Escribe Jacyn
La hiper SIDE mantiene a oscuras a la población.
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En estos momentos se desarrolla una “consulta popular” entre los kelpers que habitan las Islas Malvinas para decidir si aprueba o no la explotación de petróleo en el área marítima denominada Sea Lion Field, ubicada a 200 kilómetros al norte de Puerto Argentino. El resultado se dará a conocer en la segunda semana de agosto, aunque se descuenta que la iniciativa será aprobada. En las Malvinas viven actualmente 3.500 personas, dedicadas fundamentalmente a la cría de ovejas y a la pesca.
Hace más de una década que la empresa británica Rockhopper explora las aguas en busca de petróleo. Afirma haber encontrado unos 500 millones de barriles para extracción, aunque las reservas alcanzarían los 1.700 barriles. La consulta apunta a autorizar la perforación de unos 23 pozos a la empresa energética israelí Navitas Petroleum. Navitas espera extraer más de 300 millones de barriles en los próximos 30 años. La mayoría de sus accionistas están radicados en Israel y Estados Unidos.
En 2013, Londres convocó a los residentes a un referéndum que, según la versión oficial, aprobaron por unanimidad permanecer bajo control británico. En manos de los ingleses, las Islas Malvinas se han consolidado como una base estratégica de la OTAN en el Atlántico Sur. La explotación de hidrocarburos la convertiría en superavitaria económicamente. El Atlántico Sur es rico en recursos y es la vía de acceso a una ruta marítima estratégica, el Estrecho de Magallanes, única alternativa al Canal de Panamá. Los buques pesqueros chinos recorren sus aguas cotidianamente. También los submarinos rusos patrullan regularmente el área. Londres tiene planes de construir un nuevo puerto en las Malvinas, que podría utilizarse como base avanzada para el ingreso a la Antártida. Su instalación se complementaría con la construcción de una base militar del Comando Sur de Estados Unidos en la Patagonia, prometida por Milei a la jefa de la IV Flota norteamericana, Laura Richardson, en su última visita al país. Milei ha alineado firmemente a su gobierno con los únicos tres países que siempre han votado en la ONU en contra de la apertura de negociaciones de soberanía con Argentina: Reino Unido, Israel y los Estados Unidos.
El gobierno de Milei-Villarruel no ha levantado objeciones a esta injerencia angloisraelí en el Atlántico Sur ni a la realización de un referéndum. Es un claro aval al operativo de usurpación de soberanía por parte del imperialismo inglés y de complicidad con los intereses económicos y geopolíticos del Estado sionista. Tomado en su conjunto, la complicidad de Milei/Villarruel con esta operación imperialista es una manifestación de su adhesión a la OTAN, que apunta a la instalación de bases militares en el marco de la guerra internacional que libra contra Rusia y China, así como de Israel en Palestina y Medio Oriente. Durante la visita de David Cameron, el canciller británico, a las islas en febrero -la primera de un ministro de Asuntos Exteriores británico en 30 años- el ahora ex canciller aseguró la intención de retener la administración británica “para siempre”. Los grandes medios de comunicación de Argentina han estado ocultando este atropello angloisraelí durante ya más de dos meses.
El gobierno de Alberto Fernández había sancionado a Navitas Petroleum con una prohibición de 20 años para realizar actividades en territorio argentino, lo que a la empresa le importó un rábano. Suman una decena las empresas sancionadas por las actividades ilegales vinculadas al sector de hidrocarburos en el archipiélago. Además de Navitas, se encuentran sancionadas Rockhopper (que fue la que descubrió el yacimiento en 2010 y que mantiene el 35 % de las operaciones de Sea Lion), Falkland Oil and Gas, Borders and Southern Petroleum, Argos Resources, Desire Petroleum, Premier Oil, Noble Energy Falklands Limited, Noble Energy Inc y Edison International. Las políticas coloniales de los británicos no se modificarán por el cambio de un gobierno conservador a otro laborista. El portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Laborista británico, David Lammy, respondió un rotundo “no” a la pregunta de si un gobierno liderado por esa fuerza política estaría dispuesta a negociar con el presidente argentino la soberanía de las Malvinas.