Escribe Joaquín Antúnez
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El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) ha anunciado un aumento de precios minoristas del 1,5% en mayo. Una vez conocido el dato, Javier Milei y “Toto” Caputo proclamaron que la inflación dejaría de ser un problema en el corto plazo. Una inflación del 20-30% anual, sin embargo, se ubicaría entre las más altas del mundo. El 1,5% de aumento en los precios se encuentra por encima del tope del 1% de aumento de los salarios que ha impuesto el gobierno. El índice ha sido criticado por la baja ponderación que hace de los gastos indexados, como por ejemplo alquileres, y por no indicar los rubros sometidos a topes de aumento, lo cual distorsiona el efecto de la política y los movimientos monetarios sobre los precios. De modo que la desaceleración del aumento de los precios es artificial. Las encuestas a los consumidores, por otro lado, muestran que el 50% de la población “no llega a fin de mes”. La metodología actual data de 2004, cuando los celulares e internet eran todavía un fenómeno incipiente en el consumo masivo. Correctamente actualizado, hubiera arrojado un número mayor. Precisamente, desagregados, los aumentos más significativos se registraron en telecomunicaciones (4%).
La mayor distorsión está representada la desvalorización artificial de la moneda de referencia – el dólar. Para producir ese efecto, el Banco Central y el Tesoro se endeudan a tasas de interés elevadas, en dólares y en pesos, a cortísimo plazo en su mayor parte, y hasta dos años en el plazo mayor. Pero por condición de transables, los títulos de la deuda pueden convertirse en moneda y alterar los precios, sea de bienes de consumo o de bonos de deuda, e incluso alterar la cotización del dólar. La política deflacionaria del gobierno, sustentada en deuda, deprime la demanda de consumo e inversión, y desarrolla una crisis industrial. Junto a la ´baja´ de la inflación, se registró otra baja, menos ´celebrada´: la del empleo. Caputo ha asegurado que mantendrá esta política hasta después de las elecciones de octubre, para influir en el resultado. Lo mismo hizo De la Rúa desde 2000, con una consecuencia política explosiva.
El endeudamiento personal con tarjetas de crédito ha comenzado a elevar la tasa de incobrabilidad de la cartera de los bancos y de las billeteras virtuales. “Crece el endeudamiento en las familias y ya más de la mitad recurre al crédito para comprar alimentos. El 91% de los hogares argentinos está endeudados y la mayoría de esas deudas se tomaron en 2024 tras la devaluación, fuerte inflación del primer semestre y la caída del poder adquisitivo” (Ámbito, 27/5).
El crédito a los hogares representó el equivalente al 5% del Producto Interno Bruto (PIB) cuando un año atrás equivalía a menos de la mitad: 2,3%. Es el nivel más alto registrado desde 2018. Según EcoGo, la consultora de Marina Dal Poggeto, “buena parte del aumento de los préstamos provienen de billeteras virtuales que otorgan créditos a familias con empleo informal o cuentapropistas” (Tiempo Argentino, 28/5). Agreguemos que, además, cobran tasas usurarias. En definitiva, cuanto mayor es la presión del Estado sobre las variables económicas, mayor es el estallido cuando esa presión se agota. La diferencia entre el estatismo populista, por un lado, y el estatismo ´libertario´, del otro, es que el primero presiona a los precios con medidas administrativas, y el segundo por medio de un endeudamiento usurario. Uno responde a los intereses del capital industrial con escasa presencia en el mercado mundial, el otro al capital financiero representado por los fondos de diversa naturaleza (inversión, cobertura, seguros).
En línea con los resultados del relevamiento de precios, el INDEC estimó para mayo el umbral de pobreza para una familia de cuatro integrantes en $1.110.624, con la condición, ojo, de que sea propietaria de su vivienda. Si hubiese que incorporar, además, el alquiler de un departamento de tres ambientes más las expensas, se llevaría el total de ese monto.
El promocionado descenso de “la pobreza y la indigencia” oculta que la población ha efectuado un ajuste fenomenal en sus condiciones de vida. Ha dejado de lado o recortado sustancialmente los gastos en comida, salud, ocio, turismo, etc. o ha tenido que recurrir a sus ahorros, en el caso de aquellos que no ´tarjetean´ la compra del supermercado. El subte, por ejemplo, que ha pasado a valer casi $1.000 el boleto, ha perdido la mitad de sus usuarios y se encuentra en pisos mínimos históricos.
La perforación del piso del 2% es atribuida por Caputo a una salida del cepo, que no es tal – las importaciones se vuelven a pagar con deuda pública, el Bopreal. La realidad, nuevamente, muestra una cuestión diferente, pues el gobierno ha tenido que tomar deuda a precios de default y los niveles de reservas en el Banco Central siguen en números negativos. El ´equilibrio fiscal´ es un dibujo contable.