Trump estatiza al criptomercado y "tokeniza" la gigantesca deuda pública

Escribe Marcelo Ramal

Trump estatiza al criptomercado y "tokeniza" la gigantesca deuda pública

Tiempo de lectura: 5 minutos

Ya pasó una semana desde que el Senado norteamericano aprobó la Ley Genius, una norma que regula la emisión de las llamadas criptomonedas “estables” (stable coins). Lo que diferencia a estas monedas virtuales de las cripto convencionales es que cuentan con un respaldo o reserva, más allá de las étereas “cadenas de bloque” que caracterizan al criptomercado. El valor de las stables suele estar asociado al dólar, aunque puede estarlo a los precios de materias primas o ciertos activos. Para respaldar esa paridad, sus emisores tienen que constituir una reserva efectiva y comprobable. La Ley Genius regulará a este mercado de criptos “estables”, obligando a sus emisores a constituir reservas equivalentes al monto de sus emisiones digitales y en activos de “alta seguridad”. Es una forma de aludir, sin decirlo, a los Bonos del Tesoro norteamericano.

La regulación de las cripto ´estables´ deja colgados del pincel a los “anarcocapitalistas” y “austríacos” que veían en el bitcoin a la consagración de la “libertad” por medio de la “competencia de monedas” y sin la “injerencia del Estado”. Ahora, Trump “estatiza” las cripto, para rescatarlas de sus fluctuaciones vertiginosas. Desde que irrumpieron en el mercado financiero, las cripto han sido un campo fecundo para especulaciones frenéticas y estafas piramidales. En ese cuadro, las “stable coin” surgieron como tentativa de rescate de las monedas digitales -un rescate peculiar, porque consiste en atar su cotización a la de las “odiadas” y “reguladas” monedas o valores emitidos por el Estado. Gracias a esa garantía, el mercado de stable coin logró expandirse y alcanzar una emisión equivalente a 250.000 millones de dólares en los últimos tres años. Según los funcionarios de Trump, la sanción de “Genius” -que todavía debe pasar por Diputados- permitiría expandir ese mercado hasta los 2 billones de dólares al cabo del próximo trienio. Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, no tardó en señalar que ese monto implicaría constituir garantías equivalentes al 5 o 6% del actual stock de Bonos del Tesoro.

Rescatar la deuda

La alusión de Bessent a la deuda pública ayuda a entender el entusiasmo oficial con la ley Genius y, de un modo general, la “pasión” con que la administración Trump se zambulló en el criptonegocio desde que asumió su segundo mandato. Hay que recordar que, en febrero pasado, Trump despidió al presidente de la SEC (Comisión de Valores) de ese país, Gary Gensler, un censor sistemático del negocio cripto. En su lugar, colocó al financista Paul Atkins, quien asumió señalando que el bitcoin era “el futuro del mercado financiero”. Como se recordará, Trump acompañó esa euforia lanzando su propia cripto -y su propia estafa piramidal. Pero enseguida, se abocó a la regulación de las monedas digitales en su versión “estable”. Para el Tesoro, el propósito de esta regulación -como lo señaló el propio Bessent- es insuflarle aliento al mercado de la deuda pública norteamericana, en momentos en que esa deuda se encuentra en la picota. La apuesta a las stable coins adquiría fuerza mientras el Tesoro yanqui sufría dos sonoros fracasos en sendas licitaciones de Bonos. Desde la crisis de Lehman Brothers, la deuda pública estadounidense se ha multiplicado por siete, y sus intereses se han multiplicado tres veces y media. La apuesta a una demanda importante de monedas digitales reguladas es clara: “si se prevé un crecimiento de las stablecoins, los emisores tendrán que comprar más letras del Tesoro para respaldar sus activos”(Ámbito Financiero, 19.7). Los funcionarios de Trump aspiran a que un aumento de la demanda de bonos contribuya a una baja de la tasa de interés y, naturalmente, facilite la emisión de nueva deuda, en medio de las exigencias de la guerra internacional y de la política de “jubileo” impositivo para los grandes capitalistas. Los funcionarios de Trump aspiran también a que la demanda de Bonos de los emisores de stables equipare y supere a la de China, y reduzca la exposición relativa de esa hipoteca a manos de su gran rival internacional. En el mismo sentido, la administración trumpista espera que una moneda digital “estable” fondeada en bonos del Tesoro actúe como un dólar digital, que reforzaría la posición de la divisa norteamericana en el sistema de pagos internacionales. Algunos observadores advierten que las stables podrían convertirse en un instrumento de “dolarización sigilosa” en economías emergentes y con monedas débiles, penetrando en ellas a través de transferencias y pagos de productos o servicios. Trump saludó a la ley Genius como un paso para que “Estados Unidos sea vanguardia mundial en la moneda digital”, en competencia con las tentativas de China en la misma materia. El bitcoin “regulado” es, en este sentido, otro peldaño de la guerra internacional -un artilugio monetario para contrarrestar la decadencia industrial y comercial del imperialismo norteamericano. Pero el bote salvavidas, como se verá enseguida, puede ser el paso previo de un naufragio mayor.

“Burbuja”

Sin que todavía esté vigente, la regulación cripto ha desatado una intensa lucha de monopolios capitalistas. Una larga fila de empresas tecnológicas, comerciales y combinadas -como Google, Apple, Wall Mart y Amazon- estudian el lanzamiento de sus propias stable coins. Por esa vía, aspiran a constituir sistemas de pagos y clientes cautivos, aprovechando sus bases de datos. Por esta razón, el Banco Internacional de Pagos (BIS) acaba de declararse en alerta, pues advierte sobre una proliferación de monedas digitales “etiquetadas por el emisor, como ocurría con las monedas privadas en Estados Unidos del siglo XIX”. Lo que no dice el BIS es que aquel caos monetario estuvo acompañado de extraordinarias burbujas, asociadas a la especulación y al arbitraje entre los diferentes signos monetarios. Sus posteriores explosiones y bancarrotas condujeron finalmente a una centralización de la emisión monetaria, bajo la éjida del Estado. Precisamente, el analista financiero Arthur Hayes, director de BitMex, acaba de pronosticar el “estallido de la burbuja de las stable coins”, juzgando que las acciones de las compañías emisoras se han valorizado abusivamente a partir de las expectativas generadas por su regulación. En otro plano, el BIS advierte sobre las “stables” como un escenario privilegiado para las operaciones de lavado de dinero y, de un modo general, de transferencias que se producen por fuera del control de los bancos centrales. Aparece aquí otra puja al interior del capital financiero: el BIS, como máximo representante de la banca “formal”, advierte sobre el reforzamiento de la “banca en las sombras”, a través de las cripto “estables”. La proliferación de un sistema de pagos por fuera de los canales formales es una invitación a la evasión fiscal. Por eso, la contrapartida necesaria del mundo de las cripto -reguladas o no- es la motosierra sobre el gasto público -con excepción de las partidas militares o represivas-, para compensar la caída de los ingresos fiscales.

En definitiva, dos necesitados han salido en ayuda recíproca: Trump y el Tesoro recurren a la criptomoneda para rescatar a la tambaleante deuda pública de los Estados Unidos, y para contrarrestar su repliegue comercial e industrial en términos internacionales. Del otro lado, los criptoperadores se abrazan a la “moneda fiduciaria” para salvar un negocio especulativo que, en los últimos años, intentó recrear la ilusión de una moneda “sin Estado”, pero que no logró trascender más allá de algunos cenáculos de especuladores.

La emergencia de las monedas virtuales es una manifestación del debilitamiento del dólar como reserva de valor. Que el dólar encontrara como rival a una “moneda virtual” sustentada en la “confianza recíproca” de sus compradores, y con emisores de dudosas garantías, habla más de la decadencia del sistema monetario formal que de la pretendida solidez del mercado cripto. Ahora, Trump y Bessen se suben al carro de las monedas digitales para apuntalar a una deuda pública que representa el 125% del PBI norteamericano. Pero este abrazo del oso -las cripto con el Estado- potenciará todas las tendencias a la crisis. Un analista de Moody´s ha señalado: "En caso de una pérdida repentina de confianza, presión regulatoria o rumores de mercado, esto podría desencadenar liquidaciones (de stable coins) a gran escala, lo que podría deprimir los precios de los bonos del Tesoro y perturbar los mercados de renta fija”. A la inversa, una mayor caída de la confianza en la deuda norteamericana se propagaría rápidamente al mercado de stables coins -cuanto mayor sea la emisión de estas monedas, mayor será el alcance de una crisis monetaria y financiera disparada por el déficit fiscal norteamericano. La hipertrofia de la deuda; el militarismo; la disolución del régimen monetario y la multiplicación del capital ficticio son síntomas inconfundibles de la decadencia del orden social capitalista. Su prolongación se sostiene en base al parasitismo y la guerra, que es la guerra contra la clase obrera internacional.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera