Filosofía y Letras: corte de calles y movilización en vísperas del paro de docentes universitarios

Escribe Facundo Perales Noya

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El pasado miércoles 22, convocado por las federaciones de docentes universitarios, se realizó una jornada de visibilización de cara al paro del 23.

En la UBA la jornada no se expresó en una acción común. A diferencia de la Universidad de La Plata y la de Rosario, donde hubo marcha de antorchas con buen número de asistentes, las federaciones docentes tomaron la decisión de fragmentar la jornada en distintas actividades menores, la mayoría convocadas por AGD: corte de calle en Filosofía y Letras, “apagón y velazo” en Sociales, asamblea en Exactas, entre otros.

Entre todas estas acciones se debe destacar el corte de Puan y Goyena realizado desde Filosofía y Letras. Fue la única acción concreta que se propuso salir a la calle de todas las que hubo. Además de las agrupaciones de izquierda, los K y la gestión (dato que luego resaltaremos), la participación del estudiantado independiente -aunque no como en jornadas anteriores a la marcha universitaria y con ausencia de consignas propias- sumó un contingente importante para poder llevar a cabo la actividad. Es, sin embargo, necesario destacar algunos rasgos de la misma.

En primer lugar, que fue acordada en la mesa intergremial conformada por el centro de estudiantes y algunas agrupaciones (no Política Obrera), FEDUBA, AGD y trabajadores no docentes. El método debe rechazarse pues supone la exclusión del activismo estudiantil del debate de propuestas para seguir la lucha universitaria, reduciendo el ¿debate? a una mesa chica. Esta manera de proceder, en definitiva, vacía las asambleas de contenido político concreto y cercena cualquier iniciativa propiamente estudiantil que pueda surgir para intervenir en el conflicto, subordinando sus reivindicaciones a las de la docencia.

En segundo lugar, el corte contó con la participación del decano Manetti, pese a haber votado a favor en siete de los ocho artículos (se abstuvo en el primero) en la sesión del Consejo Superior que levantó la emergencia presupuestaria. Esto responde al control que realiza el decanato respecto a la agitación política al interior de la Facultad. Desde el comienzo del cuatrimestre, amparado en la “unidad”, fue maniobrando para subordinar toda expresión de lucha a su dirección. Es una manera, junto a la mesa intergremial, de limitar las acciones que puedan surgir contra su control político.

De estos aspectos se deben extraer las siguientes conclusiones: en el primer caso, se impone recuperar las asambleas como ámbitos deliberativos y soberanos del activismo estudiantil con un marcado carácter práctico. Tal cosa supone que el conjunto de estudiantes se vuelque a un proceso de autoconvocatorias, para lo que las asambleas de carrera (como la de Filosofía, en la que participamos) deben ser un aliciente. En el segundo caso, y ligado al primero, toda acción estudiantil debe independizarse del tutelaje del decano que votó a favor de clausurar la lucha, lo que desde estas páginas catalogamos como un golpe de Estado interno contra la universidad. Debemos esforzarnos en clarificar que sus intereses van por caminos separados a los de los estudiantes y docentes, por lo que la “unidad” con la gestión que pervive en Filosofía y Letras debe ser rechazada y reemplazada por la unidad de los estudiantes bajo un programa y reivindicaciones propias, independiente de cualquier gestión.

Estas conclusiones deben guiar la intervención política de cara a las próximas semanas, en momentos donde desde los rectorados y el Congreso Nacional buscan enterrar definitivamente la lucha universitaria.

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