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Un aporte acerca del debate en torno a cómo se plantea el derecho al aborto. En primer lugar, comparto la siguiente posición “el derecho al aborto no es solamente un derecho a la salud sino una reivindicación de la autonomía humana”. El planteo de la “autonomía de los cuerpos” no tiene el mismo sentido en un Estado burgués, que, ante un Estado obrero. Este punto acerca de la maternidad fue muy debatido en el decreto de legalización del aborto en la URSS.
En 1920 en la Unión Soviética se lleva a cabo el decreto que permite el aborto legal, éste era visto como una medida de “emergencia” y como un problema de salud pública, nunca se planteó como un derecho reproductivo de la mujer.
Nikolai Semashko, el comisario del Pueblo de Salud Pública, subrayó la necesidad de remarcar que el aborto no era un derecho individual y atentaba contra los interesas de la sociedad y el Estado, es decir lo colectivo y la “conveniencia estatal” debían tener prioridad sobre los “derechos individuales”. El decreto establecía que el aborto era un “mal” y que debían propiciarse agitaciones para impedir su práctica entre las trabajadoras. Esta era la posición oficial del gobierno soviético, sin embargo, hubo un debate importante en torno a las causas y la justificación de la legalización del aborto.
El médico Ruso A. Rivkin publicó un folleto de 23 páginas titulado “Una mirada moderna sobre el aborto involuntario”, en el que argumentó que “solo por el hecho de que la mujer es capaz de dar a luz, el Estado no puede exigir que la mujer dé a luz, no la puede convertir en una máquina de hacer bebés”.
La legalidad del aborto tropezó con múltiples problemas, desde la falta de hospitales, incluyendo la falta de profesionales para llevar adelante la práctica, por ello muchas mujeres seguían recurriendo a las babki (parteras) con consecuencias perjudiciales para la salud.
En 1924, el 53 por ciento de los abortos se realizaban fuera de los hospitales, sin embargo, progresivamente se disminuyó al 10 por ciento en 1932 y el aborto fue saliendo de la clandestinidad. Los bolcheviques entendían que el aborto solo desaparecería cuando Rusia dispusiera de una red de instituciones que protegieran la maternidad y socializaran el cuidado y la educación de los niños.
La legislación burguesa sin embargo había luchado y luchaba contra los abortos con las medidas punitivas más severas contra las mujeres. Las políticas libertarias hacia la mujer no se expresaron en la definición acerca de la maternidad, vista como un “deber”, “una alegría”, las concepciones acerca los derechos reproductivos estaban escasamente desarrollados. Fue mucho después que se incorporó al debate la idea de la anticoncepción. La idea del aborto como un derecho de las mujeres cobra importancia tras el ascenso de Stalin, la exaltación de la tradición y la familia y con la prohibición del decreto en 1936. Frente a esta situación Trotsky escribía:
[…] Justamente por eso, el poder revolucionario ha dado a la mujer el derecho al aborto, uno de sus derechos cívicos, políticos y culturales esenciales mientras duren la miseria y la opresión familiar, digan lo que digan los eunucos y las solteronas de uno y otro sexo.[…] (“La revolución traicionada” 1936 VII La familia, la juventud, la cultura. Termidor en el hogar).
La Revolución de Octubre había desencadenado un proceso de libertad para las mujeres. Tras el ascenso de Stalin, las tradiciones previas a Octubre volvían con más fuerzas y de carácter reaccionario y punitivo.
La concepción del derecho al aborto debe ser enmarcada en la situación y contexto político en el que se encuentre. Trotsky sostenía: “El aborto es un derecho cívico, político y cultural esencial mientras duren la miseria y la opresión. ¿Qué sucede con el aborto en el contexto actual de crisis capitalista?
“Mujeres vs Estado”
El estado actual de la situación nos encuentra con un escenario muy diferente a la Rusia del 20 dónde gran parte de la legislación bolchevique apuntó a las libertades de la mujer en torno a la igualdad civil, el divorcio, la protección del trabajo, incluyendo el aborto en camino hacia una emancipación real, proceso que fue truncado ante el ascenso de Stalin.
No podemos ser anacrónicas en los planteos. Hoy, la exigencia del aborto como un derecho de la autonomía humana cobra importancia, así como el derecho a la maternidad. Estamos frente a un Estado burgués, que impone la maternidad forzada y al mismo tiempo, no garantiza el derecho a la maternidad, es bajo esta contradicción que tenemos que pensar nuestro abordaje. Ante un Estado capitalista que empuja, a las mujeres a abortar, así como también las empuja a continuar con una maternidad forzada, por eso la idea de autonomía cobra importancia.
Esto no se reduce a una “cierta libertad”, ya que estamos frente a la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones en relación con su propio cuerpo, entendido como un “bien social”.
La concepción del derecho tiene su especificidad: se lo relaciona a un ámbito específico de la totalidad social y contexto económico, político en el que se encuentra, sin este abordaje no existiría como tal, sería superfluo.
El aborto legal es progresivo y tiene, con relación a los derechos, un carácter emancipatorio. Representa la capacidad de tomar una decisión autónoma sobre la propia vida sexual dentro del contexto social, es decir, esa decisión pasa a ser de la mujer, no del Estado, se le quita la potestad al Estado, un Estado Capitalista, esto no es menor, no es de ninguna manera liberal y mucho menos abstracto, es concreto. Esta concepción no anula, de ninguna manera, los múltiples factores que llevan a una mujer a abortar, uno de ellos por supuesto, ligado a las condiciones materiales. La trasformación de las condiciones materiales es la terea que nos damos las socialistas en nuestra intervención cotidiana, no tenemos “una política de la mujer” que sea desprendida de la lucha de clases, en este sentido el derecho al aborto es parte de la agenda junto con todas las reivindicaciones obreras. Para que todo derecho se convierta en verdaderas realidades hay que luchar por un gobierno de trabajadores.