Escribe Aldana González
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Según datos del INDEC el desempleo subió a 7,6%. Dado el nivel de recesión, es considerado un logro para el gobierno afectando a “solo” 1,7 millones de personas. El año pasado, en el segundo trimestre la desocupación había cerrado en un 6,2%.
En los índices también se ve como la caída en la cantidad de trabajadores privados -hoy son un tercio del total- se “compensó” con el alza de monotributistas. Hay 120.000 empleados en blanco en empresas privadas menos y 70.000 informales menos, desplazados por 200.000 nuevos inscriptos en el monotributo.
La precarización laboral y el cuentapropismo es lo que explican que no se hayan desmadrado las cifras a pesar de que el hambre salarial y la pérdida de ingresos reales ocasionada por la devaluación produjeron que mayor cantidad de gente saliera a buscar trabajo, ya sea para ayudar en la familiar o para compensar la miseria con sobreempleo. Esto aumentó la tasa de actividad y también contribuyó a la subocupación –la cual también aumenta por los despidos.
Estos se dieron en forma generalizada en todos los sectores, tanto públicos como en privados, pero fue estrepitoso en la construcción debido al parate de la obra pública.
El gobierno insiste en que deben contar con financiamiento privado obras que en todo el mundo son solventadas con presupuesto estatal y que son necesarias para la logística de muchas empresas capitalistas pero que, sin embargo, por su propia naturaleza, nunca van a financiar las obras que necesitan.
De la misma manera, “la lluvia de inversiones” se aleja cada día, junto con Petronas -la petrolera malaya- que antes de Milei presidente planeaba invertir en una planta de gas licuado y ahora -con RIGI y todo- parece que está desestimando el proyecto.
Otras cuestiones que vienen amortiguado los despidos son las suspensiones en las grandes fábricas, que de seguir con este nivel de actividad no lo van a aguantar para siempre, y sobre todo, la expectativa de las patronales en los acuerdos con los sindicatos para reemplazar las indemnizaciones por el fondo de cese laboral que fue aprobado con la reforma votada en el congreso. Esta medida disgrega la lucha contra los despidos en gremios y sectores, pero al mismo tiempo le dará nitidez a la entregada de cada burocracia.
El ritmo con que la burocracia sindical firme los acuerdos de flexibilización en cada convenio marcará la aceleración de los despidos a menos de que la clase obrera le ponga un freno.
El “boom” del monotributo Una avanzada de dos décadas contra la clase obrera. Por Pablo Busch, 01/08/2024.