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En los recientes días se conoció el diagnóstico de un paciente del hospital Rossi, quien se encontraba internado debido a un accidente cerebrovascular, infectado por covid19. Se había planificado su traslado al hospital naval de El Dique, el cual puso como requisito que se le realice previamente un testeo.
El resultado positivo provocó el aislamiento preventivo de 29 trabajadores del Rossi, entre enfermeros, camilleros y profesionales. Dichos trabajadores fueron sometidos al testeo para delimitar la diseminación del virus. Como solo son tomados como sospechosos aquellos casos que presentan síntomas efectivos, esto llega tarde. El resultado es que cuatro trabajadoras -hasta ahora- resultaron positivos, por no contar con los EPP a la hora de tener contacto con el paciente.
La dirección de Hospital se arroga la autorización para la entrega del equipo completo, autorización que puede tardar horas, lo que significa no solo una demora en la atención de los pacientes, sino también la permanencia de un paciente que puede convertirse en una posible fuente de nuevos contagios.
Contrario a la realidad, la dirección se llena la boca diciendo que la provincia ha abastecido suficientemente a nuestro centro de salud y que el equipamiento se encuentra en los depósitos. Pero de esto se desprende que no consideran que sean suficientes para toda la planta y residencia.
El cuadro empeora si tenemos en cuenta que, según las cifras oficiales, los trabajadores representamos el 28% del total de los contagios. Un sector particularmente presionado es el de Enfermería, que además se encarga del acopio y distribución de los insumos - previa autorización de la dirección paralizadora. Sin embargo, los trabajadores de Enfermería denuncian no recibir los elementos o recibir elementos de pésima calidad, lo que provocó que protestas y retenciones de servicios. Es el sector más sobrecargado: la planta de enfermería fue y es históricamente deficitaria con relación a la cantidad de pacientes y la carga horaria exigida - actualmente trabajan solo tres enfermeras por turno de guardia.
Al momento, el comité de crisis del hospital se conforma exclusivamente por los jefes de servicio y los directores, es decir, quienes se juegan a fondo en la retención de los equipos necesarios para desarrollar nuestras tareas en condiciones de seguridad e higiene. Por lo demás, las jefaturas de servicio operan como cadena de fuerza de la dirección, asegurándose el acatamiento de las condiciones de trabajo. Se esfuerzan por amedrentar, sobre todo, a los residentes, a quienes llegaron a darles la orden de no compartir más información por los grupos de WhatsApp en común, incluso bajo amenaza de sanciones.
En este punto, es necesario mencionar la completa parálisis de las direcciones sindicales que pueblan nuestro hospital. Los tres sindicatos presentes -la verde de ATE, CICOP y SSP- no han actuado de ninguna manera, ni en la ocasión del amedrentamiento de nuestra compañera, ni desde el establecimiento de la cuarentena, para convocar a una asamblea en la que todos los trabajadores de la salud podamos tener voz y voto en la forma de gestionar el trabajo diario, no solo con el COVID, sino con los diversos casos de pacientes a los que debemos seguir atendiendo.
Exijámosle al Estado que garantice los insumos necesarios para proteger la vida de los trabajadores de la salud y lo necesario para resguardar en cuarentena al conjunto de la población.
Organizarnos es una cuestión de vida o muerte.