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Matías Paredes tenía 26 años, era albañil y padre de una nena de 3 años. Fue asesinado de cuatro balazos en la madrugada del 6 de febrero por policías de civil que se movían en vehículos sin identificación. Matías y tres amigos se trasladaban en un Fiat Palio rojo cuando volvían de la presentación de la camiseta del club Alvarado para la nueva temporada. Los amigos que sobrevivieron contaron que estas personas que se trasladaban en dos automóviles intentaron detener el auto en el que viajaban, pero, pensando que querían asaltarlos, ellos se asustaron y aceleraron. Según las pericias, en la persecución no hubo un tiroteo sino una balacera atroz.
Los amigos de Paredes prestaron declaración en calidad de testigos. Ni ellos ni la víctima tienen antecedentes, admitieron los investigadores. La causa fue caratulada como "homicidio agravado” y aunque los cinco agentes fueron identificados, todavía no se dispuso la detención de ninguno ellos.
Este nuevo caso de gatillo fácil se produce tras la seguidilla de episodios de inseguridad que se dieron en el conurbano de la provincia en las últimas semanas (La Matanza, Rafael Castillo, Florencio Varela y en Moreno donde la policía reprimió a fines de enero una protesta de repartidores que se manifestaban pidiendo justicia por el crimen de Lucas Aguilar); pero especialmente en el marco de los escándalos que envuelven a la bonaerense en Mar del Plata.
El martes 4 de febrero, el Ministerio de Seguridad bonaerense removió a los máximos responsables de la policía en Mar del Plata tras la conmoción que produjo el asesinato de Cristian Velázquez, un kiosquero del barrio Peralta Ramos Oeste. Según trascendió, la medida no sólo respondió a este crimen puntual, sino a una evaluación negativa del desempeño de la cúpula policial en la ciudad en la que la cifra de homicidios aumentó un 50 %. En reemplazo de Luis Senra, fue designado como nuevo Jefe de la Departamental de Mar del Plata Edgardo Vulcano, quien en marzo de 2021 había asumido como Jefe Comunal de Policía en Miramar y fue removido en diciembre del mismo año luego del caso de gatillo fácil de Luciano Olivera.
Por otra parte, el 5 de febrero, páginas y portales de medios de prensa revelaban que la dependencia local de Drogas Ilícitas de la bonaerense robaba droga y dinero de los operativos que luego eran “plantados” en otros allanamientos. El entramado mafioso involucra a comisarios y varios funcionarios policiales que se apoderaban y repartían el dinero y los estupefacientes encontrados en los operativos (La Capital, 5/2/25). Se trata del mismo modus operandi llevado a cabo en La Matanza (Infobae, 6/2/25).
En este cuadro, este viernes 6 Patricia Bullrich arribó a Mar del Plata y con el intendente Guillermo Montenegro anunciaron en una conferencia de prensa la llegada de más fuerzas federales a la ciudad. Así, desembarcarán en “La Feliz” la policía federal, la gendarmería y prefectura. En la conferencia se mencionó la reciente incorporación de pistolas especiales de parte de Montenegro, las cuales consideró “muy efectivas para ciudades que tienen masividad de gente”, y que ya fueron utilizadas por la Patrulla Municipal.
Ya lanzado a la campaña electoral y en un probable salto a las usinas libertarias, Montenegro no había perdido la oportunidad de volver a mostrarse como el abanderado de la “mano dura” luego del asesinato del kiosquero. “Tenemos una posición muy dura” dijo, al referirse al asesinato del comerciante y pidió modificaciones en las leyes, precisando que se necesitan modificaciones respecto a la reiterancia, a la imputabilidad, y a las cuestiones que tienen que ver con la dureza en el accionar. (Infobrisas, 4/2/25).
Sin embargo, la patrulla municipal de Montenegro no estuvo para prevenir el asesinato del kiosquero. Para el intendente los delincuentes son los trapitos, limpiavidrios y personas en situación de calle, a quienes hay que reprimir, despojar y ocultar. Tal es la misión del organismo del cual se enorgullece Montenegro por las redes sociales y otros medios de comunicación (Política Obrera, 22/1/25).
Sobre el brutal asesinato de Paredes no hubo declaraciones ni de Montenegro ni de Bulllrich. Obviamente tampoco las hizo Kicillof, que acaba de instalar a Vulcano hace dos días y que además está embarcado en la campaña electoral, uno de cuyos ejes es también la “mano dura” frente a la onda expansiva de inseguridad en un cuadro de descomposición social atroz.
Mar del Plata y el asesinato de Matías Paredes, en particular, exponen una convergencia y hasta una competencia entre el peronismo y el oficialismo local y nacional por la represión, en un contexto donde las grandes mayorías subsisten con empleos informales o changas, avanzan los despidos, y la pobreza y la indigencia, arrecian.
Exhiben el entramado de negocios, delitos e inseguridad de la provincia de Buenos Aires y del país cuyos responsables son la justicia y las fuerzas de seguridad amparadas por los partidos de un régimen político y social en absoluta decadencia.
La crisis de las fuerzas de seguridad es la crisis del Estado, capitalista.
Al momento de cerrar esta nota aumentan en la ciudad los reclamos de justicia por Matías Paredes y todos los asesinados por el aparato represivo del estado.