La media sanción a la ley de teletrabajo

Escribe Flavio Pereyra

Tiempo de lectura: 3 minutos

La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de ley para regular el teletrabajo, surgido del consenso de 20 anteproyectos. Los medios reflejan disconformidad de industrias y ‘pymes’, que denuncian un proyecto de apuro. Añaden, que “sin regulación algunas industrias teletrabajan hace años con conflicto cero”. Infaltable, aseguran que amenaza al empleo si se introducen regulaciones. Por otro lado, los impulsores del proyecto reclaman establecer “un piso mínimo de derechos”. ¿Cuál es la verdad?

Lo cierto es que este proyecto no protegerá a ningún trabajador a distancia. Como bien advierten las patronales, no contratarán a ningún trabajador en estas condiciones, incluso a pesar de los grandes márgenes de discrecionalidad que habilita el proyecto de ley que ahora será tratado en el Senado. Como ocurre actualmente en el 90% de los casos, continuará sometiendo a los trabajadores a las condiciones de empleo precario, vía contrato de locación o monotributo, o directamente en negro.

Varios medios han caracterizado el proyecto como un triunfo de “los sindicatos”, cuando lo cierto es que la burocracia sindical no ha representado ningún obstáculo para que se incremente y flexibilice la explotación laboral en todas sus formas. Sencillamente, las negociaciones con la burocracia, siempre ordenadas a la plena potestad patronal de organizar el lugar de trabajo, son garantía de que no se cumplirá ningún “piso de mínimo de derechos”. El 40% de trabajo en negro, la enorme cantidad de monotributistas, fuera de convenio, tercerizados y la precarización creciente de los convenios son la prueba viva del rol de la burocracia que dirige los sindicatos.

“Regulaciones”

El proyecto en cuestión define que el teletrabajo como “voluntario”, pero deja abiertos “casos de fuerza mayor”, sin especificar de que naturaleza, en que puede ser impuesto por el patrón. El principio de “reversibilidad”, que permitiría a un trabajador revocar su consentimiento voluntario, en cuyo caso el empleador debería “otorgarle tareas en su antigua oficina o la más cercana a su domicilio”, se reduce a la posibilidad “de satisfacción de tal deber” por la patronal, que sencillamente puede negarse argumentado que no tiene lugar disponible.

La compensación por los “mayores gastos en conectividad y/o servicios”, serán fijados en paritarias, donde las patronales buscarán neutralizarlo, como ya hacen con el salario, e incluso compensarlo con el no pago de los “viáticos”, ya que el trabajador no se desplaza. Por supuesto, está ausente la compensación por el espacio utilizado y el pago de parte del alquiler del trabajador, recientemente reconocida en Suiza.

El estipulado “derecho a la desconexión digital” es un eufemismo patronal que oculta el poder de coerción sobre el trabajador. Precisamente, en otro artículo se establece que “el empleador deberá impedir la conexión del trabajador fuera de la jornada laboral”, pero no se establecen sanciones ante el incumplimiento. Luego, en las negociaciones colectivas, se acordarán artilugios como las “guardias pasivas” o la “disponibilidad”, compensadas por algún misérrimo plus, para habilitar el trabajo fuera del horario. O directamente, la extensión de la jornada. Además, por último, pero no menos importante, se permite el trabajo por objetivos, es decir, a destajo.

La burocracia, a la que se le atribuye haber logrado que los teletrabajadores estén protegidos por los convenios colectivos de la industria correspondiente, ha ratificado el monopolio de su representación sindical, que habilita la recaudación de las cuotas convencionales, y conservar el poder de negociación (toma y daca).

En este sentido, la regulación es una estafa. La disputa por las condiciones del teletrabajo, y especialmente por sobre la jornada, no se ve más protegido por este proyecto, ni mucho por las archiconocidas negociaciones convencionales de la burocracia. Quedará abierta, y planteará a su turno la intervención de Comisiones Internas, delegados, activistas y la masa de trabajadores. Los debates e iniciativas para garantizar la plena vigencia de los derechos sindicales, y contra los abusos patronales surgirá en el terreno de la organización que los trabajadores tengan el ingenio de crear en estas nuevas condiciones.

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