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La multinacional Unilever decidió, en forma unilateral, otorgar un bono extraordinario de 20 mil pesos a los trabajadores de su planta del Parque Industrial de Pilar, a pagar en tres cuotas entre octubre y diciembre del corriente. Entre las condiciones establecidas para cobrarlo se encuentra no haber salido de licencia por contagio ni sospecha de contagio de Covid-19. El bono de Unilever, creado especialmente para reducir las licencias por la pandemia, viola todos los términos de la epidemiología, porque ejerce una presión monetaria contra la declaración de casos sospechosos, incrementando la permanencia de los posibles infectados en los lugares de trabajo y, como consecuencia, incrementando los contagios.
No es la primera violación de parte de Unilever a las medidas preventivas frente a la pandemia: antes, los trabajadores tuvieron que hacer un paro total de actividades por el incumplimiento del proceso de sanitización e hisopado que la misma empresa había establecido en común con la Municipalidad de Pilar. El crecimiento de casos -que ya rondan los cien positivos- llevó a la empresa, con la complicidad del gobierno municipal, a abandonar definitivamente la parada de planta para sanitizar e hisopar.
El colapso de la fuerza de trabajo de Unilever -sumando entre casos positivos, sospechosos, contactos estrechos, personal de riesgo y madres con hijos en edad escolar-, llevó a la empresa a amenazar con la reducción de los cercos epidemiológicos y a la acusación a los trabajadores de contagiarse por violar la cuarentena fuera de planta. La desesperación de la empresa por continuar abasteciendo un mercado en el que está teniendo ventas récord es el origen del bono envenenado que los ´esenciales´ que se contagian, no cobran.
Los trabajadores de temporada y los eventuales que fueron convocados en reemplazo del personal de riesgo, expuestos a la circulación del Covid tanto como los efectivos, tampoco cobran el bono extraordinario, en lo que consagra una discriminación laboral flagrante: trabajan como esenciales, pero cobran como descartables. Mientras tanto, las paritarias del gremio de la Alimentación han sido suspendidas, reemplazándolas por un aumento cuatrimestral del 6,5%, los bonos internos otorgados por la empresa representan no "sumas extraordinarias" sino que reemplazan, en forma parcial, a las paritarias. Los trabajadores licenciados en forma obligatoria por la pandemia tampoco acceden a cobrar el bono.
El núcleo de la política de la empresa pasa por responsabilizar a los trabajadores por contagiarse. Los esenciales pasaron a ser criminales en potencia en busca de licencias. Pero los que han deshilachado la cuarentena en defensa de sus ganancias son los capitalistas. No hay industria ya que no tenga la habilitación como esencial, y ya casi no queda comercio sin abrir. Los capitalistas presionaron para que se libere la circulación de su fuerza de trabajo (para trabajar y para consumir) ¡y ahora acusan a los trabajadores por contagiarse!
Unilever reclama en sus videos institucionales que los trabajadores mantengan la cuarentena estricta, privándose de asados familiares y celebraciones por los riesgos de contagios que podrían conllevar. Pero esa "prevención estricta" no rige para las empresas, que día a día reducen las medidas preventivas, reducen los cercos epidemiológicos y los procedimientos de sanitización ante casos positivos. La prevención es bienvenida… siempre y cuando no afecte a la producción. Ni siquiera se establecieron cápsulas de trabajo para reducir los contactos estrechos; todavía hoy la empresa dispone de cambios de sector, cambios de turno y de horas extraordinarias a contra turno, todas medidas que atentan contra el aislamiento preventivo requerido por la pandemia. Pareciera que existen dos leyes para la empresa: una dentro del establecimiento, en la cual el trabajador tiene que exponerse al virus según lo requiera la producción; y otra afuera del establecimiento, en la que el trabajador debería someterse a una cuarentena estricta (excepto, podemos agregar, para ir al mercado a comprar los productos que Unilever vende).
La política de deslindar la responsabilidad de los contagios sobre los trabajadores, que de ninguna manera es exclusiva de Unilever, tiene también su trasfondo judicial. La cobertura de las ART de los casos de Covid es presuntiva y solo para la atención. Todavía no se ha definido quién pagará las costas de las secuelas de la pandemia, ni si se pagarán. Las patronales buscan deshacerse de la andanada de juicios que vendrán en el próximo período.
Asistimos a una confrontación estratégica entre la prevención de la salud de los trabajadores y las ganancias de los capitalistas. El bono de Unilever es la demostración de este antagonismo. Le oponemos la defensa de los protocolos preventivos, de las medidas necesarias contra el Covid y de una cuarentena total ante los picos de contagios.