Escriben Daniela Magoc y Julián Asiner
Un nuevo acto-festival masivo contrastó con la entrega de UPCN y la política de derrota de ATE
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La salud se encuentra en el centro de todos los ataques del gobierno liberticida. El viernes pasado, 31 de enero, finalizaron miles de contratos y se efectivizaron buena parte de los 1400 despidos anunciados con algarabía por el ministro Lugones, Adorni y sus secuaces. La jornada puso en evidencia la entrega de la burocracia de UPCN, que se sienta con el gobierno a confeccionar los listados de trabajadores a despedir, así como el sin salida de la política de dilaciones e inmovilismo que caracteriza a la cúpula de ATE. En el Ministerio de Salud, donde quedaron en proceso de disolución organismos como la Dirección de Vacunas, la de VIH, Hepatitis y Tuberculosis y el Instituto Nacional del Cáncer, los trabajadores organizaron una asamblea autoconvocada venciendo las amenazas de represión de la policía. En el Bonaparte, un nuevo acto-festival masivo volvió a mostrar que hay reservas para enfrentar el desguace oficial. La situación crítica exige un replanteo político y una acción enérgica independiente para defender a la salud pública y a todos sus trabajadores.
La movida en el Hospital Bonaparte contó con una amplia participación que ocupó toda la calle Combate de los Pozos. La burocracia de ATE llegó al acto golpeada, tras el fracaso de todas las negociaciones con el gobierno. A diferencia del abrazo anterior, esta vez ni se propuso armar un vallado para separar a los trabajadores del resto de la población que asistió a la convocatoria. Sí montaron un camión con sonido propio, con el que pretendieron rivalizar con el escenario organizado por la Comisión de Cultura de trabajadores autoconvocados del hospital. El derrumbe de la autoridad de ATE y de su capacidad para encuadrar políticamente la jornada se expresó en la realización de una radio abierta multitudinaria en el escenario independiente. Por allí desfilaron decenas de trabajadores, como los despedidos de Shell, agrupaciones de jubilados, usuarios y usuarias del Bonaparte, personas de la comunidad LGTBQ+, trabajadores del Hospital Posadas y una larga lista de oradores que no pudieron llegar a hablar por cuestiones de tiempo. Más tarde tocaron allí bandas como Los Besos y la Delio Valdez.
En el camión de ATE tomaron la palabra los despedidos del hospital, que leyeron un documento que llamó a participar de la marcha antifascista de este 1 de febrero. “Que esta marcha sea el punto de inflexión para todos los que nos queremos sacar de encima a este gobierno”, resaltaron. Hablaron luego dirigentes de ATE y del FITU. Cuando fue el turno de los representantes de ATE, desde el público emergió un cántico ensordecedor exigiendo un “paro general”. La respuesta más combativa a las dilaciones de los aparatos sindicales fue la intervención de una activista LGTBQ+ desde el escenario independiente: “el paro lo hace el pueblo, no la CGT, como lo logramos el sábado pasado en el Lezama y lo vamos a lograr mañana (por la marcha del sábado)”. El relato de las usuarias y usuarios fue impactante en relación a la atención que brinda el hospital y que los liberticidas quieren desmantelar. “No somos números, somos personas”, gritaron. La jornada también mostró la energía y creatividad de decenas de activistas, estudiantes de la UNA, la UBA y el colectivo de musicoterapia, que se habían juntado previamente para ensayar canciones para apoyar la lucha y hasta grabaron un “BonaDesk”.
La situación en el Bonaparte sigue siendo crítica. La burocracia de UPCN, ausente en la jornada del viernes, negocia los listados de despedidos con el gobierno. En los últimos días, se sumaron alrededor de 30 despidos nuevos, mientras que algunos compañeros que habían sido despedidos fueron reincorporados. Se espera que en las próximas semanas el gobierno avance con 30 despidos más, hasta alcanzar el cupo que se había fijado como supuesta “dotación óptima”. La dirigencia de ATE había rechazado colaborar en la confección de los listados, pero sus promesas de paro no llegan y estas dilaciones no hacen más que ahogar el conflicto, desgastando la energía que demuestran, una y otra vez, los trabajadores.
El gobierno aprovecha estas circunstancias para avanzar con un ataque de conjunto sobre el sistema de salud. Hoy salió en el Boletín Oficial la resolución que habilita la derivación de aportes de forma directa a la medicina prepaga, lo que afecta a un millón y medio de trabajadores y llevaría a la destrucción de buena parte de las obras sociales. La resolución fue firmada por un asesor del Ministerio, que no tiene rango para asumir esa medida. Lugones habría rechazado firmarla, ya que sus vínculos con el Sanatorio Güemes podrían favorecer impugnaciones en la Justicia. De la misma forma se excusó el Superintendente de Servicios de Salud, Gabriel Oriolo, asociado a OSDE.
El ataque a la salud forma parte de una política internacional de guerra contra los trabajadores, cuando Milei se propone, copiando a Trump, retirar a la Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es una orientación que busca despejar todos los bloqueos para hacer de la salud un campo de beneficios exclusivos para los grandes pulpos capitalistas. Es el corolario, a su vez, de la política que siguieron el mismo Trump y Bolsonaro durante la pandemia de Covid, la llamada “inmunidad de rebaño”, que llevó a cifras récord de muertes y contagios en Estados Unidos y Brasil para no interferir con el proceso de acumulación capitalista. Trump acaba de designar a un reconocido antivacunas, “Bobby” Kennedy, al frente de la cartera de salud. El terraplanismo es la cara medieval de una política dictada por los intereses del capital financiero.
La ofensiva contra los hospitales nacionales y el sistema de salud en su conjunto, requiere de una respuesta de conjunto. El desmantelamiento de la salud pública está destruyendo servicios programas esenciales que garantizaban tratamiento y medicación gratuita a sectores de la población con diversos padecimientos y patologías. Su supresión conllevará más muerte y enfermedad para pavimentar una reestructuración privatizadora del sistema de salud. Es necesario frenar esta barbarie con acciones contundentes, que incluyan la ocupación de los lugares de trabajo donde se producen los despidos y la organización de un paro general autoconvocado y de una movilización de toda la salud. Superemos la entrega y la política de derrota de la burocracia con asambleas y coordinadoras hospitalarias e interhospitalarias y una gran acción de lucha independiente.