Escribe Olga Cristóbal
“El mayor retraso en la historia de la Corte”.
Tiempo de lectura: 3 minutos
La Corte Penal Internacional emitió el jueves órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, por presuntos crímenes de guerra en Gaza. También acusó a tres dirigentes de Hamas pero todos ya fueron asesinados por Israel.
Las órdenes de detención acusan a Netanyahu y Gallant como coautores de los crímenes de guerra por hambruna y de dirigir intencionadamente ataques contra la población civil; de los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos, como parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil de Gaza; de privar «intencionadamente y a sabiendas» a la población civil de Gaza de alimentos, agua, medicinas y suministros médicos, así como de combustible y electricidad. Y alega que bloquearon y condicionaron ilegalmente la ayuda humanitaria a la población asediada de Gaza.
Aunque la resolución no habla de “exterminio”, sí acusa a Netanyahu y Gallant de haber «creado condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción de parte de la población civil de Gaza», un lenguaje jurídico que abre las puertas a las acusaciones de genocidio.
Netanyahu calificó a la decisión de la CPI como antisemita y la comparó con un “moderno juicio a Dreyfus, y también terminará así”, en alusión a la sentencia judicial en Francia contra el capitán Alfred Dreyfus en 1898, cuestionada por antisemitismo.
Netanyahu insistió en que “ninguna resolución antiisraelí impedirá que el Estado de Israel proteja a sus ciudadanos. No cederé a la presión, no retrocederé y no me retiraré hasta que se cumplan los objetivos bélicos”.
En la misma línea, el presidente Isaac Herzog, tildó de “día oscuro para la justicia y para la humanidad” la decisión de la CPI que “convierte la justicia universal en un hazmerreír universal”. “Es una burla al sacrificio de todos aquellos que luchan por la justicia, desde la victoria aliada sobre los nazis hasta hoy”, se atrevió a exagerar en un comunicado oficial.
Las órdenes de detención de un proceso que comenzó en 2021 –mucho antes de la última invasión a Gaza- se emitieron “tras el mayor retraso en la historia de la Corte, durante el cual la persecución israelí y estadounidense de la Corte, la calumnia contra la Corte por parte de los medios de comunicación sionistas y los grupos de presión, y los cambios de personal, tampoco tuvieron precedentes”. (Mondoweiss 22/11)
La orden de arresto significa que Netanyahu y Gallant no podrán viajar a ninguno de los 120 países del mundo que reconocen la jurisdicción del tribunal internacional. Por ejemplo, Reino Unido, todos los Estados miembros de la Unión Europea, Australia, Canadá, China, Japón y otros. Podrán visitar Estados Unidos e India -dos importantes aliados de Israel-, pero eso es todo.
La paranoia ganó también a muchos israelíes, desde oficiales de alto rango hasta soldados rasos que participaron o participan de la limpieza étnica en Gaza, y temen que si salen al extranjero les dicten órdenes de detención (ídem).
Netanyahu y Gallant confían en que Donald Trump “declare la guerra total a la Corte Penal Internacional”; algunos legisladores republicanos ya han propuesto sancionar a la Corte, la fiscal y a todos los que intervinieron en el juicio prohibiéndoles el ingreso a Estados Unidos o a través de sanciones económicas. La CPI no cuenta con policías para hacer cumplir las órdenes de arresto, por lo que depende de la cooperación de sus estados miembros.
La prensa israelí supone que Netanyahu tratará de conseguir que Trump presione a la CPI a través de terceros países para que cancele las órdenes judiciales. O presione a esos países para que ignoren las órdenes de detención.
La decisión, opina Haaretz 22/11 no solo “supone un duro revés” para Israel sino que “puede decirse que es el punto más bajo de la historia del país en su batalla por la legitimidad y el apoyo internacionales”.
El tardío fallo de la Corte no frenará el genocidio sionista, que exige redoblar la movilización obrera internacional.