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Luego de la guerra de 1982, pero especialmente tras la disolución de la URSS y más pronunciadamente aún durante las últimas dos décadas, la cuestión de Malvinas ha dejado de ser un asunto estrictamente de soberanía argentina para pasar a transformarse en una cuestión estratégica internacional. Las islas Malvinas y Sandwich del Sur se han convertido en verdaderas fortalezas militares y económicas de la OTAN.
“El conflicto [por Malvinas] ha dejado de ser una violación a la integridad territorial o caso colonial, para transformarse en una amenaza a la seguridad de la Argentina, por el hecho de la instalación de la base misilística más importante del Cono Sur y dos puertos en Georgias y la Gran Malvina por parte del gobierno británico, a pesar de la Zona de Paz y Cooperación que firmamos todos los países ribereños de África Occidental y América Oriental”, afirma el ex embajador en Francia, Juan Archibaldo Lanús, en una columna publicada en Clarín (31/3). Allí detalla el crecimiento del dominio británico, que pasó de ocupar 11.410 Km 2 y tres millas marinas alrededor de las islas, en 1982, a aproximadamente 438.000 Km 2 de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y 1.070.000 Km 2 de la reserva impuesta por los británicos alrededor de las Georgias y Sándwich.
Además de la base misilística, los británicos instalaron una base aérea, un puerto de aguas profundas para el amarre de buques y submarinos de propulsión nuclear y un destacamento de más de 1.200 efectivos militares que custodia el equipamiento, radares de medio y largo alcance y un sistema de defensa antiaérea y misiles que posee la British Air Force (ídem). Se trata, además de una fortaleza autosustentable, ya que bajo la custodia militar inglesa, la administración de la isla percibe derechos de pesca y explotación de los yacimientos petroleros off shore. Se estima que operan en la zona “más de 300 buques chinos, españoles, coreanos, taiwaneses subsidiados que pescan, con licencia inglesa en Malvinas, 250.000 toneladas o sin ella en alta mar unas 750.000 toneladas más por año de recursos del mar argentino o migratorios de éste. Estos buques cuentan con el apoyo logístico del puerto de Montevideo y de vuelos a Chile, Brasil y Uruguay” (ibídem).
El 19 de febrero de 2021, luego del Brexit, Boris Johnson anunció la decisión de aumentar el 40% el arsenal atómico y construir cuatro submarinos nucleares transporta misiles, aumentando su participación en la OTAN. Se estima que el Reino Unido destinaría la friolera de 16.500 millones de libras para reforzar sus “compromisos transatlánticos” (https://jacobinlat.com/2021/04/02/el-lugar-de-malvinas-en-la-nueva-estrategia-global-de-la-otan/). La imbricación tecnológica, armamentística y estratégica del Reino Unido con Estados Unidos se ha profundizado durante el último tiempo, en consonancia con su distanciamiento de la Unión Europea. La industria armamentística se ha convertido en la principal ´industria nacional´ británica, junto al centro financiero de la city de Londres.
Además, el incremento del gasto de defensa británico relacionado con su arsenal nuclear incluye la ampliación de su capacidad satelital, señala otro diplomático, el ex vicecanciller de los K entre 2005-2008, Roberto García Moritán (padre).
“La dependencia británica con los satélites norteamericanos y del sistema Maximator de países europeos en la guerra del Atlántico Sur (para la lectura de algoritmos criptográficos) fue detonante para la modernización de sistema satelital británico actual”, sostiene (Clarín, 18/5/21). Es harto conocido que la colaboración de los satélites estadounidenses fue imprescindible para la victoria de los ingleses durante la guerra. Desde entonces, el Reino Unido se propuso ´emanciparse´ y establecer su propio sistema.
El sistema desarrollado por los ingleses permite la operación de acciones militares específicas. Actualmente está en proceso de ampliación con el sistema Skynet 6.
“Un documento del Instituto de China del King College de Londres considera que Malvinas debería ser centro de recepción de la observación satelital de toda América del Sur, zonas marítimas circundantes y la Antártida en el marco de la constelación satelital Skynet” (ídem). Este desarrollo se encontraría en marcha desde el “desacople” británico del programa espacial europeo. A partir de 2018, la Unión Europea retiró de Malvinas las estaciones de sensores (GSS) y equipos de telemetría y tele comando. También de las islas de Santa Elena y Ascensión, esta última bajo dominio norteamericano pero cedida a los ingleses. El Reino Unido ha estado reemplazado esos instrumentos en el marco del programa Skynet. Nuevamente, el “acople” militar entre ambas potencias pone de manifiesto que la guerra mundial no declarada que se libra en Ucrania tiene en los ingleses un ariete contra la Unión Europea.
García Moritán concluye: “Una ampliación de la capacidad de recepción tecnológica satelital en la base militar de Mount Pleaseant, similar a la instalada en Gibraltar, significaría integrar al archipiélago a los propósitos de la alianza Five Eyes (Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia y Canadá). El objetivo central de la inteligencia militar de ese acuerdo, es China”. Esto significa convertir a las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur en el asiento logístico de la red satelital que proporciona servicios de comunicación a las fuerzas armadas británicas y a la OTAN.
Lucas Melfi, autor del libro “Malvinas en la geopolítica del imperialismo. Complejo Militar Industrial Británico y alianzas con Estados Unidos”, califica la posesión de Malvinas como un “activo estratégico” con bases militares y aeropuertos, rodeado de centros de extracción petrolífera que permite tener ahí un centro de reabastecimiento de armas y de combustible sin necesidad de logística y transporte” (www.jacobinlat.com).