Milei-Villaruel: una guerra de carpetazos

Escribe Emiliano Fabris

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Recientes acontecimientos plantean que la crisis entre Milei y Villarruel ha llegado a un punto definitivo de no retorno. Luego de que el presidente planteara la invalidez de la sesión del Senado que votó la expulsión de Eduardo Kueider -presidida por su vice-, Villarruel criticó a Bullrich por la red social X por el secuestro del gendarme argentino en Venezuela, deslizando que habría sido un error habilitar su ingreso a ese país. El gendarme está acusado por el gobierno de Maduro de realizar tareas de espionaje encomendadas por el gobierno argentino, las cuales Villarruel no niega.

A esto le siguió una catarata de críticas contra la vice encabezadas por Patricia Bullrich, que según los diarios habría tenido la venia del presidente, y del ejército de trolls que trabaja en las redes sociales para el gobierno mileísta. Acusaron a Villarruel de apoyar a Maduro contra Milei. La crisis con el gendarme plantea una división en el gobierno sobre el rol de las Fuerzas Armadas, aunque en todos los casos en estricto alineamiento con la guerra de la OTAN. La vice, no obstante, decidió recular y borró sus posteo en X.

Según los diarios, Milei opina que desde hace un tiempo Villarruel se vale de sus frecuentes viajes fuera del país para armar una crisis y boicotear a su gobierno. En el episodio Kueider estaba en juego un voto para los liberticidas, de la mano de un senador que ingresó en la boleta de UxP.

En el todavía no nato gobierno de Milei, Villarruel, una defensora de genocidas de la última dictadura militar, perfilaba para ocupar el ministerio de Seguridad y Defensa, pero desde aquel entonces desde la camarilla libertaria sospechaban de un armado político paralelo de Villarruel, tejido con el macrismo y sectores del PJ, incluso con el norte puesto en voltear a Milei. Desde ese momento comenzó un pleito político para aislar a la vice y confinarla al Senado. Villarruel encabeza el reclamo para que las Fuerzas Armadas tengan “garantías” judiciales en la intervención en tareas internas del país, quitando a la Justicia la potestad de intervenir en ellas, que solo deberían ser ajusticiadas por un “Fuero Militar”. Apoyó a los senadores para que votaran los indignantes “dietazos”. Desde el peronismo “no kirchnerista”, como Berni y Moreno, ya han coqueteado con la Vice, destacando su pasión por defender la “patria” mientras que el papa Bergoglio la recibió con honores en el Vaticano y la llamó a “no bajar los brazos”. Villaruel tiene lazos directos con Santiago Olivera, el diocesano de las Fuerzas Armadas y las fuerzas federales de seguridad.

La crisis desnudó otro elemento importante de la diáspora política que caracteriza al gabinete mileísta. Por X, un vocero pesudo oficial del gobierno, “el gordo Dan” insinuó que tendrían dos “carpetazos” contra Villarruel. La Vice respondió que estaba ansiosa por saber “en qué hacen inteligencia sobre mí y mi familia”, reconociendo la existencia de estas tareas de espionaje y su alcance. Desde el gobierno denuncian que Villarruel ya tenía su propio espionaje montado, de la mano de Jorge “El Potro” Domínguez, asesor de la vice en el Senado y quien en 2019 desembarcó en la AFI en la Dirección Operacional de Contrainteligencia, y que fue acusado de hacer espionaje ilegal en causas como en la de Santiago Maldonado y en el intento de golpe en Bolivia.

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