Gaza: nuevas masacres y crisis política en el gobierno de Netanyahu

Escribe Olga Cristóbal

Gaza: nuevas masacres y crisis política en el gobierno de Netanyahu

Tiempo de lectura: 5 minutos

Israel ha vuelto a bañar en sangre a Gaza. En cuatro días de bombardeos y ataques por tierra, hay más de 700 muertos y otros tantos heridos graves. Por la falta de combustible, menos de la mitad de las ambulancias gazatíes están operativas.

El ejército israelí destruyó este viernes el Hospital de la Amistad Turco-Palestina, situado en el corredor de Netzarim, que divide el norte y el sur de la Franja. Fuentes médicas indicaron que el jueves las embestidas apuntaron contra viviendas en zonas del norte y sur del territorio gazatí.

"Esta vez es todo peor porque la gente ya está exhausta. Son personas cuya salud mental ya estaba degradada, y muchos de ellos seguían al borde de la hambruna", indicó por videoconferencia desde Gaza el subdirector de UNRWA en la Franja, Sam Rose.

Si el alto el fuego no regresa, "habrá aún más pérdidas de vidas, de infraestructuras, y mayor riesgo de enfermedades infecciosas y trauma entre los dos millones de civiles que viven en Gaza, incluido un millón de niños", explicó.

Hamás reiteró que cualquier acuerdo para liberar a más rehenes tendría que conducir a un fin permanente de la guerra.

El ejército israelí ordenó nuevas "evacuaciones"-desplazamiento forzado- de zonas del norte y sur del territorio, avanzó a lo largo de la ruta costera en la zona de Beit Lahia y recuperó el Corredor Netzarim, lo que significa que ha vuelto a partir en dos la Franja. La Brigada Golani, conocida por su salvajismo, está desplegada en la parte sur de la frontera.

Envalentonado, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaró este viernes que ordenó al Ejército que "se apodere de más territorio" y advirtió sobre una anexión parcial de Gaza si Hamás no libera a los rehenes. "Cuanto más se niegue Hamás, más territorio perderá, que será anexado por Israel", declaró en un comunicado en el que amenazó también con la "ocupación permanente" de las "zonas de contención" dentro de la Franja de Gaza. Katz es un considerado un vocero directo de Netanyahu.

Máxima putrefacción

La masacre de los palestinos no ha servido esta vez para calmar la crisis política dentro de Israel, que estalla por todos lados. Miles de israelíes tomaron la calle protestando contra la reanudación de la guerra, que entienden como una condena a muerte de los rehenes, y por el despido fulminante de Ronen Bar, el jefe del Shin Bet. El despido del jefe de los temibles servicios secretos sionistas ocurre por primera vez desde la fundación del Estado.

"Todas las propuestas que Hamás recibió del enviado estadounidense Steve Witkoff se derivan de la negativa de Israel a cumplir su parte del acuerdo. Por lo tanto, el intento de presentar los rechazos de Hamás como una razón para reanudar los combates es una manipulación deshonesta", señaló un editorial del diario israelí Haaretz.

Los indicadores de putrefacción social son inocultables: una investigación del ejército corroboró que los soldados utilizan habitualmente palestinos como escudos humanos para explorar túneles o viviendas que consideran peligrosas. El cálculo publicado en Haaretz informa del reclutamiento de cuatro “esclavos” (así los llaman) por pelotón, doce por batallón y 36 en una brigada. Antes usaban drones, pero los “esclavos” son más rápidos, argumentan soldados que dieron su testimonio en forma anónima.

Otro problema que se agrava para un gobierno que se jacta de tener 7 frentes militares abiertos es la reticencia de los reservistas a volver al combate. En algunas unidades no se presentan a filas ni la mitad de los convocados (Haaretz 16/3). Para paliar la escasez, los comandantes han convertido en centros de reclutamiento alternativos las cadenas de WhatsApp y las redes sociales. Seducen a la población con variados empleos: como soldados de combate, cocineros, médicos o choferes.

Esto implica un relajamiento total: algunas propuestas “ofrecen puestos delicados que, incluso en tiempos de paz, requerirían estrictos controles militares antes de ser aceptados y una amplia formación posterior”, señalan entrevistados por Haarezt.

“Las carencias actuales en las unidades de reserva se dan en todos los puestos”, admite un oficial superior. “No hay ni un solo comandante de batallón que diga que está listo para entrar en servicio operativo o volver a luchar en Gaza con todo el personal que necesita”. “Dicen que hay un 80 % de participación pero es mentira. Gran parte de los reclutados provienen de anuncios en redes sociales”.

En muchos casos, a los requisitos se añaden exigencias religiosas. Por ejemplo, para integrar “un batallón de carácter religioso, con vínculos con el mundo de la Torá”.

Quien publicó el anuncio explicó que prefieren reclutar principalmente a personas religiosas y colonos [de Cisjordania] “en aras de la cohesión y para permitir que los soldados mantengan un estilo de vida religioso sin interferencias. Si no eres religioso, te recomiendo que busques en otra parte, no encajarás con nosotros”.

El gobierno de Israel destituyó en la madrugada de este viernes a Ronen Bar, jefe del Shin Bet (los servicios secretos en Israel y Palestina), después de que el gabinete de Benjamín Netanyahu, votara unánimemente el despido. Bar se negó a asistir a la reunión nocturna sobre su destitución y envió una carta mordaz dirigida al gobierno en la que afirmaba que el proceso era ilegal y que los motivos del primer ministro eran «fundamentalmente erróneos».

Bar sugirió que el intento de destituirlo tenía la intención de socavar «casos graves que el Shin Bet está investigando en este momento». Las investigaciones involucran a asesores de Netanhayu por denuncias de filtración de documentos y trabajar para personas relacionadas con Qatar.

De inmediato, el Tribunal Supremo frenó temporariamente el despido. El choque tiene como trasfondo las acusaciones cruzadas sobre la responsabilidad por el ataque de Hamás en octubre de 2023. Mientras el ejército y los servicios de seguridad han asumido su responsabilidad, la cúpula política dice que solo se deberá investigar cuando termine la guerra.

Netanyahu también desafió una opinión legal de la fiscal general, Gali Baharav-Miara, quien advirtió que la destitución de Bar debe ser aprobada primero por un comité asesor que supervisa los nombramientos de altos cargos. Distintos ministros respondieron que la fiscal general será la próxima despedida. “En Estados Unidos e Israel, cuando un líder de derecha gana unas elecciones, el Estado profundo de izquierdas instrumentaliza el sistema judicial para frustrar la voluntad del pueblo”, escribió Netanhayu en X. “¡No ganarán en ningún sitio! Estamos unidos y fuertes”, amenazó.

El exjefe de Shin Bet entre 2011 y 2016, Yoram Cohen, puso su grano de arena y afirmó que Netanyahu, le pidió hacer “cosas ilegítimas y legalmente cuestionables” cuando ocupaba el cargo. Cohen indicó que Netanyahu busca a un jefe de la inteligencia interior que le sea “leal personalmente” en detrimento de su deber y lealtad frente al país y la ley.

El año pasado, Cohen reveló que el primer ministro le llegó a pedir que espiara en 2011 a los entonces jefes del ejército, Benny Gantz, y del Mossad, Tamir Pardo, ante el temor de que pudieran filtrar información sensible de una reunión.

Miles de personas protestaron el miércoles y el jueves contra el despido. Una larga columna de académicos había marchado bajo un tiempo tormentoso desde un campus de la Universidad Hebrea de Jerusalén hacia una de las residencias privadas del Sr. Netanyahu, tocando tambores, coreando «¡Democracia!» y forcejeando con los agentes de policía después de intentar romper una barricada. Figuras prominentes de la oposición se unieron a los manifestantes. Yair Golan, ex subjefe del ejército y ahora líder del partido demócrata de centroizquierda, acabó en el suelo. La policía utilizó un cañón de agua y roció a los manifestantes con un líquido maloliente en un intento de dispersarlos. “El amplio sentido de solidaridad nacional que prevalecía desde el 7 de octubre de 2023 se está deshilachando”, lamenta el New York Times.

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