Escribe Julián Asiner
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En el día de ayer se realizaron las elecciones para renovar las autoridades de la Federación de Profesionales, el sindicato que representa a un tercio de los trabajadores de planta de los hospitales porteños, los pertenecientes a las disciplinas llamadas “no médicas” (psicología, odontología, trabajo social, nutrición, farmacia, bioquímica, fonoaudiología, musicoterapia, ciencias sociales, entre otras).
El congreso se realizó sin mediar debates en los hospitales, escondido detrás del desconocimiento generalizado de los profesionales afiliados a sus asociaciones de base, lo cual fue el resultado de una política intencionada. La lista que ganó y que volvió a proclamar como presidente a Andrés Añón, de la Asociación de Psicólogos, ligado al peronismo, no dio a conocer un programa ni un plan de acción.
Mientras este congreso a oscuras se realizaba, residentes de los diferentes hospitales porteños se agolpaban frente a las puertas de la Federación. Allí se movilizaron para denunciar la falta de acompañamiento del sindicato a los paros y movilizaciones que vienen realizando por la recomposición salarial hace ya 7 semanas. Las autoridades se excusaron, esta vez, en las tareas electorales para no recibirlos (ver nota aparte).
La dirección de la Federación no abre la boca sobre el pronunciado deterioro del salario de los trabajadores de la salud de CABA, mientras acompaña como una sombra las infructuosas negociaciones que comandan las burocracias de SUTECBA y Médicos Municipales. Su lógica derrotista sobre todos las reivindicaciones se extiende al intento de liquidar la carrera profesional, que Añón propuso canjear por el financiamiento oficial para crear un instituto que vendería cursos de capacitación a los trabajadores.
En este contexto, la novedad de la elección lo constituyó el ingreso de la Asociación de Profesionales de Servicio Social (APSS) a la lista ganadora, que se ubicó en el cuarto lugar, obteniendo la secretaría gremial. La movida contó con el patrocinio político del aparato oficial del Partido Obrero, que integra la Comisión Directiva de APSS. Se sumaron así a la “apuesta” que en la elección pasada había inaugurado la Asociación de Licenciados en Enfermería (ALE) bajo el auspicio del MST, con nulos resultados en relación a los intereses de enfermeras y enfermeros.
En un comunicado público, la APSS justificó esta orientación afirmando que “en este contexto nacional como local la salud pública y sus trabajadores se encuentran en franco ataque, y es urgente fortalecer las herramientas sindicales y sus potenciales fuerzas organizativas”. Sostienen que “la ultraderecha avanza en el mundo y en nuestro país, ubicando a en les trabajadores y sus organizaciones un enemigo central. Esto exige nuestros esfuerzos extraordinarios para enfrentarlos”.
Lo que se fortalece, sin embargo, con este “esfuerzo extraordinario” de la APSS, es objetivamente la lista de Añón, que volvió a reelegirse al frente de la Federación, integrando a su lista a la principal asociación hasta ayer opositora. “Fortalecer las herramientas sindicales” es exactamente lo contrario de lo que hace el peronismo, que las somete a la parálisis para que Milei pueda ejecutar todos sus planes contra la clase obrera. Por eso todas las luchas contra el gobierno son encabezadas por movimientos autoconvocados, al margen (y en contra) de las grandes estructuras gremiales, como ocurre con los jubilados, la discapacidad y, en salud, con el Garrahan y los residentes.
La tendencia a la ultraderecha emerge de una crisis generalizada del capitalismo en decadencia, que a nivel mundial se expresa en guerras imperialistas, bancarrotas económicas y una crisis humanitaria que incluye un genocidio a cielo abierto, como ocurre en Gaza. En nuestro país, el ascenso de Milei fue pavimentado por el fracaso de los Fernández, que ensayaron una colaboración de clases destinada a rescatar al capital. Ahora, los promotores de esa derrota apuntalan los ajustes oficiales desde las gobernaciones y la dirección de los sindicatos. No va a ser junto a ellos que la clase obrera encuentre una salida al deterioro de sus condiciones de vida.
El aparato del PO añade argumentos de su propia cosecha para justificar esta alianza con la burocracia. Afirman que “no representa de una unidad política, sino la conjunción de las distintas asociaciones en diferentes secretarías”. Esto “porque el estatuto no contempla representaciones de minoría para que las listas opositoras ingresen al Consejo Ejecutivo”. Como esto sucede en el 90% de los sindicatos argentinos, el aparato abre la puerta para la integración a la burocracia sindical en el conjunto del movimiento obrero. Es lo que ya practica hace años el MST, que en salud integra la conducción de la CICOP alineada con el gobierno de Kicillof y sus salarios de miseria.
La excusa “técnica” fue la misma que usó el aparato del PO para justificar la conformación de un interbloque de “izquierda nacional y popular” entre el FITU y el PJ en la Cámara de Diputados. Lo cierto, sin embargo, es que con esta “apuesta”, las trabajadoras sociales de la APSS ingresarán en una posición subordinada al Consejo Ejecutivo de la Federación que conducen Añón y sus aliados.
Cuando la lucha de los trabajadores de la salud plantea la necesidad de una dirección independiente para hacer frente a los ataques de Milei y los gobiernos provinciales, el rumbo del FITU marcha en sentido contrario, promoviendo la integración de los activistas a las agotadas estructuras de las burocracias sometidas al Estado. En lugar de recorrer esta experiencia tantas veces fracasada, Política Obrera impulsa la autoorganización de los luchadores para construir, con nuestros propios métodos y herramientas, una huelga general que abra una perspectiva para la conquista de todas las reivindicaciones en juego.