Y si hubiéramos votado a Massa…

Escribe Jorge Altamira

El Vice de Massa apoya el golpe de estado económico de Milei.

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Es un clásico del kirchnerismo denunciar a la izquierda por no votar a su candidato en los balotajes en que enfrenta a un candidato “neoliberal”. Esta pseudodenuncia ha tenido un efecto en el FIT-U en la última elección, cuando Izquierda Socialista llamó a votar a Massa y el aparato del PO y el PTS hicieron lo mismo, aunque en forma vergonzante, al rechazar el voto en blanco. En nuestro caso, Política Obrera, denunciamos que tanto Milei como Massa desatarían “un golpe de Estado económico” contra los trabajadores. Daniel Scioli, que integraba la Unión por la Patria, se incorporó al gobierno de Milei incluso antes de la asunción formal.

Para quien alegue que es difícil saber lo que hubiera hecho Massa en caso de que hubiera ganado el balotaje —lo que se conoce como “historia contrafáctica”— en este caso tendrá que hacer una excepción. Pues nada menos que Gabriel Rubinstein, el verdadero ministro de Economía de la última etapa del gobierno de los Fernández, le cuenta a La Nación (7/7) cuáles eran los proyectos que tenían en carpeta. Rubinstein fue incorporado al gobierno ‘nacional y popular’ cuando era notoria su filiación anti-kirchnerista, aunque como tantos otros anti-K había sido funcionario de Néstor Kirchner.

“Yo le había propuesto a Massa en julio de 2022, dice Rubinstein, que había que eliminar el déficit fiscal y devaluar para bajar la brecha, cosa que Milei hizo”. Lo que efectivamente hizo el liberticida fue implementar una confiscación en gran escala de las jubilaciones y salarios, al combinar una devaluación del 65% del peso, mientras congelaba los ingresos principales de los trabajadores. El resultado fue una inflación del 25% en diciembre y un 14% en enero, que sirvió para desvalorizar esos ingresos, así como la base monetaria, que son los pesos en circulación y los depósitos y ahorros del público en general. La excusa que esgrime Rubinstein para justificar que “prevaleció una idea más gradualista”, no altera la esencia del asunto. El mismo Milei negó la intención de aplicar la motosierra a las jubilaciones para ganar las elecciones, y hasta se ‘esmeró’ más aún cuando votó a favor de la elevación del piso del impuesto al salario. El gobierno de los Fernández eligió el “gradualismo” para poder llegar a las elecciones y no tener que abandonar la Rosada por anticipado.

Rubinstein se empeña en ser aún más preciso en sus revelaciones. Es así que señala que “Massa me dijo que en 2024 iba a ir a superávit fiscal. Como Milei. Lo hubiera hecho más gradual (...) (pero) es valioso hacerlo inmediatamente”. E insiste: “Ahora (julio de 2024) devaluar es para eliminar la brecha (…) porque hay salida de capitales. Es lo que yo proponía en agosto de 2022”. Con esta afirmación Rubinstein se coloca en el campo de los que, como el FMI, rechaza la política deflacionaria que ha impuesto Caputo, y que seguramente pondrá fin a su gestión o incluso al gobierno de Milei si no pega un viraje a tiempo. La “fuga de capitales” es el instrumento preferido por el capital para mucho más que alinear a los gobiernos. Rubinstein reivindica que se adelantó dos años a las contradicciones de Caputo y de Milei.

El ex vice de Massa no se limita a señalar que Massa tenía en carpeta un golpe de estado económico como el que ha desarrollado Milei. Se atreve a hacer más papismo que el Papa. “Hubo errores… una política monetaria muy expansiva”, le imputa a la gestión liberticida. Denuncia que “en febrero y marzo la base monetaria era de 10 billones y ahora es de 18 billones (...) la expansión fue del 80% con compra de dólares y porque se liberaron más pases (pagos del Banco Central) que los títulos que se colocaron”, una emisión que considera exagerada, “cuando se ve la liquidez (abundancia de dinero) del sistema financiero”. Para mayores señales de identificación entre el massismo y el gobierno liberticida recordemos que Rubinstein y Massa defendieron con toda clase de argumentos la expropiación del Fondo de Garantía de ANSES para aplicar sus recursos al pago de la deuda externa.

Al final del reportaje Rubinstein admite las contradicciones explosivas del golpe de estado económico que el peronismo de Massa y de CFK comparten con el que ejecuta Milei. De un lado, rechaza la posibilidad de una dolarización sin un arsenal de divisas en el Banco Central. Dice que los activos monetarios en pesos, sean depósitos o bonos públicos, equivalen a 60 mil millones de dólares, que contrastan con las reservas negativas del Central. Del otro lado, asegura que un levantamiento del cepo conduciría a “un brote hiperinflacionario”, sin que importe para el caso el superávit fiscal que ha conseguido, mediante fraudes contables y desvalorización de gastos, el gobierno de turno. Conclusión: Argentina está como en julio de 2022, cuando Guzmán renunció en medio de una corrida cambiaria, pero a una escala infinitamente superior.

Si hubiera ganado Massa se habría producido un golpe de estado económico “nacional y popular”, inscripto en decretos con lenguaje inclusivo y abundante demagogia feminista. En situaciones explosivas, como la que atraviesa Argentina desde el Argentinazo, el seguidismo a los partidos patronales desarma políticamente a los trabajadores, y en lugar de prepararlos para la victoria, fomenta un espíritu derrotista. El pretexto de que este seguidismo acerca a la izquierda a las masas es un embuste político de la peor calaña.

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#Altamira Responde "¿Por qué la clase obrera está ausente frente a Milei?" Publicado en el canal de YouTube de Política Obrera, 16/07/2024.

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