Tiempo de lectura: 4 minutos
“El visón danés portador de Covid es una señal de advertencia, pero ¿alguien le está prestando atención?” tituló Matthew Baylis, “presidente de Oxenhale de epidemiología veterinaria en la Universidad de Liverpool” en The Guardian (10/11).
La pequeña Dinamarca es uno de los mayores criadores de animales de granja del mundo, entre ellos el visón. Éste se ha revelado portador del virus del covid-19. Dinamarca es el mayor criadero de visones del mundo —su piel es muy codiciada. En abril, científicos detectaron, en los Países Bajos, en la región de Brabante Septentrional, que el virus del covid-19 había pasado genéticamente al visón. De trabajadores agrícolas infectados a los animales, donde luego se propagó de visón a visón. “Los científicos también sospechan ahora que el virus pasó del visón a un trabajador” (ídem).
Pues bien, el último mes, en Dinamarca, “más de 200 personas han sido infectadas con una cepa del virus asociada al visón. Doce de esas personas se infectaron con una variante única relacionada con el visón que no se había visto antes” (ídem). El fenómeno se ha detectado en otros cuatro países de Europa, además de los señalados. Dinamarca se ha visto obligada a propiciar una matanza que podría a alcanzar a una población de 17 millones de visones criados industrialmente, a lo que se opone la poderosa industria del ramo.
Como suele ocurrir bajo el capitalismo los problemas se imponen como hechos consumados porque la voracidad del beneficio privado preside los procesos productivos. Las normas de bioseguridad están subordinadas al lucro, de modo que la mayor parte de esos procesos son un “secreto comercial” del que se excluye a los trabajadores (las principales víctimas de estas enfermedades) y/o consumidores.
Es el fenómeno que la ciencia conoce bajo el nombre de las zoonosis, enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos. “El término —explica Matthew Baylis— abarca enfermedades como el sarampión, que se transmitió por primera vez del ganado a los humanos hace miles de años, pero que ahora se transmite exclusivamente entre personas, y el ébola, que pasa periódicamente de los murciélagos a los humanos, donde luego se transmite de persona a persona. También puede referirse a enfermedades transmitidas por alimentos causadas por bacterias como la salmonella y campylobacter que solo contraemos por el consumo de productos animales y casi nunca se transmiten de persona a persona. Muy ocasionalmente, las enfermedades pasan al revés, de humanos a animales. A estas las llamamos ´zoonosis inversas´. Covid-19 es tanto una zoonosis como una zoonosis inversa: originalmente se propagó de animales a humanos, antes de transmitirse de humanos a animales domesticados como los gatos. Sabemos que el virus se multiplica en los felinos y puede transmitirse de un gato a otro, aunque hasta ahora no hay evidencia de que se transmita de gatos a personas” (ídem).
Lo grave de la crisis de Dinamarca, dice el científico de Liverpool, es que “las mutaciones en el visón danés han provocado cambios en la secuencia de aminoácidos que forman la ´proteína de pico´ del virus. Esta es la clave que permite que el virus entre en la cerradura de un ser humano (u otro animal). En el virus que causa Covid-19, el bloqueo es una proteína llamada ACE2 que se extiende a ambos lados de las membranas celulares. Cuando la proteína de pico se ajusta a ACE2, el virus ingresa a la célula y puede comenzar a replicarse. Debido a que la proteína de pico y el receptor ACE2 se ajustan estrechamente, los cambios en la secuencia de aminoácidos de cualquiera de ellas afectan la capacidad del virus para ingresar a la célula” (ídem).
“Investigadores daneses informan que una de las variantes del virus que se encuentra en el visón no es tan fácil de derrotar por los anticuerpos que los humanos producen contra Covid-19. Un riesgo es que las personas que se han recuperado de Covid-19 pueden tener anticuerpos que son menos capaces de combatir la cepa visón del virus, dejándolos expuestos a la reinfección. Y la mayoría de las vacunas en desarrollo, en las que tenemos tantas esperanzas, están destinadas a inducir anticuerpos que se dirigen a la proteína de pico en el virus que causa Covid-19 en humanos. Si bien es demasiado pronto para decirlo con certeza, una posibilidad es que estas vacunas puedan ser menos efectivas contra el virus del visón, porque tiene una proteína de pico diferente” (ídem).
Aunque el científico británico ataca el fenómeno epidemiológico es imposible explicarlo fuera de las relaciones capitalistas que contienen y dominan el sistema productivo. En verdad es éste el responsable, cuando los medios tecnológicos y científicos para hacer frente a esas enfermedades existen. “En esta era de epidemias zoonóticas, con Sars, Mers y ahora Covid-19 emergiendo en los últimos 20 años —dice Matthew Baylis—, debemos pensar detenidamente sobre cómo criamos de manera intensiva mamíferos que son huéspedes conocidos de coronavirus humanos. Antes de la pandemia, los Países Bajos ya estaban en el proceso de detener la cría intensiva de visones. Pero aún continúan muchos tipos peligrosos de cría de animales. Considere la civeta de palma. Este animal estuvo implicado en la aparición de Sars en 2003, actuando como un probable intermediario entre los murciélagos en los que se originó el virus Sars y las personas a las que posteriormente infectó. Como animal que podría haber contribuido a desencadenar una pandemia, ¿estamos ahora manteniendo la civeta de la palma a una distancia segura? Todo lo contrario. En partes de Asia, la civeta de la palma se cultiva intensivamente, se alimenta con cerezas de café y los granos recolectados de sus heces se utilizan para hacer el café más caro del mundo, el kopi luwak” (ídem).