La guerra de Libia

Escribe Norberto Malaj

Tiempo de lectura: 6 minutos

“La guerra en Siria se está mudando a Libia, con nuevos jugadores y nuevas alianzas”, dice Zvi Bar'el, en Haaretz (25-7). “Egipto y Turquía son los principales rivales en la lucha por el control en Libia, pero definitivamente no son los únicos” (ídem).

Desde que el imperialismo se deshizo de Kadhafi hace casi 9 años, Libia está partida en dos en medio de una violenta guerra civil, que se ha transformado ahora en un enfrentamiento internacional por sus ricos pozos petroleros. El Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), con base en Trípoli, surgido inicialmente de un acuerdo patrocinado por la ONU, perdió buena parte de su apoyo. Los últimos en quitárselo fueron Francia y Grecia (“el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, advirtió sobre nuevas sanciones contra Ankara” por el envío de tropas turcas a Libia). En los últimos 14 meses, Trípoli, la capital, estuvo bajo asedio del Ejército Nacional de Libia (LNA) enfrentado al GNA, “respaldado por los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y Egipto” (Reuters-Haaretz, 4/7).

El conflicto ahora escaló a un enfrentamiento abierto entre tropas turcas y egipcias en territorio libio. Las primeras en apoyo del gobierno de Trípoli; las otras del LNA. “El apoyo de Turquía fue vital para que el GNA hiciera retroceder la ofensiva del LNA con defensas aéreas avanzadas y ataques con drones que atacaron las líneas de suministro de Khalifa y la acumulación de tropas” (ídem). De este modo el GNA salvó el pellejo, a cambio de lo cual “el GNA permitiría a Turquía establecer dos bases en Libia, una de ellas en Watiya, la base aérea más importante del oeste de Libia” (ídem). La actual base de Wativa había sido recuperada de manos del LNA en mayo pasado. Fue precisamente “la participación turca en Libia lo que enfureció a Francia y Grecia” (ídem).

En principio EE.UU. había apoyado al GNA, pero más recientemente se distanció frente al choque de dos bloques donde revisten, en ambos lados, aliados estratégicos. EE.UU. denunció poco tiempo atrás que “Rusia había enviado al menos 14 aviones de combate Mig 29 y Su-24 a una base del LNA a través de Siria, donde se eliminaron sus marcas de la fuerza aérea rusa”. A fines de junio "aviones desconocidos" (sic) “atacaron durante la noche” la base de Wativa (ídem).

Como se ve entonces, por un lado, tenemos “aquellos que apoyan al gobierno reconocido de Libia, encabezado por Fayez al-Sarraj, incluidos Turquía, Qatar e Italia”. Por el otro, “aquellos que respaldan y financian al general Khalifa Haftar, quien estableció el Ejército Nacional de Libia”, basados en la ciudad de Bengasi de donde desalojaron al ISIS de Libia años atrás. Este ELN ganó ahora también el respaldo de Arabia Saudita y, aparentemente también de Francia, Grecia e Israel (Haaretz, 25/7).

Si al turco Erdogán no le hacen asco los combatientes de ISIS (los respaldó durante más de tres años en la guerra de Siria), sorprende más sí el apoyo que el gobierno derechista italiano ha dado a esta presencia de jihadistas junto al GNA: “El término fuerzas turcas puede ser engañoso. Incluyen aviones no tripulados, misiles, sistemas de recolección de inteligencia operados por Turquía y la información que proporcionan, pero la carne de cañón son civiles sirios, que suman alrededor de 3.500 combatientes según el Pentágono. Pertenecen a las milicias sirias rebeldes que disfrutan del patrocinio turco, así como de ex combatientes del ISIS. Por salarios que van desde u$s 500 a u$s 2,000 por mes, se han mudado a Libia para luchar contra Haftar bajo el mando turco” (ídem).

Israel

Al parecer lo que llevó al alineamiento israelí, griego y francés junto al ELN es el acuerdo turco con el GNA. “La intervención militar de Turquía en Libia es el resultado de un pacto firmado por los dos países en noviembre pasado, que incluyó la demarcación de una zona económica exclusiva” (ídem). Esto llevó, a su vez, a que el dictador Sissi arrancara del parlamento fantoche de Egipto el despliegue de tropas en Libia.

Como se ve los intereses cruzados en la región son enormes. Israel ha sido un aliado estratégico de Turquía desde la fundación del estado sionista (único país de la región que las mantuvo siempre). Pero ahora está chocando fuertemente con Turquía por los yacimientos en el Mediterráneo libanés, que Erdogán aspira a explotar en sociedad con el gobierno de este país hundido en una completa impasse (Hezbollá, que lo integra, habría dado ya su apoyo). Israel tiene un acuerdo gigantesco de abastecimiento gasífero a Egipto en yacimientos que Israel explota junto a consorcios yanquis en la cuenca frente a las costas de Palestina. Aspira, a su vez, a quedarse también con los pozos del Líbano.

El acuerdo de noviembre “levantó las molestias de Egipto, Grecia e Israel, ya que puede afectar su capacidad de exportar gas natural y petróleo directamente a Europa, ya que cualquier tubería tendrá que pasar por la zona de Turquía. Egipto, además, tiene un problema diferente con este acuerdo, que la presencia turca y el apoyo al gobierno de Sarraj podrían consolidar el poder de la Hermandad Musulmana en Libia, convirtiendo al país en una base militante contra Egipto”, cuando Sissi logró “enmendar la constitución y otorgarse otro mandato en el cargo que dure al menos hasta 2034” (ídem).

“La hostilidad entre Egipto y Turquía no es nueva. Comenzó en 2013, después de que Sissi derrocó a Mohammed Morsi, el presidente eligió con el apoyo de la Hermandad Musulmana. De ese modo, bloqueó la ambición de Turquía de establecer una posición diplomática y militar en Egipto y una cabeza de puente en África. Además, después de que Sissi se declarara a sí mismo presidente de Egipto, Turquía se negó a reconocerlo y vio la destitución de Morsi como un golpe militar que estableció un régimen ilegítimo” (ídem). A su vez, “los Emiratos Árabes Unidos comparten la percepción de Egipto, que está ayudando a Haftar con armas y dinero. No menos importante es la animosidad entre los Emiratos y Arabia Saudita, por un lado, y Turquía, por el otro, debido a su alianza con otro partidario de la hermandad, Qatar. Qatar tiene estrechos vínculos con Irán, a pesar de sus estrechas relaciones con la administración estadounidense” (ídem) Agreguemos que Qatar es el principal sostén económico del gobierno de Hamas en la Franja de Gaza y el socio más sólido de Israel entre los siete emiratos del Golfo.

Rusia - EE.UU.

“Rusia también ha entrado en la lucha cuerpo a cuerpo árabe-turco, proporcionando asistencia militar a Haftar, en quien ve un aliado potencial que serviría a los intereses rusos. Estos intereses se centran directamente en los campos y terminales petroleras de Libia, la mayoría de los cuales se encuentran cerca de Sirte o en el sur de Jufra. Más allá de estos intereses, Rusia desea establecer un punto de apoyo naval y militar en Libia para expandir su potencial operacional en la cuenca del Mediterráneo, después de asegurar su posición en Siria” (ídem).

“Trump habló con Sissi y Erdogan la semana pasada, instándolos a llegar a un acuerdo que conduzca a un alto el fuego, pero no propuso ninguna política o plan para aliviar las tensiones. Se supone que si una guerra entre Egipto y Turquía estalla en suelo libio, Washington la observará desde la distancia” (ídem). ¿Y la Unión Europea? “Alemania y Francia, aclararon que no permitirán bases turcas en el Mediterráneo”, pero Italia respalda al gobierno del GNA “que se comprometió a evitar el paso de los solicitantes de asilo africanos a Italia a través de Libia, a cambio de concesiones generosas para las empresas italianas. Francia, en cambio, está aliada con Haftar debido a su control de muchas terminales petroleras y de las regiones en las que se produce petróleo” (ídem).

“Rusia y Turquía están cooperando para mantener las zonas de seguridad en la provincia siria de Idlib, y Rusia exige que Turquía retire a decenas de miles de soldados de la milicia. Rusia es un aliado estratégico de Turquía, a través del cual pasa el principal oleoducto ruso hacia Europa, y al que vendió misiles antiaéreos S-400. La ironía es que EE.UU., que castigó a Turquía por ese acuerdo y lo retiró del programa de cazas furtivos F-35, aprobó la venta de estos aviones a Turquía la semana pasada” (ídem).

En Libia, sin embargo, “estos dos países chocan. Rusia apoya a Haftar mientras que Turquía apoya a Sarraj. Los dos países mantienen negociaciones intensas para alcanzar un alto el fuego en Libia, pero Rusia también está comprometida con Egipto, la muleta de Haftar. Rusia ha realizado algunas inversiones serias en Egipto, como la construcción de un reactor nuclear para la generación de energía, así como la venta de aviones de combate” (ídem).

“A diferencia de Siria, en la que Rusia logró situarse como un aliado sin competidores, en Libia hay una competencia entre bloques de jugadores, cuyos resultados tendrán un gran impacto en el nuevo mapa político de Oriente Medio” (ídem).

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