Escribe Pablo Busch
Cualquier cosa menos luchar contra el Gobierno.
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Mientras que el documento difundido por el gran capital reunido en el “Grupo de los 6” es una declaración de guerra contra la clase obrera, la respuesta de la CGT fueron gestiones con Guillermo Francos y Santiago Caputo para correr a Sturzenegger de la discusión sobre la reglamentación de la reforma laboral. Si la reglamentación contempla las recomendaciones que la Central acercó al Ejecutivo a través del canal abierto con dos colaboradores directos del Presidente, habrá lugar para la apertura de un diálogo más aceitado. Según Clarín, en la CGT matizan la espera de la reglamentación con cierta expectativa. “No hay clima ni para un paro ni para nada”, se atajan los sectores mayoritarios de la conducción. Lo que no hay en los lugares de trabajo es “clima” para los burócratas de la CGT. Hasta los cirujanos más calificados han decidido suspender cirugías cardiovasculares debido a los sueldos bajos que reciben.
Los dirigentes de la CGT quieren compartir con el gobierno liberticida la reglamentación sobre los bloqueos u ocupaciones de fábrica. Recomiendan que se establezca una mediación previa antes de que los hechos se conviertan en causal de despido. Otro tema es que los sindicatos pretenden acotar a sólo algunos rubros la figura del “trabajador independiente con tres personas a cargo sin que mediare relación de dependencia”. Esto último está relacionado con atenuar la dificultad establecida en la reforma para que un trabajador monotributista pueda probar judicialmente la relación de dependencia.
La reglamentación del Impuesto a las Ganancias y el anuncio del Gobierno de un cepo del 2 % a las paritarias están fuera de agenda. La defensa de la movilidad jubilatoria, siquiera de la limitada que aprobó el Congreso, también. La CGT actúa como ministro sin cartera del gobierno de Milei.
En lugar de impulsar cualquier iniciativa de lucha, la conducción de la CGT prepara para septiembre un viaje al Vaticano. La comitiva le llevaría al papa Francisco un documento con “advertencias” sobre el plan económico de Milei. Los ejes serían el crecimiento de la pobreza y la caída del empleo. El objetivo del viaje al Vaticano es retrasar cualquier tipo de confrontación con la agenda contrarrevolucionaria del Gobierno.
La burocracia sindical, que vive en condiciones de lujo generalizado, tiene las huellas dactilares puestas en el incremento de la pobreza infantil: las paritarias que firman -ahora, cada tres meses- dejan los básicos por debajo de la línea de pobreza; han dejado que, gobierno a gobierno, las jubilaciones y pensiones se sumerjan en la indigencia.