Milei calienta la política antártica

Escribe Hermes Zitarrosa

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El gobierno de Milei, a través de Paola Di Chiaro, funcionaria de la Secretaría de Malvinas, Antártida, Política Oceánica y Atlántico Sur (SEMAS), está avanzando en el traspaso de las tareas administrativas y logística y de las bases antárticas Carlini (conocida como la usina de la ciencia Antártica) y Brown (de un inmenso potencial turístico) al Ministerio de Defensa. Este ya administra 11 bases actualmente, con lo cual, de completarse el traspaso, asumiría el 100 % de las instalaciones antárticas argentinas.

Las bases Carlini y Brown dependían de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) desde 2003. Argentina fue, hasta ahora, sede permanente de la Secretaría Ejecutiva del Tratado Antártico, encargada de aplicar el sistema del Tratado Antártico. El Tratado Antártico congela los reclamos de soberanía hasta 2041, y destina a toda la superficie terrestre de latitudes mayores a los 60°S a la Ciencia, la Paz y la colaboración Internacional. Es así que todas las actividades de los países e incluso de las empresas que allí operan tienen que tener una pata científica; en el caso de Argentina, es una rama de investigación fuertemente valorada internacionalmente. El reclamo de soberanía de Argentina se superpone con el de Chile y con el de Inglaterra y ha pasado por diferentes momentos de tensión en la historia.

Fuentes de la Cancillería han transmitido su preocupación por el hecho de que el pasaje de las bases, refugios y materiales logísticos de la DNA hacia el Ministerio de Defensa pueda interpretarse internacionalmente como un proceso de militarización del continente blanco y tener repercusiones diplomáticas o sanciones. Desde el Ministerio de Defensa han salido a responder que el traspaso se debe a un ahorro de presupuesto, ya que al centralizar el conjunto de la actividad en un sólo Ministerio permite el ahorro de hasta el 80 % del personal de la DNA.

La noticia ha sido recogida por medios chilenos y especialistas en derecho internacional, que plantean que esta medida coloca a la Argentina al borde de romper con el Tratado.

La Antártida es motivo de una intensa disputa ´geopolítica´. Rusos y chinos están instalados en el continente, bajo la cobertura de actividad científica. La OTAN ha constituido una base estratégica y autosustentable en las Islas Malvinas. La actividad austral ha despertado el máximo interés de la IV Flota Norteamericana. El imperialismo vetó la construcción de un puerto de aguas profundas en Tierra del Fuego financiado por capitales chinos. En su reemplazo, Javier Milei le ofreció a la generala Laura Richardson la construcción de una base militar conjunta en esa provincia.

Los cambios introducidos en la administración de las bases argentinas en la Antártida se dan en el marco de una escalada bélica internacional que compromete a cada vez a más países y con el hallazgo de la reserva de petróleo más grande del mundo, precisamente, en el Polo Sur.

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