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La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, arribó al país en lo que constituye la cuarta visita de emisarios de primer nivel del imperialismo desde que Javier Milei asumió la presidencia, hace apenas cuatro meses. Antes pasaron el secretario de Estado Anthony Bilnken, la número dos del FMI, Gita Gospinath y el jefe de la CIA, William Burns. Las relaciones bilaterales con el imperialismo cobraron mayor intensidad desde el ascenso libertario a la presidencia, aunque no es tampoco la primera vez que Richardson viene al país: ya lo había hecho antes en dos oportunidades durante el gobierno de Alberto Fernández e incluso en una oportunidad fue recibida por la ex vicepresidenta, Cristina Fernández, en su despacho en el Senado, donde se fotografiaron ambas sonrientes. La llegada de Milei a la presidencia significó el alineamiento de Argentina en el eje Estados Unidos- Israel, sin los ambages que caracterizaron a la ´geopolítica´ de los Fernández e incluso al gobierno Macri. Para sobreactuar esta adhesión, Milei viajó a la medianoche a Tierra del Fuego para encontrarse con Richardson, quien el día anterior había estado en la Casa Rosada. Disfrazado de fajina, pronunció otro de sus estrafalarios discursos, con elogios desmedidos, apuntando incluso una supuesta “afinidad natural” del “pueblo argentino” con los Estados Unidos. Milei se precipitó en anunciar la construcción de una “base naval conjunta” en la ciudad de Ushuaia. Se atribuyó el intempestivo viaje a una suerte de desagravio a Richardson, luego de que el gobernador fueguino Gustavo Mellela, kirchnerista, se negara a recibirla. La premura revela también que la ´nueva era´ tampoco está exenta de contradicciones.
La misión estratégica de Richardson al frente del Comando Sur es combatir la influencia china en la región y asegurar el dominio norteamericano en todos los aspectos estructurales de la relación con el subcontinente. La agenda de Richardson, en esta ocasión, se focalizó en la visita a la Base Naval de Ushuaia para informarse sobre el proyecto para construir un Polo Logístico Antártico, que sería una conexión clave con el continente blanco.Hasta hace poco, ese proyecto era observado de ´reojo´ por los Estados Unidos. “El cambio de gestión nacional tuvo que ver con ese giro” (LPO, 3/4). Actualmente los buques que viajan a la Antártida se abastecen principalmente en la chilena Punta Arenas o en las Islas Malvinas. El desvelo norteamericano por todo lo que ocurre en Tierra del Fuego también está vinculado a la construcción del puerto multipropósito de Río Grande. “Ese rechazo fue explicitado recientemente por Richardson ante un comité de la Cámara de Representantes. La generala dijo que en Río Grande una empresa china "está intentando asegurarse los derechos para construir instalaciones marítimas de uso dual". "Esto podría mejorar dramáticamente la capacidad de acceso de China a la región antártica", advirtió (ídem). El veto se basa, obviamente, en la hipótesis de una guerra de alcance global con China. "En caso de un conflicto en el que EE. UU. bloqueara el canal de Panamá, por ejemplo, el acceso bioceánico sería clave para los chinos”, comentó un especialista meses atrás (DW, 21/6/23). Los buques pesqueros chinos recorren actualmente el Estrecho de Magallanes. Sin embargo, el proyecto chino -en danza desde 2015- ha perdido terreno frente a la empresa Mirgor de Nicolás Caputo, el ´hermano del alma´ de Mauricio Macri y uno de los principales beneficiados por el status tributario especial que mantiene la provincia. El puerto proyectado por Caputo tendría un propósito eminentemente comercial pero también habría tironeos con la Armada. Estados Unidos sostiene una alianza militar estratégica con Reino Unido para el patrullaje del Atlántico Sur, que se mantiene desde la guerra de Malvinas a esta parte. Realizan maniobras conjuntas en forma periódica. Las islas usurpadas por los británicos se han convertido en una base militar y logística de la OTAN de extrema importancia. En época de Macri, se recortó la vigilancia de actividades en las Malvinas y no hubo cambios al respecto durante el gobierno de “Todos”. La construcción del puerto de uso ´dual´ -civil y militar- inquieta a los socios imperialistas por su cercanía con las islas.
En las reuniones que Richardson mantuvo con funcionarios del gobierno argentino, hubo “un agradecimiento especial” de la generala “por los gestos del gobierno libertario de enfriar la alianza estratégica integral con Beijing”, en particular con los mayores controles a la pesca de los pesqueros chinos en el Atlántico Sur, el anuncio de la Casa Rosada de que inspeccionará la base de exploración lunar china de Neuquén y por la compra de 24 cazas de guerra F16 de Estados Unidos que posee Dinamarca en lugar de los JF 17 Thunder que ofrecía China (Clarín, 4/4). A fin de mes, está previsto el atraco de un buque patrullero de la Armada norteamericana en el puerto de Buenos Aires, aunque sin acuerdo del Congreso, por lo que Patricia Bullrich, en nombre del gobierno, emitirá una resolución especial del Ministerio de Seguridad. La visita de Richardson se enmarca, además, en las negociaciones del gobierno con el Fondo, que viene retaceando el desembolso de fondos frescos. Existen discrepancias: el FMI se opone al levantamiento del cepo, que considera prematuro, reclama una devaluación mayor -a razón del 8% mensual- y desconfía tanto de la solidez del superávit fiscal como de la viabilidad política del programa de Milei, más allá de sus supuestos “avances espectaculares”.
Horas más tarde del discurso de Milei en Tierra del Fuego, el inefable vocero presidencial aseguró que la estación china en Neuquén -cuestionada por la administración de Joe Biden- “es meramente científica y de investigación [aunque] se harán las inspecciones técnicas que sean necesarias” (La Nación, 5/4). Una forma de poner algo de paños fríos al asunto.
China ha pasado a ocupar un sitio privilegiado como “socio comercial” de la burguesía argentina y de todo el continente, en primer lugar Brasil, la mayor potencia económica de la región, que nunca interrumpió el intercambio con Rusia y China, a pesar de la presión norteamericana. Para “el campo” argentino, es un cliente irremplazable. “Los chinos avanzan geopolíticamente en paz y con inversión en el extranjero, no necesitan conflictos” (La Nación, 5/4), elogian desde el kirchnerismo al gigante asiático. Al final del gobierno de los Fernández, con la activación del swap, China se convirtió también en ´socio´ financiero.
Argentina se ha insertado en el escenario de una guerra internacional de alcances inimaginables, mientras incuba el estallido de múltiples contradicciones económicas, políticas y sociales.
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