CTERA convalida el vaciamiento educativo

Escribe Emiliano Fabbris - Secretario de Finanzas - Suteba Bahía Blanca

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A casi tres meses de la declaración del “aislamiento obligatorio”, el gobierno convocó a una paritaria para definir las condiciones de trabajo la docencia bajo la cuarentena. La CTERA -que presentó el acuerdo como un “triunfo”- fue el único sindicato nacional, junto con SADOP, en firmarla. Al mismo tiempo que firmaba este acuerdo sin mandato de los docentes, se estaban llevando a cabo, por ejemplo, reuniones de delegados en la provincia de Buenos Aires. Los sindicatos docentes de la CGT rechazaron firmar.

El acuerdo que se propone reglamentar el “trabajo docente en contexto virtual o no presencial” no resuelve ninguno de los problemas que fueron visibles desde el día uno de la “continuidad pedagógica virtual” y que ha fracasado rotundamente. En primer lugar, por la enorme carencia de lo que se define como “las tecnologías de comunicación e información aptas para ser aplicadas en la virtualidad”. Estos recursos son puestos en su mayoría por los propios docentes, mientras que los estudiantes reciben a cuentagotas las computadoras. El acceso a Internet sigue siendo absolutamente restringido.

En lo que hace al enorme déficit de los “recursos tecnológicos”, el Estado seguirá sin poner un peso: la única salida planteada en este acuerdo es un “programa progresivo para promover el acceso por los/las Docentes”, es decir, “préstamos” para que los docentes se paguen su propia PC cuando todos estos gastos debieran ser cubierto con el pago de un bono extraordinario a cargo del Estado.

Es en estas condiciones -a las que se suman los problemas habitacionales y económicos millones de familias- que la docencia debe hacer un sobreesfuerzo para poder garantizar una llegada a los estudiantes. Aun no pudiendo hacerlo con todos, la virtualidad implica un notable incremento en las horas de trabajo producto de la ausencia de una simultaneidad de las clases presenciales y de la posibilidad de suplir temporalmente esto mediante recursos virtuales. El acuerdo plantea “respetar un tiempo laboral equivalente a la carga horaria que determina el cargo y/u hora cátedra” a sabiendas que este es un tiempo insuficiente para atender todas las demandas bajo las precarias condiciones con las que se lleva a cabo el trabajo virtual.

Por otra parte, el llamado “derecho a desconexión” tampoco va a tener lugar, ya que el principal medio de contacto entre los docentes y estudiantes, de nuevo por la falta de otras herramientas digitales, es mediante grupos de WhatsApp.

Luego, el “tele-trabajo” involucra una seria de accidentes laborales y enfermedades profesionales que el acuerdo paritario presenta en forma general pero no determina en forma específica para ser eventualmente cubiertas por la ART, como es el caso de los síndromes de túnel metacarpiano y los derivados de la utilización continuada de pantallas. También existen consecuencias psicológicas del aislamiento o de las derivadas de la libertad de distribución del horario laboral.

A pesar de ser un acuerdo paritario por condiciones de trabajo, se incluye un punto salarial que plantea que “el/la Docente, en el marco de este contexto extraordinario de desempeño de su actividad, conserva sus plenos derechos a la percepción del salario”. Algunos gremios que rechazaron el acta criticaron al gobierno por esto: “Si uno lee el acta casi dice que tenemos que agradecer que nos sigan pagando el sueldo” (Infobae, 4/6). El gobierno se ha esforzado en definir la actividad docente como un “acompañamiento” que bien podría utilizar para justificar una suspensión o recorte del salario, alegando un “contexto extraordinario”. Por su parte, la CTERA ha archivado la reapertura de paritarias.

La frutilla del postre de este acuerdo anti-educativo lo representa el apartado de “reinicio de las actividades presenciales” que luego fuera desarrollado por declaraciones en los medios del ministro de educación Nicolás Trotta. Allí se plantea que “deberán tomarse los recaudos necesarios” cuando de lo que se trata es de partir de las condiciones anti-sanitarias actuales de la mayoría de las escuelas en el país: sobre pobladas, sin agua potable, sin gas, techos que se caen, etc. No hay que tomar recaudos, hay que incurrir en fuertes inversiones.

La conducción CTERA, integrada al gobierno de Alberto Fernández, le ha puesto la firma una crisis monumental que atraviesa la educación pública. El gobierno utiliza la pandemia y la cuarentena como excusa para un vaciamiento. Queda en mano de la docencia y los sindicatos docentes combativos y recuperados organizar el rechazo a este acuerdo, mediante plenarios y congresos de bases.

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