Veinte años de Momo Sampler: la murga de los renegados

Escribe Antonella Efe

Tiempo de lectura: 2 minutos

Se cumplen 20 años del lanzamiento del décimo y último disco de Los Redondos.

Cuando todo parecía indicar que El Último Bondi a Finisterre (1998) se trataba de una despedida, Momo Sampler llegó dos años después para definir y cerrar una etapa de sonido única que ya había comenzado su tendencia con Luzbelito (1996). En el disco se presentan todas las cartas sobre la mesa. El nombre elegido es un adelanto cabal de lo que será su contenido: por un lado encontramos “sampler” refiriéndose a un instrumento similar al sintetizador pero que reutiliza sonidos ya grabados, el cual significó una pieza clave para la producción. Y por el otro, “Momo” evoca al “Rey Momo”, un personaje protagonista de muchos carnavales y murgas en América Latina, con su origen en la mitología griega (“dios de las chanzas y de las burlas; hijo del sueño y la noche”). La obra en si es una referencia permanente hacia la murga pero de una manera más grotesca o siniestra que lo habitual, insistiendo en la idea de la fiesta pagana.

En cuanto a lo musical, se puede decir que este último disco tiene uno de los mejores y más sólidos trabajos instrumentales de la banda. Música construida a través de samplers y computadoras, pero a su vez muy alejado de lo techno. Una experimentación -se podría decir- muy arriesgada para la época y para lo que, tal vez, el “público ricotero” esperaba. Sonidos procesados y capas de sobregrabaciones establecieron texturas sonoras únicas, fielmente acompañadas de la guitarra omnipresente de Skay, que se encargaba de parir una suerte de dramatismo trágico, casi onírico. Es un disco marcado por la originalidad, desde sus texturas, sus voces procesadas, sus bases de baterías dobles hasta el uso de instrumentos únicos como el “didgeridoo”, un viento que usaban los aborígenes australianos, también picheado para la producción; un disco donde se fusiona de manera perfecta lo Dantesco y “la oscuridad de bodega sin luz” heredada de Luzbelito con lo novedoso que significaron las computadoras en el Ultimo Bondi.

Sobre las letras podemos considerarlo tal vez el disco donde encontramos la poesía más cruda. Expresa de manera explícita la vida del los más vulnerados, los hijos de la crisis, la descomposición social que se vio agravada por los gobiernos de la época. Recordemos que el lanzamiento de Momo Sampler es contemporáneo a una de las peores crisis socioeconómicas en la historia de nuestro país, previo al Argentinazo. Esto se vio reflejado en los productos culturales, en la década del 2000 hubo producciones audiovisuales que reflejaron de manera directa la vida de los sectores más marginados, tal es el caso de Okupas, El Polaquito o Pizza, Birra y Faso: la pobreza, el conflicto, el barrio, la droga y el bardo como moneda corriente. El pibe chorro, la prostituta, el gatillo fácil y la misma confrontación entre sectores más o menos marginados dentro de la clase obrera protagonizan el disco. Sin embargo, a pesar de contar la realidad macabra, cuenta también con rockitos clásicos que funcionan como una especie de recreo o bocanada de aire para el oyente.

Definido como el “el carnaval de la emulación”, sin duda Momo Sampler es -como indica el tercer tema del disco- la murga de los renegados, la murga que ya no da más, la que no tiene bendición, es la fiesta que se desarrolla siempre a centímetros de la tragedia, la manera en la que Los Redondos hace veinte años decidieron despedirse y terminar el viaje para siempre. No es sopa, volver de Momo Sampler sería una tarea muy riesgosa.

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