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Los incidentes desatados en Torre Pacheco, un pueblo de Murcia, a raíz de la paliza el 9 de julio a un vecino a manos de tres inmigrantes magrebíes muestran la punta del iceberg de la violencia desatada contra la inmigración que es la mano de obra que mantiene en pie la actividad agraria de España. Antes del incidente de Torre Pacheco una violación en la ciudad madrileña de Alcalá de Henares provocó una hola de xenofobia sin que la autoría del delito esté clara, y el sábado 19 de julio los grupos de ultraderecha convocaron allí una manifestación contra los emigrantes y por el cierre de un centro de acogida en esa ciudad que califican como el origen de la criminalidad en Alcalá de Henares que reunió a 150 personas. La campaña del cierre es además un eje de disputa entre la Comunidad de Madrid gobernada por el PP y el Gobierno de Pedro Sánchez. En Torre Pacheco un 30% de la población es inmigrante y se dedica a la actividad agraria con sueldos por debajo de convenio y en condiciones precarias. Una parte considerable de esa mano de obra no está sindicalizada porque carece de documentación española y los sindicatos no aceptan trabajadores indocumentados. En general están en periodo de regularización de su situación y solo son asistidos por las organizaciones no gubernamentales. La mano de obra “ilegal” o alegal recibe por su trabajo una retribución muy inferior estipulada para la cantidad de horas reales de su trabajo. Esta es la base de la rentabilidad de la producción agraria española.
La golpiza a un vecino anciano del pueblo provocó una reacción de repudio generalizada y de la propia comunidad musulmana en Torre Pacheco cuyo presidente Nabil Moreno lleva viviendo allí 25 años. La acción violenta dio pie movilizaciones convocadas por grupos de ultraderecha y fascistas que acudieron de forma masiva al pueblo en lo que el ministro del Interior Fernando Grande Marlaska calificó de “cacería de inmigrantes”. En el pueblo, jóvenes magrebíes y miembros de una segunda generación de inmigrantes hicieron frente en algunos barrios a a los grupos organizados procedentes de otras ciudades de Murcia. Un fuerte despliegue policial separó a las fuerzas enfrentadas y detuvo al menos a 13 personas. Las movilizaciones convocadas provocaron incidentes durante los días 15,16 y 17 de julio.
Los grupos de ultraderecha y fascistas agitan permanentemente la presencia de inmigrantes como el motor de la criminalidad, la violencia y los delitos sexuales en España. Un fenómeno que caracteriza a la derecha y la extrema derecha a escala internacional sin excepción. Discurso que se extiende en contra de la realidad estadística que demuestra que en todas las formas de criminalidad los delincuentes son de forma abrumadoramente mayoritaria españoles, como ocurre en el resto de los países. Su agitación sin embargo ha calado en un sector de la juventud y sirve como telón de fondo a una fuerza política en ascenso que aspira a la expulsión de inmigrantes: el partido Vox, con fuertes vínculos con el fascismo internacional como es el caso de Javier Milei y su Libertad Avanza, y seguidores de Donald Trump desde la primera hora. En Europa pertenece al grupo Patriotas por Europa, junto a Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen.
La campaña tiene un objetivo claro, reforzar la sumisión de los trabajadores inmigrantes a sus condiciones de explotación extrema por el miedo a la regimentación mediante la violencia ultra al margen del aparato del estado. La consecuencia es la opresión por sistema. Menudean las denuncias de abuso sexual de trabajadoras magrebíes en el campo. El ataque a los trabajadores por su raza es también parte indisoluble de la ofensiva del capital contra los trabajadores en general como se vio en distintas represiones contra manifestaciones y medidas de fuerza (metalúrgicos de Cádiz, Acerinox, Ferrol, Cartagena, Zaragoza…).
En este contexto el papel de los sindicatos CCOO y UGT es realmente vergonzoso. Incluso de las organizaciones que se reivindican clasistas. Ninguna de ellas se ha lanzado a la organización de los trabajadores migrantes en el sector agrario o de la construcción, para la defensa de sus condiciones de trabajo y salario ni a la unidad de los trabajadores nativos y extranjeros contra la política represiva del gobierno y de las bandas fascistoides. No hay un trabajo organizado dentro de los sectores donde de forma mayoritaria los trabajadores son migrantes. En algunas zonas del Maresme de Cataluña ocasionalmente ha surgido la auto organización de los trabajadores. En la zona del Ejido en Murcia en las zonas de producción intensiva de frutas y verduras se han registrado luchas de forma aislada y hace 25 años una fuerte reacción social contra los trabajadores migrantes. Pero en ningún caso se han organizado movilizaciones nacionales de repudio a los ataques contra los trabajadores migrantes, contra la xenofobia creciente, por la igualdad salarial y las condiciones de trabajo de este sector.
Mientras tanto, los jóvenes españoles de Torre Pacheco, como los del resto de España, emigran buscando niveles salariales más altos y oportunidades laborales en economías más desarrolladas del resto de Europa. Son, en sus países de destino, como los inmigrantes en España. Masas de trabajadores españoles constituyeron una de las corrientes migratorias más fuertes junto con Portugal tras la segunda guerra mundial para paliar la desocupación y el hambre. Las remesas de los emigrantes fueron un pilar de la balanza de pagos del país. Ahora una juventud sometida a una deflación interna brutal tras la crisis de 2008/2010 que se ha reflejado en salarios que en general no sobrepasan los 1.000 euros, vuelve a buscar un futuro al otro lado de sus fronteras. Las organizaciones sindicales sistemáticamente renuncian a una movilización centralizada y nacional por el salario y las condiciones de trabajo mientras cantan loas al gobierno del PSOE Sumar.
La desmoralización de la juventud, su desengaño político tras la experiencia con Podemos y Sumar, sus condiciones de existencia, el precio inabordable de los alquileres y la vivienda y la evidencia del deterioro creciente de los beneficios sociales, desde la sanidad hasta la jubilación están en la base del predicamento creciente de Vox y de los grupos fascistas. El gobierno de PSOE-SUMAR se ha tomado su tiempo para reaccionar frente al accionar de estas bandas como siempre, mientras se despliega la complicidad de la policía con los manifestantes. El gobierno, que se presenta como el que frena a la derecha, queda al descubierto cuando se trata de reprimir a los trabajadores en lucha como ocurrió en las huelgas del metal en Cádiz o con los seis de Zaragoza condenados a 4 años y seis meses de cárcel por una manifestación contra Vox, o las 6 sindicalistas de La Suiza condenadas a tres años de prisión por protestar contra sus condiciones de trabajo.
La ley mordaza sigue vigente y este gobierno mantiene a presos políticos. Más de 30 trabajadores y familiares detenidos como consecuencia de las movilizaciones en Cádiz, multas exorbitantes mientras las agresiones de la derecha apenas sufren represión y sanciones. Una parte de la izquierda, incluso la que se llama marxista, diferencia la ultraderecha y la judicatura del gobierno, cuando lo que hay que remarcar es la asociación de todas estas organizaciones y el gobierno detrás del mismo objetivo: dividir a los trabajadores para hacer retroceder sus luchas.
La clarificación política de clases es el primer paso imprescindible para la organización de los trabajadores. Delimitarse de los partidos y sindicatos que ocultan el rol del gobierno que forma parte de un plan represivo, de guerra no solo contra el “enemigo” externo sino contra los trabajadores que se ven afectados por los recortes que impone el aumento del presupuesto militar para financiar a la OTAN. Esto no quiere decir que no haya que participar en concentraciones y manifestaciones contra la represión, pero firmar con los que ocultan el papel del gobierno y poner solo el eje en la ultraderecha y la judicatura es colaborar a la confusión que precisamente introducen estas organizaciones para seguir alimentando la idea del supuesto progresismo del gobierno que los reprime y deja hacer a los grupos de la derecha.
El huevo de la serpiente solo puede ser aplastado con la movilización de las masas. El vacío generado por la deserción de las fuerzas sindicales ante la movilización de la ultraderecha y el fascismo es el camino de la derrota. Es la crisis irreversible del capital, con su necesidad de súper explotación creciente lo que expulsa a la juventud de su tierra. Es la misma crisis irreversible que encadena a los trabajadores inmigrantes a sueldos de hambre y condiciones de trabajo intolerables. En España se prepara un ascenso aun mayor de la derecha y el fascismo. Las continuas concesiones del Gobierno de PSOE Sumar a las presiones del capital y el imperialismo mundial son la antesala de ese reforzamiento. En Francia el anuncio de recortes presupuestarios de 44.000 millones de euros para alimentar la maquinaria bélica ha colocado al país al borde de una crisis política.
Los planes presupuestarios para España no serán mejores con este gobierno o con el próximo. El Gobierno ni siquiera tiene fuerza para votar un nuevo presupuesto y la prórroga del actual dejará cualquier mejora de la sanidad y la educación, cualquier propuesta de mejorar el problema de la vivienda en nada. La lucha contra la guerra, contra la persecución de los migrantes es indisoluble de la lucha por el pleno empleo y sueldos dignos para la juventud. Es la lucha por el acceso a la vivienda. La izquierda y las organizaciones sindicales que se reclaman de la clase obrera deben abrir un debate para la movilización unitaria de masas contra los recortes sociales y contra la guerra, contra el fascismo y los gobiernos corruptos. Por un gobierno obrero.