Escribe Norberto Malaj
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EE.UU., Brasil y Alemania, en ese orden, son los tres principales productores y exportadores de carne en el mundo. En los tres países los trabajadores del sector se han encontrado entre los más afectados por contagios de coronavirus, después de los trabajadores de la salud.
En todos lados las industrias alimenticias fueron consideradas “esenciales”. A pesar de contagios masivos las patronales se negaron a cerrar las plantas. En EE.UU, de acuerdo a The Guardian, “al menos 20 trabajadores de envasado de carne han muerto a causa del virus en todo el país y 5.000 se han infectado. Según funcionarios sindicales cerca de dos docenas de instalaciones cerraron, algunas temporalmente, en las últimas semanas”.
Trump, sin embargo, “ordenó a las plantas procesadoras de carne que continúen operando” (ídem). “En entrevistas con trabajadores avícolas en Georgia, Arkansas y Mississippi, surgió un patrón similar de presunta negligencia, secreto y mala administración en las instalaciones operadas por algunos de los mayores fabricantes de alimentos en Estados Unidos. La industria avícola, que ya es el objetivo de una demanda civil que describe un esfuerzo sistemático para reducir los salarios entre una fuerza laboral que es en gran parte inmigrantes o personas de color, se encontró beneficiada de una orden ejecutiva emitida por Donald Trump” en el mismo sentido (ídem).
“La medida, que esencialmente etiqueta la producción de carne como un servicio esencial, ofrece medidas adicionales para proteger a la industria de la responsabilidad legal en caso de que más trabajadores contraigan el virus. La orden llegó pocas horas después de que Tyson, una compañía valuada en u$s 22 mil millones y el segundo procesador de carne más grande del mundo, publicara anuncios pagados en los principales periódicos de EE. UU., incluido The New York Times, para advertir que los cierres recientes de un puñado de plantas debido al virus podrían conducir a un ´suministro limitado de nuestros productos´” (ídem).
Desde entonces los contagios se han multiplicado. Lo mismo ha ocurrido en Brasil y Alemania. En los tres países priman sistemas de producción que explotan intensamente la fuerza de trabajo bajo condiciones laborales semi esclavas, con cadenas de producción donde no se cumplen normas de distanciamiento social y los salarios son bajísimos. La enfermedad no tiene su origen en los animales sino en las condiciones de producción y hacinamiento de los trabajadores. Según informa Erika Salomon, en el Financial Times (29-7). “Un brote en junio en el matadero de Tönnies en Renania del Norte-Westfalia obligó a 7,000 empleados a ponerse en cuarentena y al distrito circundante a permanecer encerrado” (ídem). Hasta el ministro de trabajo, Hubertus Heil, reclamó el "´fin de la irresponsabilidad organizada´ en la industria cárnica alemana. Varios otros mataderos se vieron afectados por brotes de la enfermedad … muchas empresas alemanas explotaron un vacío legal que les permite trabajar mediante prácticas abusivas de subcontratación de personal. Durante décadas, los activistas por los derechos de los trabajadores se han quejado de que los empresarios habían convencido a los funcionarios de no implementar controles más estrictos y de favorecer la autorregulación. Las empresas cárnicas en particular, así como las granjas, se volvieron en gran medida dependientes de los subcontratistas que traen trabajadores migrantes dispuestos a aceptar el trabajo difícil y los bajos salarios. Los trabajadores, la mayoría de ellos de Europa del Este, se quejan de horas de trabajo poco reguladas, tarifas exorbitantes por un alojamiento estrecho y sucio, y se les cobra hasta por el uso de equipos de protección y cuchillos” (ídem).
El gobierno fue obligado a “endurecer las leyes de matadero tras brotes de virus”, pero estas normas serían tratadas recién a partir del 1ro. de septiembre y entrarían en vigencia en enero del año próximo. “Se requerirá que los mataderos con personal de más de 49 personas contraten empleados directamente, mientras que las horas de trabajo se registrarán electrónicamente y se establecerán estándares para la vivienda de los empleados” (ídem).
“Durante décadas, la subcontratación ofreció tal ventaja a la industria cárnica alemana que muchos otros productores de Dinamarca, los Países Bajos y Bélgica trasladaron parte de sus operaciones a Alemania, donde se exporta más del 50 por ciento de la carne. Según la Confederación de Sindicatos Alemanes, unos dos tercios de los trabajadores alemanes de mataderos son tomados por subcontratistas” (ídem).
“Algunos parlamentarios argumentan que la ley no va lo suficientemente lejos, sostienen que las prácticas de subcontratación solo se pueden detener si se reforma el sistema en todos los ámbitos, incluso en áreas como la construcción, empresas de limpieza, hoteles y trabajos de cuidado. Sería ´incomprensible por qué los contratos de trabajo de explotación solo estarían prohibidos en la industria de la carne´, dijo Jutta Krellman, portavoz del grupo parlamentario del partido de izquierda, Die Linke. ´La competencia sucia por abuso de contratos debe detenerse en todas partes´. Pero la ley ya enfrenta el rechazo de las compañías de carne que advierten que el precio de la carne aumentará” (ídem).