Tiempo de lectura: 2 minutos
Irak, luego de años de ocupación imperialista atraviesa uno de los períodos más sangrientos. Desde el primero de octubre fueron asesinados 267 personas, con 1.200 heridos (Clarín, 3/11), y en los últimos 4 días de protestas, ya hay 37 muertos (13 en las últimas 24 horas). A pesar de ello, las protestas desafían el toque de queda. Hay un acampe en la plaza Tharir de Bagdad. Las protestas se llevaron a cabo en zonas chiitas y sunitas, con piquetes, choques con las fuerzas de seguridad y sabotajes (se cerró el mayor puerto, Umm Qasr y avanzan sobre los pozos petroleros). El lunes se quiso reabrir el puerto y tres manifestantes más fueron asesinados en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Hace un año, miles salieron a las calles para protestar en Basora debido a los suministros de agua contaminada. Ahora es la mala administración y las condiciones de miseria creciente; los manifestantes exigen: que se vayan todos. Irak es uno de los calderos de Medio Oriente. Recientemente, uno de los analistas financieros más destacados, marcaba este conflicto como uno de los “disparadores” de la crisis mundial. Aunque hay una mayoría chiíta (64%) junto a minorías sunitas y kurdas, no se trata de un conflicto confesional. Este marco ha quedado desbordado.
De acuerdo al Banco Mundial el desempleo en la juventud trabajadora es superior al 25%. La economía iraquí está quebrada: el 85% de los ingresos provienen del petróleo, y la productividad es una de las más bajas del mundo, hundiendo el empleo y los ingresos. La corrupción es parte integral del régimen, que no logra unificar al país.
Las masas reclaman la salida del primer ministro Adel Abdul Mahdi, que dijo que está “dispuesto a renunciar pero en cuanto se encuentre un sucesor” (Clarín, 3/11). Uno de los manifestantes declara “No queremos expulsar solo a Mahdi. También a todos los demás corruptos. Así que, ¿y qué si dimite? ¿Qué pasará? Pondrán a alguien peor” (el periódico, 4/11).
Irán, vecino chiita, hace lo posible para sostener al régimen iraquí. Mahdi asumió en 2018 tras la formación de un gobierno de coalición entre las dos principales fuerzas políticas, Binaa e Islah. Binaa tiene lazos con Irán y el Frente Popular de Movilización (FPM) que luchó contra Estado Islámico. Las milicias iraquíes tienen una relación directa con Quds. El FPM recibe una gran parte del presupuesto. Islah, liderada por el clérigo Muqtada al-Sadr, se opone a la influencia iraní. Las protestas ignoraron las órdenes de las mezquitas y avanzaron durante todo el fin de semana. Los kurdos apoyan al primer ministro y tienen puestos ministeriales.
La crisis en Medio Oriente y la crisis mundial
Irak se ha convertido en un estado fallido, en el cruce de la guerra en Medio Oriente. El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, expresó su apoyo a las protestas en Irak (aurora-israel, 4/11), después de bombardear suelo iraquí. Para muchos, el desplazamiento de los contingentes militares yanquis del oeste de Siria a la frontera con Irak, representa una seria amenaza a su soberanía (NYT, 22/10). Las manifestaciones multitudinarias en oposición a la carestía de la vida y la quiebra de los servicios básicos, chocan con la tentativa imperialista de montar, desde Irak, una ofensiva político-militar en Irán.