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La jueza británica Vanessa Baraitser rechazó el pedido de extradición formulado por los Estados Unidos contra el creador de Wikileaks, el australiano Julián Assange. Assange se arriesga a 175 años de prisión por haber difundido, desde 2010, más de 700.000 documentos clasificados sobre torturas, masacres de civiles y todo tipo de crímenes perpetrados por tropas estadounidenses, especialmente en Irak y en Afganistán.
La jueza, que mantiene al periodista en una prisión de máxima seguridad bajo condiciones severísimas, sostuvo el fallo en el único argumento de que el deterioro de la salud mental de Assange lo expone al suicidio en una cárcel norteamericana.
"La impresión general es de un hombre deprimido y algunas veces desesperado, que teme de su futuro. Al enfrentar condiciones de aislamiento casi total sin los factores de protección que limitaron sus riesgos en HMP Belmarsh [la cárcel británica donde está recluido], estoy convencida que los procedimientos descritos por EE.UU. no evitarán que el señor Assange encuentre una manera de suicidarse y por esa razón he decidido que la extradición sería opresiva por causa de daño mental", arguyó Baraitser. Esa depresión fue agravada por 10 años de encierro, siete en la embajada ecuatoriana en Londres y tres en cárceles de máxima seguridad británicas.
Owen Jones, editorialista de The Guardian, destacó “que una Corte británica falle que el sistema carcelario estadounidense es tan barbárico que no puede garantizar la seguridad de un preso, lo dice todo. Pero esto se trata de mucho más que Assange: es sobre el periodismo, la libertad de prensa y la posibilidad de exponer las atrocidades cometidas por una superpotencia”. Las autoridades estadounidenses temen que “si Assange no se enfrenta a los peores horrores de su inhumano sistema penitenciario, no desincentivará a otros para exponer de manera similar las atrocidades estadounidenses”, explicó. (4/1).
Sin embargo, Barabaitser rechazó los argumentos de la defensa relacionados con la libertad de expresión, y las denuncias de que la fiscalía había tergiversado los hechos y que Assange es un perseguido político. El fallo convalida la amenaza que representa el enjuiciamiento de Assange al periodismo de investigación en todo el mundo. Bruce Brown, director del Comité de Reporteros para la Libertad de Prensa, alegó: "El mero hecho de publicar documentos secretos que el gobierno de Estados Unidos no quiere hacer públicos no es espionaje", alegó.
El miércoles, Barabaitser tiene que decidir si concede la libertad condicional a Assange. Su abogado, Edward Fitzgerald, adelantó que solicitarán esta medida por el impacto negativo que tendría para Assange continuar en la prisión de Belmarsh, debido a la depresión clínica que padece. La defensa propondrá un “paquete de medidas de control” como vigilancia domiciliaria y comparecencia regular en una comisaría para garantizar que no haya riesgo de fuga.
El Departamento de Justicia norteamericano se declaró “extremadamente decepcionados con la decisión final del tribunal” pero complacido porque “los Estados Unidos prevalecieran en todos los puntos de la ley planteados. En particular, el tribunal rechazó todos los argumentos de Assange sobre motivación política, delito político, juicio justo y libertad de expresión. Continuaremos buscando la extradición de Assange a Estados Unidos”.
El especialista Santiago O Donnell, piensa que el fallo “le da al gobierno de Joseph Biden una salida elegante para que pueda evitar un juicio incómodo en su país sin bajarse de su caracterización de Assange como un ´terrorista de alta tecnología´ y sin enfrentarse con la comunidad de inteligencia que desde hace años pide la cabeza del editor australiano. Lo que para Trump era una exigencia ineludible, para Biden se convertía en un problema que la jueza evitó.”
Ocurre que si Biden enjuicia a Assange tendrá que hacerlo también con los grandes medios que publicaron sus revelaciones, en primer lugar el New York Times.