa la necesidad de una construcción acelerada. Esta premura supone un aumento significativo en el costo de construcción.

Esto se reproduce en todo el país. Como estiman otros informes de 2018 y 2019, la congestión del tráfico cuesta a Estados Unidos 87.000 millones de dólares anuales; los retrasos en los vuelos, 33.000 millones y así podríamos seguir enumerando un sinfín de áreas con déficit en inversión. Es un síntoma agudo del retroceso del imperialismo norteamericano y su crisis mortal.

En su etapa de decadencia el capitalismo cae en contradicciones insalvables como multiplicar sus costos por diez por cada dólar que pretende ahorrarse en obra pública. En la Argentina estamos asistiendo a una versión extrema de esta tendencia. Desde el gobierno se jactan de "terminar con el curro de la obra pública", pero la ´patria contratista´ goza todavía de total impunidad.

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