Escribe El Be
En un escenario de declinación de los liberticidas y de desorientación ‘opositora’.
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El Frente de Izquierda – Unidad (FIT-U) ha inscripto sus listas a nivel nacional para los comicios de octubre sin un acto de lanzamiento ni una conferencia de prensa, como acostumbraba a hacerlo. No es el único aspecto llamativo: la campaña tampoco ha estado precedida por conferencias electorales de parte de ninguno de los partidos que componen el frente (PTS, MST, IS y el aparato del PO). Una campaña política que no está precedida o acompañada por un programa es un “oxímoron”, es decir que deja de ser una campaña política para transformarse en algo cambiante en función de circunstancias de distinto orden. Un afiche reciente, por ejemplo, con las figuras de Romina del Pla y Néstor Pitrola lleva como consigna “Una campaña con y por los de abajo”. En los 90, el Frente del Pueblo entre el Partido Comunista, el MAS, Barrios de Pie y una fracción peronista tenía como consigna “Arriba los de abajo”. El FdP/FrePu la había copiado de un frente de izquierda en México. No se trata de una consigna política sino de un slogan publicitario.
En un momento en que la ascendencia ‘libertaria’ ha entrado en declive, la falta de un programa es significativa. Las corridas cambiarias, la asfixia industrial y la recesión, los despidos masivos y cierres de empresas, el impacto popular de luchas fundamentales (como discapacidad, salud y jubilados), han puesto en crisis el propósito plebiscitario del gobierno en estas elecciones, y con el ello la continuidad del plan ‘motosierra’ y, especialmente, el endeudamiento indefinido del Estado. Esto sería suficiente para generar una crisis de poder en el campo de un gobierno de ultraderecha. La falta de un programa revela una inconciencia de la situación en su conjunto. Por otro lado, una forzosa adaptación a las circunstancias parlamentarias del momento. La comparación que se ajusta para el caso son las elecciones que precedieron a la caída de De La Rúa, que encontró a los trabajadores desarmados políticamente.
La ausencia de un programa viene acompañada por otra: no hay campaña del FIT-U como tal, sino de cada grupo por separado. Ocurre que el FIT-U está librando una ‘guerra civil’ en el SUTNA, donde habrá elecciones hacia fines de septiembre. Cada grupo del FIT-U apoya a una lista diferente en medio de denuncias de corrupción. El FIT-U ha comprometido el futuro del primer sindicato clasista de la industria en ochenta años. El liquidacionismo sindical es un baldón insuperable para cualquier “frente de izquierda”, con independencia de los resultados de las elecciones parlamentarias. En octubre de 2001 y luego en marzo de 2002, Luis Zamora obtuvo resultados electorales extraordinarios en CABA –el 8 y el 14%, respectivamente. Esta hazaña no tuvo, sin embargo, consecuencias en una etapa de derrumbe político del Estado y de una furiosa indignación de la clase media, porque Zamora no tenía programa y rechazaba organizar un partido. Pero donde no hay partido no hay programa, y donde no hay programa sólo puede haber un sello o un aparato, pero no un partido
El aparato del PO intentó abrir una crisis en el FIT-U en cuanto al lugar de las candidaturas. Pero esta vez las diferencias no podían resolverse por medio de las PASO, que habían sido suspendidas. El MST ha presentado sus propias divergencias en cuanto a la distribución de cargos. Ante la falta de un debate programático, la rencilla no pudo superar el nivel del carrerismo y del ‘derecho’ prioritario del cartel electoral. El sector del PO amenazó con una ruptura que nadie creyó. Pero las crisis ‘institucionales’ en Argentina abrieron otro vericueto para el aparatismo de izquierda –los candidatos a las elecciones de la provincia de Buenos Aires fueron convertidos en ‘testimoniales’. Romina del Pla y Nicolás del Caño, por caso, participarán como primeros candidatos en las dos elecciones. De tener éxito en la Provincia, asumirán sus segundos. A la falta de programa se suma esta suerte de ‘privilegios’ y de confusiones. Mayor ‘casta’ no se consigue. La “renovación generacional”, una consigna ‘justicialista’ de los 60 para reemplazar a Perón, fue instrumentada por una mayoría de partidos para disimular la crisis del Estado y el régimen político. La mayor victoria obtenida por los renovadores generacionales fue la consagración presidencial de Carlos Saúl Menem contra la ‘casta’ de los Antonio Cafiero, que reclaman para si la condición de Renovadores. La IV Internacional ha llamado, desde sus inicios, a dar “paso a la juventud”, pero no a liquidar el programa revolucionario gestado por años de victorias y derrotas de la clase obrera revolucionaria.
En este cuadro, ninguno de los cuatro partidos del FIT-U ha presentado tampoco una campaña territorial de conjunto, o sea a nivel nacional. La prensa de cada grupo refleja la campaña sólo en aquellas provincias donde tienen sus principales candidaturas. Es notoria la ausencia de artículos sobre la campaña electoral en provincias donde ese partido no encabeza. La monopolización de la campaña, por parte del partido que encabeza, ha desplazado al resto. Un partido revolucionario procura centralizar la agitación entre las masas y las clases, no compartimentarla.
El PTS asegura que “se eligen tres diputados por Jujuy, uno tiene que ser del pueblo trabajador”. El objetivo que asigna a su candidato a senador, Alejandro Vilca, es “que se sepa la verdad de lo que pasa en Jujuy”; exactamente lo que ordena la Constitución Nacional. En CABA, presentan a Myriam Bregman, en clave identitaria, no de clase, como “la única candidata mujer en el distrito”. En Mendoza hacen lo mismo, destacan la “renovación generacional” de sus listas –un planteo identitario. La política indentitaria ha surgido para combatir a la política clasista; salir del ‘simplismo’ de la subjetividad emancipadora del proletariado y suplantarla por la “pluralidad de subjetividades” –raza, edad, género, nacionalidad, incluso climática. La agenda “woke”, que pretende enterrar la lucha de clases. La ultraderecha la ataca oponiendo su propia política identitaria: blanca, supremacista, imperialista, discriminatoria, antimigrante. A la hora de la guerra, ambas “agendas’ apoyan a la OTAN contra Rusia, China, Brasil y ahora la India.
El PTS ha hecho de la “renovación” una cuestión de principios, incluso como punto de delimitación del peronismo. Le reprocha su “poca renovación”, por un lado, y, por otro, que se veía a los dirigentes “estar en una interna eterna, discutiendo cargos, fechas, desdoblamientos”, “en vez de estar al frente de las luchas”. El peronismo, agrega, “fracasó” (sic) como oposición (sic) y “se demostró dócil, moderado e impotente”. Una caracterización similar tiene el MST, que afirma que “el PJ” (sic) ha sido una herramienta “tibia” para frenar a la “ultraderecha” (“Se presenta el Frente de Izquierda Unidad en todo el país”, en Periodismo de Izquierda, 7/8). La “interna”, sin embargo, es más “eterna” en el FIT-U. En cuanto al “fracaso”, supone que el peronismo puede ponerse por encima de la decadencia del capitalismo, de sus crisis y convulsiones y de sus guerras. “Es el capitalismo, estúpido”, diría Bill Clinton, no el peronismo en abstracto.
Partiendo de la idea de que “en el peronismo hay mucho maquillaje y poco cambio”, para estas elecciones el PTS repite insistentemente en sus artículos y en sus declaraciones en los medios: “el peronismo no va más” (por ejemplo: “¿Un nuevo Frente de Todos?”, La Izquierda Diario, 16/8). Como acuñó su rival interno, Gabriel Solano, vamos “por un movimiento popular” (el peronismo) “con banderas socialistas”. El “peronismo no va más se traga un pedazo grueso de la historia: el peronismo de la Triple A y el peronismo menemista. Estas caracterizaciones ‘infelices’ del PTS obedecen a la falta de un programa, que, como decimos más arriba, obliga a adaptaciones y contorsiones, en beneficio de la frase de sonido atrayente. En clave subliminal, el PTS, un partido morenista al fin, está reivindicando el venerado sometimiento de Nahuel Moreno a Perón en su grotesco ‘entrismo’ al peronismo. Ahora, el PTS reprocha a los Grabois el intento de “renovar un peronismo que ya fracasó como herramienta política contra la derecha”. Más aun, al achacar a Grabois que “se mantiene dentro de un peronismo oxidado”, lo está invitando a ocupar un espacio que sería más prometedor que el de la Compañía de Jesús. El FIT-U, en su conjunto, disputa el ‘voto peronista’ en el terreno nacionaloide del propio peronismo,
Para el PTS existe en Argentina una “crisis de representación”. “Renace, dice, el intento de 'renovar' la política apelando a figuras ajenas a ella” (“Renovación o farandulización de la política”, La Izquierda Diario, 19/8). Para el PTS, “renovar la política, (es) desde abajo y desde la clase trabajadora”. Pero la política, bajo el Estado capitalista, es la política capitalista. Que la renovación de la política burguesa la hagan los de abajo, es la esencia de la política contrarrevolucionaria dentro del proletariado –servir como carne de cañón a propósitos que no son los de los intereses históricos de los explotados. Es la política del reformismo con larguísima etiqueta de vencimiento, y la del stalinismo. Embelesado por el sonido de su propio discurso, PTS achaca a LLA que “maquillar la política no es renovarla”. LLA no “maquilla” nada: es la contrarrevolución social y política con todas las letras, que todavía enfrenta obstáculos para su despliegue completo bajo la forma de una guerra civil. La verdadera renovación para el PTS es “ofrecer nuevos objetivos, nuevos programas, nuevas perspectivas” -“el Frente de Izquierda encarnó y encarna ese tipo de renovación”. El vino viejo en envase nuevo es siempre mucho más dañino que en botella original. El PTS no ha presentado abiertamente un programa, pero lo expone aquí y allá, tanteando el terreno. Es un programa antisocialista.
Embalado, el PTS no se detiene: es “fundamental que la Izquierda haga una buena elección porque necesitamos poner en pie una fuerza política verdaderamente nueva”. La regresión ideológica no solamente se debe practicar sin hilo conductor: hay que convertir definitivamente al FIT-U –es decir al PTS- en una fuerza declaradamente reformista; Myriam Bregman lo expone sin miramientos en su libro reciente. Estamos ante una declaración, largamente demorada, del “fin de la historia”. Esto explica, digámoslo a cuenta de futuros artículos, que para los periodistas del PTS no hay una guerra mundial en desarrollo, sino una suma controlada de guerras locales. Pacifismo al palo.
Los partidos del FIT-U han sido ganados por esta entrega de posiciones socialistas. Un socialista no estaría destruyendo políticamente al SUTNA. De la misma manera que para el PTS el objetivo de la elección es “preservar la conquista” de las bancas de diputados, para el MST en esta elección la clave es “elegir diputados y diputadas que están siempre del mismo lado” (“Derrotar a Milei sin volver al pasado”, Periodismo de Izquierda, 17/8). Para IS “es necesario tener más bancas que garanticen luchar” (sic, sic, sic) por las reivindicaciones populares (“Contra el plan motosierra, votá al Frente de Izquierda”, Izquierda Socialista, 14/8). Un Parlamento abierto a las luchas.
El aparato del PO, que ha salido perjudicado en la distribución de las candidaturas, sostiene que sería errado “decir que un diputado de izquierda más o menos va a cambiar la relación de fuerza que existe en Argentina”; más aun, “el problema de esta campaña electoral obviamente no es solamente meter uno o dos diputados más de izquierda” (El cierre de listas hacia octubre”, Prensa Obrera, 18/8). En definitiva: “Tampoco es cierto que tal o cual proyecto parlamentario pueda avanzar exclusivamente por los cauces parlamentarios. Hemos visto que el gobierno se dedicaba a vetar todo tipo de iniciativas, incluso cuando son muy modestas desde el punto de vista de los intereses populares”. Para Solano, “el voto a la izquierda es darle fuerza a los partidos políticos y la expresión política de una salida distinta (¿cuál?) frente a la bancarrota capitalista en el país”.
Son, en ausencia de un programa y sin delimitación de sus compañeros de ruta, frases vacías. Solano propone que “en el medio de la campaña electoral, nuestro principal acto electoral, entre comillas, es hacer un plenario de trabajadores en el cual nosotros impulsamos sin que hablen los candidatos”. Ante la poca oferta de cargos, para Solano es mejor el anarquismo – que los candidatos no hablen; que hagan votos, pero de silencio. El PO, como el zorro ante las uvas distantes, proclama el antielectoralismo, sin perder la esperanza de que el FIT-U obtenga un segundo diputado por CABA, o sea, él mismo. El inmovilismo del aparato no podría ser mayor: no dejarse absorber electoralmente por el PTS y rezar a los santos para que el PTS los meta en el Congreso.
El FITU se ha convertido en un frente de colaboración de clases en grado de tentativa. Lo ha hecho evidente en Fate (SUTNA) con la precariedad laboral y los cambios de régimen de trabajo acordados con Madanes, el patrón. Lo reafirma con todos los planteos “renovadores’ que ofrecen una colaboración política al régimen, ‘opositora’ por supuesto, por medio del Congreso. Si, en efecto, la burguesía no puede evitar un giro electoral contra Milei y la derecha, y tampoco puede evitar un eventual o incluso leve giro hacia la izquierda: la tendencia al default se combinaría con una crisis política y con una situación prerrevolucionaria. El FITU ya ha dado varios pasos para señalar su disposición para que no se convierta en una salida obrera, socialista e internacional.
