Qué hay detrás del planteo de paritarias por rama en comercio

Escribe Emilio Gauna

Tiempo de lectura: 3 minutos

Un estudio de la junta interna de ATE INDEC, publicado el 23 de abril último, estima en más de $66.000 el valor de la Canasta Alimentaria Mínima. La diferencia con la misma Canasta elaborada por el ente -que apenas llega a los $45.000- surge a raíz de que éste no incluye el valor del alquiler. Cualquier salario inferior a esa suma se coloca por debajo de la línea de pobreza.

El salario básico de un empleado de comercio ronda los $36.000. Para superar los $40.000 -aunque no por mucho- los mercantiles tenemos que resignar domingos y feriados de descanso, y realizar horas extras. Las últimas sumas percibidas en el marco de las paritarias 2019 han sido no remunerativas, como en el caso del “aumento solidario” decretado por el gobierno, de $4.000, a cuenta de próximas paritarias. La burocracia de Cavalieri, por su parte, pactó montos fijos para “compensar” parte de la pérdida de la paritaria 2019. Sintetizando: el decreto del gobierno sirvió para cerrar a la baja la paritaria 2019 y para congelar la del 2020.

Paritarias por rama

Hace un par de meses, la burocracia sindical pactó suspensiones con el 75% del salario, en los casos de aquellos comercios que permanecieron cerrados a causa de la cuarentena. Subida a este caballo, la oposición burocrática a Cavalieri salió a reclamar “paritarias por rama”.

Según Julio Rubén Ledesma, secretario general del Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio y Afines Zona Oeste (SEOCA), “es inadmisible que conglomerados empresariales multinacionales tengan idéntica vara salarial y demás condicionalidades que un mínimo comercio de calzado o venta de ropa” (Infogremiales, 08/07).

Cavalieri, por su parte, declaró recientemente en una entrevista televisiva que “en mi sector el problema no es el salario porque yo hice muchas flexibilizaciones que me pidieron los empresarios”, lo cual, además de ilustrar el nivel de entreguismo del Gitano, desautoriza la pretensión de Ledesma de que el salario ameritaría la división de los empleados de comercio en categorías diferentes. A renglón seguido, Cavalieri pidió una reforma tributaria, aunque en este caso no hubo diferencias por “rama patronal”.

Las paritarias por rama no harían otra cosa que agravar la precariedad de los empleados de pequeños comercios (el 80% del gremio) que, en muchos casos, no cuentan con representación gremial, sin que por ello se asegure ninguna mejora salarial para los trabajadores de grandes cadenas.

Apertura de paritarias ya

Mientras la burocracia se debate entre la división y pauperización de los mercantiles, nuestra paritaria continúa congelada, vencida desde abril.

La pandemia, amuleto de patrones, burocracia sindical y gobierno para justificar su congelamiento, no pasa de una argucia. Los FF ya habían pedido, antes de la emergencia sanitaria, la incorporación de sumas fijas que reemplacen a las paritarias, tal como hizo con las jubilaciones. El 2 de marzo, el diario El Cronista informaba que “los representantes sindicales y empresarios de comercio convinieron patear por lo menos hasta junio las discusiones y la recomposición de este año”. En línea con la política oficial, el salario fue la prenda de cambio en la negociación de la deuda (la interminable pandemia). Parte de esa deuda se encuentra en manos de la burguesía nacional que reclama la reforma tributaria, congelamiento de paritarias, recortes de jubilaciones y flexibilización laboral.

La cuarentena “se acabó”

En la misma entrevista televisiva, Cavalieri sentenció que la cuarentena “se acabó”, a pesar de que los trabajadores de comercio contamos más de 800 compañeros infectados con Covid-19, y superamos holgadamente el millar si incluimos a sus familiares convivientes. En la mayoría de los casos, las patronales se niegan a cumplir con los protocolos, incluso cuando estos han sido redactados por las autoridades sanitarias para garantizar el lucro empresarial. Frente a la organización de las bases, la burocracia sindical viene operando como una barrera de contención (su función histórica), porque “el momento es muy delicado". Claro, no se refieren a los trabajadores.

La agudización de las contradicciones sociales -previa a la pandemia, pero atizada por ella-, se agrava día a día. De la organización de los trabajadores dependerá quién paga los costos de la quiebra en ciernes: si nosotros o la clase capitalista, que nos ha hundido en la precarización y la miseria.

Los trabajadores debemos organizarnos en torno a las reivindicaciones más elementales que se plantean para afrontar la etapa:

  • Apertura de paritarias sin distinción por rama.
  • Salario igual al costo de la canasta familiar.
  • Reducción de la jornada laboral a 6 horas sin afectar el salario mientras dure la emergencia sanitaria.
  • Protocolos redactados y controlados por los trabajadores.

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