Frigorífico Santa Giulia: unidad de los trabajadores de la carne para derrotar la impunidad patronal

Escriben Brian Sordelli y Bárbara Carrillo

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En el año 2018, la patronal de Santa Giulia impuso un cambio en el convenio laboral, cercenando las condiciones de trabajo de los trabajadores. En ese momento, el frigorífico, ubicado en Alejandro Korn, contaba con 300 obreros que dejaron de cobrar por hora, pasando a un régimen atado a la productividad. Es decir, prácticamente a destajo. Esto no podría haberse impuesto sin la intervención de la burocracia de Fantini, que en ese momento irrumpió para desplazar al sector de Vallejos (FESITCARA). Esta disputa intersindical dio como resultado no solo un nuevo régimen laboral, sino también una decena de despidos.

Como el salario está atado a la productividad, los trabajadores comenzaron a dejar su salud en el frigorífico para no perder su sueldo, el cual, además, cobran mitad en negro. Problemas en la columna, en las manos, cortes en sus extremidades y problemas en los pulmones. En resumen, los ahora 600 trabajadores llegan a esta pandemia con su salud destruida y totalmente precarizados.

Tras el inicio de la cuarentena, el 19 de marzo, los trabajadores plantearon ante la patronal una serie de medidas para prevenir los contagios. Hicieron pedidos de barbijos, de alcohol y de elementos de seguridad e higiene. Exigieron cuestiones tan básicas como el pedir vasos para el dispenser. Pero el dueño, José Somma, se negó rotundamente. Y mantuvo la producción sin ninguna medida. Ni siquiera otorgó las licencias a trabajadores con patologías previas.

El 16 de mayo, tras conocerse el primer caso positivo de coronavirus, llegó una inspección del municipio, con autoridades del gobierno, de la Provincia de Buenos Aires y del sindicato. Esta inspección, después de haber desinfectado el lugar en pocas horas, concluye en que la planta se encuentra en condiciones de seguir trabajando. Y el frigorífico se reabre al día siguiente. Frente a esto, los trabajadores se niegan a entrar y realizan una reunión en el playón del frigorífico, a la que asisten 200 compañeros. Esta asamblea autoconvocada discute la necesidad de protocolos de salud, de una desinfección verdadera y de que se realice un testeo masivo a todos los trabajadores. En medio de esta deliberación, aparece el patrón Somma con un papel en la mano gritándole a los trabajadores que está todo legal y que está avalado por el municipio, por la provincia y por el gremio. Y que si los trabajadores quieren hacer cuarentena que la hagan, pero sin goce de sueldo. Es más, José Somma declara en un reportaje que él está avalado por los ministerios de Salud y Trabajo y por el propio intendente de San Vicente, Nicolás Mantegazza. "Yo no obligo a nadie, la planta está trabajando", afirma Somma. Y aun así, más de la mitad de la planta decide tomar esa licencia, ante el peligro que significaba para ellos seguir trabajando en esas condiciones, defendiendo la salud de ellos y sus familias. José Somma, ante la decisión de los trabajadores para resguardar sus vidas, de manera trapera, les niega la parte del sueldo en negro en forma de castigo.

Dos días después de todo esto, se conoce el segundo caso, y casi la totalidad de los trabajadores se niegan a ingresar. Aún frente a la amenaza de represalias de parte del sector de recursos humanos que tomó nota de cada uno de los obreros que se habían negado a ingresar.

Días después, con un tercer contagio y con 58 trabajadores aislados a la espera del hisopado, se toma la decisión de cerrar el frigorífico. Pero aún con ocho trabajadores contagiados, el frigorífico sigue manteniendo el sector de administración y depostada. Esto demuestra una impunidad total frente a la gran cantidad de contagiados a quienes además se les está negando su salario.

Este repaso por los hechos ocurridos en el frigorífico Santa Giulia, demuestran la responsabilidad de la patronal, de la burocracia sindical y del propio gobierno municipal. Si José Somma se paró en la puerta frente a 200 trabajadores instándolos a trabajar sin ninguna medida de seguridad, es porque recibió el aval del gobernador, del intendente y del propio sindicato. Son también responsables de enfermar a los obreros.

Pero este repaso muestra, también, el hilo de continuidad que existe en todos los frigoríficos del país. Los trabajadores de la carne se encuentran en estos momentos deliberando y dando una batalla contra los empresarios de la carne, y con una burocracia sindical que intenta aplacar esas luchas apelando a la división. La disputa entre los dos gremios que se había dado dos años atrás en Santa Giulia es lo que hoy mantiene en pie de guerra al Penta. Es necesaria y urgente lograr la coordinación de todas estas luchas. Desde el Penta hasta Santa Giulia. Por un paro nacional de los trabajadores de la carne, por protocolos de seguridad e higiene discutidos por los trabajadores. Que se garantice el salario y los puestos de trabajo. Reintegro de los días caídos ningún descuento, pago total de los adicionales en negro.

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