Escriben Agustina Martelli y Agustina Vaccaroni
Retomemos la organización contra el ajuste.
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El lunes 8 de julio el Gobierno decretó una ampliación del presupuesto de alrededor del 70 % para la administración pública nacional, que incluye a los organismos de Ciencia y Tecnología (CONICET, INTA, INTI, CNEA, etc.). Esto ha suscitado el alivio de algunos sectores directivos, pero en términos reales se trata de la continuidad del ajuste, ya que el reajuste se realiza sobre presupuestos congelados a niveles de 2023. Desde ese momento a la actualidad, hubo casi un 300 % de inflación interanual.
El caso del CONICET es particularmente grave. Desde la asunción del gobierno ha sufrido 130 despidos de personal administrativo, un fuerte desfinanciamiento de todas sus funciones, una pérdida salarial que se calcula entre el 25 % y el 35 % y un recorte brutal sobre el sector más precarizado de su planta de trabajadores: los investigadores en formación o becarios. A pesar de que el Gobierno insiste en que el CONICET no se cierra, el ingreso a la carrera del investigador científico (investigadores de planta permanente) se encuentra totalmente paralizado, tanto la convocatoria que se encuentra en evaluación como los cargos ya concursados y ganados.
CONICET otorgó únicamente 840 becas doctorales del cupo de 1300 que se habían anunciado originalmente (ajuste de 460 becas o del 35 %) y 470 becas posTdoctorales de 800 (ajuste de 330 becas o del 37,5 %). Además, eliminó las prórrogas para los 300 becarios postdoctorales que se postularon a la carrera del investigador, cuyos contratos finalizarán el 31 de julio, quedando desvinculados del organismo y sin certezas sobre su futuro laboral. El directorio de CONICET por ahora continúa en su postura de adaptación al ajuste y aún no se ha pronunciado acerca de si los nuevos desembolsos del Gobierno se destinarían a otorgar las becas y altas faltantes.
De conjunto, la situación es catastrófica. El Gobierno ha encaminado una política de vaciamiento de líneas de investigación internas, que no podrán ser continuadas sin las becas, las altas y los subsidios necesarios. La incertidumbre de los administrativos, que ahora renuevan sus contratos cada tres meses, y de los becarios, que ven afectada la posibilidad de acceso a planta permanente, sumado al atraso salarial de todos los escalafones es, sin decirlo, una invitación a irse. Asistimos, de este modo, a despidos encubiertos y a una potencial “fuga de cerebros”.
La nueva conducción de ATE CONICET CABA ha convocado a reuniones y asambleas en los distintos lugares de trabajo, para volver a poner en pie el movimiento que a principios de año llenó la explanada del Polo Científico en defensa de CONICET y del sistema científico nacional en su conjunto. En otros puntos del país se han organizado autoconvocatorias frente a la pasividad de la representación gremial. En muchos lugares, a su vez, colectivos de becarios, administrativos y personal de apoyo científico se organizan por sus reclamos. Es necesario un frente de lucha que reúna y coordine a los múltiples sectores que se han organizado. Retomemos ese camino de organización e impulsemos el debate sobre las próximas medidas a tomar, con la perspectiva de la acción directa y la huelga general.