Provincia de Buenos Aires

Jornadas pedagógicas de Kicillof: la reforma curricular en el área de Física y la disputa por el sentido de la ciencia

Escribe Carlos Suárez (Profesor de Física)

Tiempo de lectura: 4 minutos

En las Jornadas Pedagógicas Institucionales realizadas el 3 de diciembre de 2025 se establecieron una serie de ejes orientadores para el trabajo en las distintas áreas disciplinarias. En el caso del área de Física, estos lineamientos fueron presentados en el marco de una invitación formulada por la directora de Gestión Curricular de la DPESEC, Gabriela Carnevale, quien convocó “amablemente” a través de un vídeo a participar activamente del proceso de actualización curricular, asegurando que el mismo no afectaría los derechos de los trabajadores docentes y que se trataba de un consenso “democrático y participativo” (“Jornadas pedagógicas institucionales”).

Sin embargo, estas afirmaciones resultan, como mínimo, problemáticas. No sólo porque la experiencia histórica demuestra que las reformas curriculares suelen implicar modificaciones sustantivas en las condiciones de trabajo docente, sino también porque el contenido concreto de la propuesta contradice el espíritu democrático que se proclama. Esto resulta particularmente evidente luego de la implementación del Nuevo Régimen Académico (NRA) en la provincia de Buenos Aires, aplicado sin consulta a la docencia y con consecuencias claras: una caída significativa de los contenidos y una sobrecarga laboral para los docentes.

El vaciamiento conceptual en la enseñanza de la Física

El documento oficial sostiene la necesidad de “fortalecer la experiencia ciudadana democrática”, promover el acceso a estudios superiores, favorecer la formación profesional y “articular la educación con el mundo del trabajo” (ídem). En ese marco, vuelve a insistirse (como lo hicieron durante años los impulsores de la Ley Federal de Educación) en el desarrollo de “habilidades” como eje central del aprendizaje, en detrimento de los contenidos conceptuales.

De manera simultánea, se introduce la perspectiva de la Didáctica de las Ciencias Naturales (DCN) apelando a una supuesta “rica producción teórica y práctica” en la provincia. No obstante, mientras se reafirma discursivamente la importancia del conocimiento científico, la propuesta avanza en una dirección opuesta: se elimina del programa de cuarto año de Introducción a la Física el estudio de las leyes fundamentales de la naturaleza, en particular las leyes de Newton (algo también había hecho la exministra menemista Susana Decibe), para reemplazarlas por un abordaje abstracto de nociones como “la energía en el universo físico”, centrado en ejemplos fragmentarios como centrales nucleares, accidentes tecnológicos o la seguridad en el manejo de materiales radiactivos (Chernobil, Fukuyama,etc.).

Este desplazamiento no es neutro. Supone un vaciamiento conceptual del núcleo explicativo de la Física, sustituyendo el estudio sistemático del movimiento por descripciones parciales que impiden a los estudiantes comprender las leyes que rigen los fenómenos naturales.

Ciencia, desconocimiento social y control ideológico

Una parte importante de la población desconoce la tarea social de la ciencia y la relevancia de la producción científica, aun cuando esta se financia con fondos públicos. En una sociedad profundamente atravesada por la tecnología y el desarrollo científico, no comprender las leyes básicas de la naturaleza implica quedar excluido de la posibilidad de interpretar críticamente el mundo.

Este desconocimiento facilita la negación de fenómenos como el calentamiento global (abiertamente negado por el presidente Javier Milei) y la naturalización de discursos anticientíficos, como los de referentes que niegan hechos elementales, desde el movimiento de la Tierra hasta el ´terraplanismo´ (“una teoría interesante”, ha sostenido la diputada Lila Lemoine), mientras se justifican recortes a universidades y organismos científicos como el INTI, el Malbrán y el CONICET. En este contexto, no resulta extraño que las autoridades educativas vuelvan a intentar cercenar uno de los aportes más decisivos de la historia de la ciencia: el estudio del movimiento.

El universo estático y su función política

Durante siglos, la humanidad explicó la naturaleza a partir del mito y la arbitrariedad divina. El descubrimiento de regularidades y leyes (con particular claridad en el mundo griego) produjo una ruptura fundamental: el pasaje del caos al cosmos, de un universo gobernado por dioses a uno comprensible por la razón humana. Este giro fue profundamente revolucionario, no solo en términos científicos, sino también políticos. Fue un quiebre científico, pero también filosófico y político.

La concepción antigua del universo no solo estaba atravesada por el mito, sino también por la idea de un cosmos estático e inmutable. Esta visión cumplía una función política central: si el universo era fijo y eterno, también debía serlo el orden social. Las jerarquías (reyes, sacerdotes, nobles y pueblo) aparecían como reflejo natural de ese orden cósmico.

De este modo, la cosmología legitimaba el poder. Los gobernantes se presentaban como elegidos por los dioses o como sus representantes directos. Cuestionar el orden social equivalía a cuestionar el orden del universo. La ausencia de cambio se transformaba así en una poderosa herramienta de control ideológico.

La aparición de la idea de que todo está en movimiento y, más aún, de leyes que gobiernan ese movimiento, abrió una grieta en ese edificio ideológico. Si la naturaleza cambia y puede ser comprendida racionalmente, entonces la sociedad también puede ser analizada, cuestionada y transformada. Esa es la dimensión política profunda del descubrimiento científico.

Conclusión: ciencia, razón y transformación social

Estudiar el movimiento y las leyes que rigen la dialéctica de la naturaleza no es solo una cuestión curricular: es una disputa ideológica por el sentido de la ciencia y de la educación que abre la puerta a la crítica, a la emancipación intelectual y política.

Comprender el movimiento de los cuerpos no solo permitió el desarrollo de la Física moderna: inauguró una nueva forma de relación con el mundo, por lo que quitar el estudio del movimiento implica negar los aportes de Galileo, Newton, Einstein y de la ciencia moderna, pero, sobre todo, es negar la posibilidad de comprender y transformar la realidad.

Algo que andamos necesitando.

Revista EDM