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La masacre del pueblo palestino logró lo que parecía un imposible. Más de un tercio de los adolescentes judíos estadounidenses de entre 14 y 18 años, el 37% exactamente, están de acuerdo con la explosiva afirmación «simpatizo con Hamás». Una mayoría, el 66%, dijo que simpatizaba con el pueblo palestino en su conjunto.
Los datos surgen de una encuesta oficial del gobierno de Benjamin Netanyahu, publicada por Ministerio de Asuntos de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo y difundida por los medios israelíes. Los adolescentes judíos estadounidenses superan cinco veces los indicadores mundiales, donde “solo” el 7% de sus pares comparten las simpatías por la milicia palestina que entró a Israel el 7 de octubre (Jerusalem Post, 22/11).
Un porcentaje aún mayor, el 41,3%, se mostró de acuerdo con la afirmación de que Israel estaba «cometiendo un genocidio» en Gaza. Sólo el 10% de los adolescentes judíos que viven en otros países respaldan esa afirmación (idem).
En el transcurso de la invasión a la Franja, las fuerzas israelíes han demolido residencias civiles, escuelas, refugios de la ONU, hospitales y mezquitas, y han asesinado trabajadores humanitarios, personal médico y periodistas.
Hasta ahora, el ejército israelí mató más de 44.000 palestinos, según el Ministerio de Sanidad palestino en Gaza. Sin embargo, algunas estimaciones de médicos que estuvieron en Gaza calculan más de 100.000 y un estudio de la revista The Lancet sitúa la cifra muy por encima de los 186.000. En los últimos 50 días Israel ha bloqueado totalmente el ingreso de alimentos, agua y medicamentos en el Norte de Gaza, mientras la bombardea sin pausa. Las organizaciones internacionales de médicos fueron expulsadas.
La guerra ha provocado protestas callejeras masivas a favor de Palestina en las principales ciudades estadounidenses y en cientos de campus universitarios. Muchas de estas protestas han sido dirigidas en parte por estudiantes judíos. El portal Middle East Eye informó a principios de este año sobre el aumento del antisionismo entre los jóvenes judíos estadounidenses.
La encuesta del gobierno de Netanyahu concluye que los jóvenes judíos estadounidenses tienen una conexión con Israel “más débil, tienen menos ganas de visitar Israel, tienden a apoyar al bando palestino en la guerra de Gaza y su apoyo a Israel aumentó sólo marginalmente tras los sucesos del 7 de octubre».
El ministro de Asuntos de la Diáspora, Amichai Chikli, exigió que las organizaciones sionistas redoblen los esfuerzos: «Es más importante que nunca estrechar los lazos entre los adolescentes judíos de la diáspora e Israel”. Reclamó enfáticamente que fortalezcan las instituciones educativas y sociales ya que “entre los que tenían una sólida formación judía, sólo el 6% simpatizaba con Hamás, en comparación con el 65% de los que tienen poca o ninguna experiencia educativa judía”.
La ruptura entre el Estado de Israel y los judíos estadounidenses de todas las edades se agudizó ante la masacre de Gaza pero tiene antecedentes: en 2021, un sondeo mostró que una cuarta parte estaba de acuerdo en que «Israel es un Estado de apartheid», y la mayoría de ellos no consideraba que esa afirmación fuera antisemita.
El gobierno de Netanyahu ha decidido sancionar cualquier voz opositora y esto se extiende ahora a los medios. El domingo aprobó una propuesta del ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, que prohíbe que cualquier organismo que reciba financiamiento estatal se comunique con el diario Haaretz (sic) o le ponga publicidad.
Explica la medida porque «muchos editoriales (del diario de Tel Aviv) han dañado la legitimidad del Estado de Israel y su derecho a la autodefensa, y en particular los comentarios hechos en Londres por el editor de Haaretz, Amos Schocken, que apoyan el terrorismo y piden que se impongan sanciones al gobierno».
Schocken había dicho en una conferencia que Netanyahu imponía “un cruel régimen de apartheid a la población palestina” y lo acusó de despreciar “los costos de ambas partes por defender los asentamientos mientras combate a los luchadores por la libertad palestinos, que Israel llama terroristas».
Haaretz respondió a la sanción caracterizándola como “otro paso en el camino de Netanyahu para desmantelar la democracia israelí” y un intento de “silenciar a un periódico crítico e independiente”. Anunció que “no se transformará en un panfleto gubernamental que publica mensajes aprobados por el gobierno y su líder”, una descripción que se ajusta a la mayoría de los medios israelíes.
Oren Pérsico, un veterano periodista israelí que dirige el sitio de observación The Seventh Eye desde 2006 habla de un pacto de silencio entre el gobierno y los medios, que se limitan a “amplificar las narrativas estatales”, ocultando “las imágenes y el sufrimiento de los palestinos en la Franja de Gaza”. “Lo que hemos visto en el último año es el resultado de un proceso de décadas de educar tanto a los periodistas como a los telespectadores en que hay cosas de las que simplemente no se habla y no se muestran en las noticias”, dice.
Además del cóctel de coacción, autocensura y presión económica, Netanyahu colocó meticulosamente a sus partidarios en todos los medios israelíes posibles, desde el estatal Canal 12 y la Radio del Ejército hasta i24 y KAN. Los medios israelíes jamás muestran lo que hace su ejército en Gaza y en Cisjordania ni confrontan con los comunicados mendaces de la jefatura militar, dice Pérsico.
A partir del 7 de octubre, el Canal 14, una suerte de Fox sionista, que tiene una licencia solo para difundir contenidos religiosos, desplazó a Canal 12 en audiencia. No solo ofrece noticias, sino “polémicas -que a menudo llaman al exterminio de los palestinos- abiertamente genocidas y cocinadas como entretenimiento”. También se dirige a los «enemigos comunes» -otros medios de comunicación, la élite del ejército y el fiscal general- acusándolos de conspirar contra el gobierno.
El ensañamiento del ejercito sionista no es solo contra los vivos. Desde la invasión terrestre israelí a Gaza, cada vez hay más pruebas de que profana cementerios sistemáticamente, arrasando tumbas, bombardeando lugares de enterramiento y exhumando cadáveres. Los continuos ataques israelíes también han causado la destrucción total o parcial de 19 de los 60 cementerios. Los cementerios británicos son los únicos que respetan.
Según la Oficina de Medios de Comunicación del gobierno palestino, las tropas israelíes se han apoderado de al menos 2.300 cadáveres desde el 7 de octubre de 2023.
El 25 de septiembre, Israel envió a Gaza un camión que transportaba los cadáveres descompuestos de casi 90 palestinos, sin informar sobre sus identidades ni de dónde los había obtenido. Presenta el robo de cadáveres como parte de «la búsqueda de los restos de rehenes secuestrados por Hamás».
Con Netanyahu y el ex comandante Yoav Gallant con pedido de captura internacional por crímenes de guerra, el Estado de Israel avanza en la limpieza étnica sin molestarse por el cese del fuego.
El ministro de Exteriores, Gideon Saar, aseguró que proseguirán las operaciones militares “hasta lograr los objetivos”, que incluyen el rescate de los rehenes, “desmontar totalmente la infraestructura militar y gubernamental de Hamás" y “eliminar la amenaza de la Franja de Gaza para la seguridad de los ciudadanos de Israel".
Por su parte, el ministro de Vivienda, el ultraortodoxo Yitzchak Goldknopf, confirmó que recorrió zonas de la Franja de Gaza en las que pretende levantar asentamientos para colonos.
De hecho, el ministro de Finanzas, el fanático religioso Bezalel Smotrich, defendió el lunes que Israel "puede y debe ocupar la Franja de Gaza" y llamó a expulsar a los palestinos no solo de la Franja sino también de Cisjordania.
La política de Israel es la política del exterminio.