Aceiteros, ATE, UOM y la reforma laboral

Escribe Jacyn

Inmovilismo, nada nuevo bajo el sol.

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El congreso nacional de la Federación de Aceiteros y un plenario nacional de ATE, realizados en la última semana, adoptaron definiciones frente a la reforma laboral.

Del congreso de Aceiteros participaron también Abel Furlán (UOM), Rodolfo Aguiar (ATE) y María Fernanda Boriotti (FESPROSA), “quienes coincidieron (con Yofra, el dirigente de Aceiteros) en la necesidad de coordinar acciones conjuntas frente al proyecto de reforma laboral” (Perfil, 12/11). En agenda se encuentra inscripto un paro aislado de 24 horas de ATE para el 19 de noviembre próximo con movilización al ministerio de Trabajo a partir del mediodía. La Federación Aceitera sólo anticipó que hará una medida de fuerza “cuando este gobierno quiera avanzar contra los derechos laborales”. El proyecto oficial se encuentra en el Congreso para ser adoptado en diciembre y acaba de ser puesto en la agenda del acuerdo comercial de Caputo con Bessent. La dilación de Aceiteros es una expresión de la expectativa de sus dirigentes de que la ‘reforma’ no salga del parlamento o de la comisión respectiva. Más allá de esta ilusión, el método traduce una política de inmovilismo y de freno a un desarrollo de la lucha de clases, incluso cuando toda la política de ajuste ya ha servido para imponer esa reforma (precariedad laboral) en los hechos y en acuerdos parciales de los sindicatos y las patronales, y para producir una caída del ingreso de los trabajadores en el Ingreso Nacional

Yofra, Aguiar y Furlán, junto al SiPreBA (Prensa), habían coincidido, hace exactamente un mes atrás, en un plenario conjunto donde prometieron elaborar un “programa obrero” para ser presentado al “gobierno popular” que asumiera en 2027. La victoria electoral del PJ bonaerense del 7 de septiembre había sido presentada por el representante de SiPreBA como “un triunfo de los trabajadores”. Apenas 45 días más tarde, el panorama se dio vuelta. “No podemos esperar hasta el recambio parlamentario. Tenemos que empezar a enfrentar ya en la calle a esta reforma”, apura Aguiar. Ahora, en contradicción con lo acordado enseguida por el plenario de Aceiteros. Y agregó: “las amenazas, las mentiras organizadas y el desprestigio de las organizaciones sindicales son el vehículo que el Gobierno ha elegido para debatir esta legislación. Después que no nos digan que no queremos dialogar” (Infobae, 13/11). Esta disposición a un ´diálogo´ que no tiene lugar, es el santo y seña de todo el peronismo y de sus acólitos “nacionales y populares. Viola un principio histórico del movimiento obrero: la destrucción de derechos no se ‘dialoga’. Tampoco será un paro aislado el que lo impida, y esto al margen de la clase obrera de la industria

La reforma laboral “incluiría la extensión de la jornada laboral a 12 horas, el pago de indemnizaciones en cuotas, acuerdos de trabajo por empresa en lugar de por actividad, aumentos salariales por productividad, entre otros puntos que se barajan” (ate.org.ar, 11/11). Pero Aguiar no plante la integración al salario básico de todos los adicionales por productividad, mayor jornada y presentismo, algo que está presente en todos los gremios. No se entiende entonces qué reforma laboral quiere combatir. Las horas extras y los bonos por producción ´conforman´ el salario de bolsillo, del que los trabajadores no pueden prescindir para llegar a fin de mes. Las indemnizaciones en cuotas se pautan regularmente en las mediaciones, para no afrontar juicios largos. Los acuerdos -a la baja- por empresa fueron instaurados por el SMATA que conduce el kirchnerista Pignanelli en Toyota, en 2021, durante el gobierno de Fernández y Fernández, por ejemplo. La reforma laboral apunta a darle un marco legal a estos atropellos y a profundizar la atomización de la clase obrera.

Durante su intervención en el congreso de Aceiteros, Furlán, de la UOM, también dijo lo suyo. “Necesitamos que el movimiento obrero recupere una centralidad en la discusión de cuál es el modelo de país (?) que queremos para nuestra sociedad. (?). De nuevo, “discutir”. Furlán tiene obviamente resueltas sus necesidades sociales; los obreros metalúrgicos, no. Es necesaria una lucha de conjunto para arrancar las reivindicaciones a las patronales, y dejar la cháchara. La paritaria siderúrgica, en cambio, arrastra los pies. La tercerización domina en la gran industria, quebrando la unidad de los trabajadores en el mismo lugar de trabajo. La UOM fue un actor clave para desarticular la rebelión de los tercerizados de Ternium.

El congreso de Aceiteros no arrojó ninguna definición. Marcó el paso en el mismo lugar, se caracterizó por el inmovilismo. El plenario no abrió el sendero para una alternativa combativa de dirección sindical. Todo lo contrario.

Revista EDM