Violencia en el Tornú: un régimen hospitalario insalubre

Escribe Agrupación de Residentes y Concurrentes en Tribuna de Salud Tendencia

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En plena pandemia y colapso sanitario, el Tornú se encuentra sacudido por la podredumbre de su propio régimen hospitalario. La denuncia de la Dra. Laura Díaz, acompañada por sus compañeros de la residencia de UTI y de la Asamblea de Residentes y Concurrentes del hospital, destapó la olla de un régimen laboral e institucional hediondo.

Entrevistada por Página/12 (2/10), Laura dio cuenta de los empujones y comentarios discriminatorios que recibió por parte del médico de guardia Claudio Garabedian, quien además acumula gravísimas denuncias penales por corrupción de menores. Esta violencia, dice Laura, “es jerárquica, de arriba hacia abajo”. Residentes y enfermeras, los sectores más precarizados dentro de los profesionales de la salud, son sus principales destinatarios.

Los mecanismos violentos funcionan en el contexto de relaciones laborales y de poder completamente desiguales, y sirven a afianzarlas. Laura denunció a los médicos que “no ven pacientes”, no cumplen con su horario ni con su responsabilidad de formar y supervisar a los residentes. Algo que no podría ocurrir sin la complicidad gremial e institucional. El denunciado jefe de la UTI del Tornú, Marcelino Linares, es además miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) que preside Jorge Gilardi.

La Ley 6035 reafirmó que, en lugar de una votación democrática, los directores de los hospitales son designados a dedo por el gobierno de CABA (siembre en acuerdo con la burocracia de la AMM). Es este “núcleo duro” del poder sanitario el que reaccionó a las denuncias de Laura y sus compañeros de la peor manera: encubriéndose a sí mismo y desatando una furibunda persecución sobre los denunciantes.

Tras las denuncias de violencia, los hechos no fueron investigados. A dos meses del episodio, sus responsables siguen en sus puestos, pero no ocurre lo mismo con las víctimas. El director del hospital, Luis Castañiza, no se pronunció sobre lo ocurrido pero sí acordó con Gilardi y la Dirección de Docencia, Investigación y Desarrollo Profesional del Ministerio de Salud porteño (ex DirCap), a cargo de Gabriel González Villa Monte, el desmembramiento de la residencia de UTI.

Por imposición de Villa Monte, quien coordina el sistema de residencias y concurrencias de CABA, se resolvió que los integrantes de la residencia de Terapia Intensiva del Tornú fueran divididos entre diferentes hospitales. “No los queremos más juntos”, fue la orden. Además, a través de una resolución intimidatoria de Castañiza, se les prohibió realizar guardias pagas en el Tornú bajo la amenaza de iniciar sumarios a los servicios que los convocaran.

En resumen, mientras en el país se buscan desesperadamente terapistas para viajar a las regiones donde las UTIs se encuentran desbordadas, el Ministerio de Salud de CABA y el director del Tornú se reservan el derecho a disolver la residencia de Terapia Intensiva, separar a sus médicos y prohibirles tomar guardias, afectando directamente su salario.

Como denunció Laura en la nota citada, un residente intensivista cobra 48 mil pesos por trabajar jornadas extensísimas, ya que a las 9 horas diarias hay que sumarle las guardias nocturnas (no pagas). Recién a partir de tercer año se permite que cobren por guardias extras, en la medida en que acepten seguir trabajando por fuera de su horario laboral. Contra esta posibilidad, que les servía para arrimarse a lo que vale una canasta familiar, atentó Castañiza.

La demolición de la residencia de Terapia Intensiva, como castigo por denunciar la violencia de género y laboral, le impidió a Laura asumir el cargo de Jefa de Residentes de la UTI Tornú, para el cual había sido votada por sus compañeros. Castañiza firmó todas las jefaturas del Tornú menos la de UTI.

La Asamblea de Residentes y Concurrentes, que viene de realizar una movilización en el hospital el pasado 24/9, lanzó una campaña para juntar firmas y pronunciamientos contra estos atropellos. Se trata de una lucha urgente, que se une a la pelea de enfermería por su reconocimiento profesional, a la lucha contra el cierre de centenares de cargos de concurrencias (ante la negativa del Ministerio de Salud porteño de garantizar una simple ART) y contra la degradación sin fin del salario, agravada por la reciente prohibición de comprar divisas al recibir el miserable bono nacional de 5 mil pesos.

La filial Tornú de la AMM, opositora a Gilardi y Castañiza, acompañó también las denuncias de Laura y sus compañeros. Es necesario pasar ahora de las palabras a los hechos. Para reponer a los residentes de UTI en sus puestos, garantizar su derecho a tomar guardias, defender el cargo de Laura y obtener sanciones para los agresores, se impone la necesidad de un paro general en el Tornú. Solo la lucha los trabajadores podrá dar sepultura a este régimen insalubre.

Difundimos el link para adherir al petitorio de la Asamblea de Residentes y Concurrentes del Hospital Tornú:

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