La rebelión que recorre a EEUU

Escribe Nahuel BA

Tiempo de lectura: 3 minutos

Las protestas que se están desarrollando desde el Pacífico hasta el Atlántico, por el asesinato de George Floyd, ha dejado al desnudo un régimen social en descomposición y un régimen político en crisis.

Según los datos de Mapping Police Violence, el 24% de los asesinatos policiales en EEUU son contra afroamericanos, cuando dicha comunidad representa solo el 13% de la población total. Detrás le sigue la comunidad hispana en el ranking del gatillo fácil. La particularidad de los asesinatos que explica la reproducción de estos durante décadas es que queda impune el 99% de los casos. Los fiscales ni siquiera levantan cargos en contra de los policías. Los números son impactantes: entre 2013 y 2019 fueron asesinados 1.949 afroamericanos a manos de la policía. Y al correr de las últimas semanas, con pandemia y todo, ha habido varios casos que fueron de público conocimiento.

El racismo y el clasismo

El gatillo fácil no es el único aspecto que sufre la población afroamericana. Es la comunidad que encabeza los índices de mortalidad con el coronavirus, de desocupación, de pobreza y de falta de vivienda. Teniendo en cuenta de que representan una minoría poblacional, queda en evidencia un régimen social segregacionista, aunque en los papeles se consagre la igualdad de derechos.

El patrón que une a los crímenes raciales como también al resto de las carencias sociales, desde la falta de acceso a la educación y a la salud hasta a un trabajo estable, que sufren la mayoría de los afroamericanos, es su condición de clase. Esto es lo que divide a los trabajadores afroamericanos de los Obama, y lo que, al mismo tiempo, los une con los trabajadores latinos. La cuestión latina merece un texto aparte, ya que este sector de la sociedad que se destaca por desenvolver los trabajos más duros y en las condiciones más precarias.

La crisis sanitaria y económica que encabeza EEUU tiene características excepcionales. Combina más de 1.700.000 contagiados y más de 100.000 muertos, según los datos de la Universidad Hopkins, con una recesión económica que ya tiene más de 40 millones de desocupados. El escenario en su conjunto es expresivo de un régimen social capitalista en completa descomposición, incapaz de resolver positivamente la crisis social, sanitaria, y económica.

Democracia burguesa y libertades democráticas

Las movilizaciones que atraviesan a los Estados Unidos han dejado en evidencia al régimen social, pero también a quienes lo sostienen. El régimen político en su conjunto, desde los alcaldes y los gobernadores hasta el presidente de la nación, sin distinción entre demócratas y republicanos, han respondido a los reclamos populares con represión y la aplicación del estado de sitio.

La democracia burguesa e imperialista ha mostrado su incompatibilidad con las libertades democráticas más elementales, como lo son la igualdad ante la ley -que no corre para afroamericanos y latinos-, el derecho a la protesta -duramente reprimidas con gases lacrimógenos, balas, asesinatos y detenciones-, y a la libertad de prensa -avasallada con la detención del periodista latino de la CNN. "El país de la libertad" ha violado todos los artículos de su tan citada constitución, expresando el carácter reaccionario de los Estados imperialistas en la etapa de decadencia del capitalismo. El Estado, que a través de su Parlamento, ha salido al rescate de las grandes corporaciones capitalistas con subsidios billonarios, es el mismo que reprime a su población con la policía y la guardia nacional, mientras con su ejército, bombardea Irán o bloquea a Venezuela.

Rebelión y clase obrera

Las movilizaciones populares se han unificado detrás de las consignas de justicia por Floyd y otros afroamericanos asesinados ("las vidas negras importan"). Se orientaron sobre todo hacia las comisarías, pero también hubo protestas en centros políticos como la Casa Blanca. A la calle han salido la juventud, organizaciones políticas de izquierda y organizaciones de derechos humanos, lo que expresa tendencias combativas en algunos sectores de trabajadores, estudiantes y de la pequeña burguesía progresista. No obstante, el gran ausente de las protestas ha sido la clase obrera organizada. A diferencia de la reacción al crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra, en la Argentina, que derivó inmediatamente en paros y movilizaciones de distintos sindicatos, con el asesinato de Floyd no se vio lo mismo. La clase obrera norteamericana no lo percibió como un crimen contra su clase a pesar de que George Floyd haya sido un trabajador no organizado sindicalmente. Esto último es esencial tenerlo en cuenta, primero para tener una imagen real del estadío de la lucha de clases en EEUU, y segundo, para promover la intervención política de la clase obrera norteamericana en la crisis, que para los socialistas es fundamental para abrir camino a un gobierno de los trabajadores.

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