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Los cerca de 13.000 refugiados de Lesbos viven hace dos semanas una situación límite, y es que luego del incendio del refugio Moria, han quedado librados a su suerte. Los migrantes han pasado a dormir en las calles, edificios abandonados e incluso en el cementerio. Esto sucedió durante 10 días, hasta que la policía llevo a los migrantes a un nuevo campo, Kará Tepé, construido para albergar a aproximadamente 9000 refugiados.
El temor de los migrantes ha aumentado luego de la experiencia terrible que pasaron durante meses, e incluso años, en Moria. Falta de alimentos, enfermedades, falta de camas, entre otras problemáticas. Muchos migrantes se niegan a ser trasladados, prefieren dormir en la calle.
“Estábamos libres y ahora vamos a ser encerrados de nuevo”, dijo Mustafa, refugiado sudanés. “Aunque uno no quiera ir al campamento, nos forzarán”, afirmó Abdul Sabu, migrante afgano. “Debemos ir allí, de lo contrario nuestra demanda de asilo será rechazada”, agregó su compatriota Fahim Sharifi.” (El tiempo, 20/09)
En Kara Tapé, han comenzado a ser trasladados los 9000 refugiados, mientras se realizan testeos de COVID-19, al día sábado 19, ya se habían registrado 213 casos positivos, que serían alojados en un sector especial. Sin embargo, desde Médicos Sin Fronteras (MSF), “advierte(n) que el virus no es el único riesgo. “Desde los incendios” que asolaron el campamento de Moria en la noche del 8 al 9 de septiembre, “las necesidades son las mismas que antes. La gente sufre, no tiene suficiente para comer, no hay suficiente agua, duermen fuera. Pero todo es peor ahora”, dijo Francisca Bohle Carbonell, encargada de las actividades médicas para MSF en Lesbos. (ídem)
Estas condiciones insalubres han sido denunciadas en varias oportunidades no solo por MSF, sino también por diversas ONG que trabajan con los más enfermos en estos campamentos. La advertencia es que abrir otro campamento solo repetirá la experiencia de Moria, pero ahora agravada por las condiciones pre existentes de hambre, enfermedades, coronavirus y deshidratación.
El reclamo de los migrantes es poder acceder, de una vez por todas, a un lugar seguro. Donde su vida no este constantemente en riesgo. Las Naciones Unidas, mediante la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), ha emitido un comunicado señalando que la construcción de un nuevo campamento debe ser provisorio y no una solución permanente. Los Estados miembro de la Unión Europea (UE) han sido consultados para albergar a una parte de estos refugiados, Italia por el momento lo hará con 300.
“El ministro griego de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, aseguró el jueves a una emisora de radio local que entre 800 y 1.000 personas abandonarán Lesbos esta semana. Y se espera, según el Gobierno de Grecia, que unos 4.000 refugiados hayan dejado la isla antes de Navidad.” (El tiempo, 20/09)
Estos dichos no solucionan ninguna problemática, sino que ponen de manifiesto las condiciones barbáricas que esperan a los migrantes en Europa. La crisis migratoria salpica desde hace años a todos los gobiernos con costas al Mediterráneo, muchos acusados de asesinar a cientos de migrantes luego de disparar contra las precarias embarcaciones.
La crisis migratoria se inscribe como un eslabón inseparable de las provocaciones bélicas, las guerras en Oriente, así como la persecución a minorías religiosas y étnicas. La desintegración del mercado mundial, que incluye al traslado de los seres humanos, es el retrato más cruel de un régimen decadente, incapaz de garantizar lo más elemental y de defender la vida de los trabajadores del mundo. Una vez más se impone como un grito desgarrador, Socialismo o barbarie.