GRI Calviño: la organización obrera avanza a pesar de la entrega de la UOM

Escriben Pablo Viñas y Rocío Ruiz

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Tras meses de combativa lucha sin que la UOM Quilmes convocara jamás al paro seccional en su apoyo, los trabajadores de Gri Calviño superaron los reiterados intentos patronales de quebrar su unidad. Con el método de la asamblea, la huelga y la ocupación de fábrica, estos obtuvieron la reincorporación de los 66 compañeros despedidos en represalia por luchar y, tras una nueva huelga fabril, en el cierre del año obtuvieron la reincorporación de un nuevo compañero despedido y un compromiso de pagos adeudados, reafirmando la vigencia de la organización gremial en la fábrica contra los intentos de desconocimiento de la patronal y la directiva de la UOM.

La lucha de GRI Calviño, junto a otras luchas como la huelga de los aceiteros y los recibidores de granos, marcó un nuevo jalón en la pelea del movimiento obrero contra el ajuste capitalista y, plantea en la UOM, la necesidad de un polo de las internas combativas y clasistas.

Una gran lucha obrera

El conflicto de GRI Calviño se inició hace más de cuatro meses ante el incumplimiento patronal del acuerdo de suspensión por el ASPO -se había acordado el pago del 95% del salario neto a los suspendidos-, que se combinó con un importante atraso salarial mientras los compañeros estaban en sus casas. Esto fue respondido con una asamblea en la planta, la huelga y la ocupación, a lo que la patronal respondió con una denuncia de usurpación, el inicio de desafuero contra los delegados y 66 despidos ilegales en represalia por la medida de fuerza. A su turno, la planta instalada en Florencio Varela fue ocupada por la policía de Berni y Kicillof. Comenzaron entonces todo tipo de aprietes contra los huelguistas, que se extendieron hasta sus domicilios, mientras el Ministerio de Trabajo jamás intimó a la empresa a retroceder en sus despidos ilegales. El gobernador se negó a recibir a los obreros.

Cuando los obreros de GRI Calviño se encontraban en pleno paro contra esta gran patronal asociada a capitales yanquis, Caló aseguraba que no había despidos en todo el gremio metalúrgico. Por su parte, la UOM Seccional -encabezada por “Barba” Gutiérrez-, en lugar de impulsar la lucha se opuso a las medidas, en primer lugar, a la permanencia, trabajando por quebrar la unidad y la medida, forzando su levantamiento. Ante la firme unidad de los compañeros, debió convocar un plenario de delegados en la puerta de la planta ocupada por sus trabajadores, sin escuchar, sin embargo, el reclamo de paro seccional allí planteado.

La patronal pretendía hacer pasar una rebaja salarial, una reducción de personal, liquidar la organización gremial interna de la planta e imponer la polifuncionalidad, lo que no solo afecta al salario y las condiciones de trabajo, sino también la seguridad de los trabajadores, porque son tareas específicas que necesitan un conocimiento muy preciso para operar cada máquina.

Con la toma de planta, paros, piquetes y movilización, los trabajadores de GRI Calviño lograron superar las presiones del estado y la burocracia y hacer recular a la empresa con los despidos y que reconociera varios de los conceptos adeudados. Sin embargo, el diablo metió la cola: los delegados y la asamblea fueron desplazados de la mesa de negociación por las directivas seccional y nacional de la UOM que firmaron un “acta acuerdo” plagada de trampas contra los propios trabajadores. Con medidas de flexibilidad laboral, y la intención de implementar una suerte de “intervención” sobre la organización gremial interna que los obreros rápidamente rechazaron en los hechos.

Los trabajadores se enfrentaron a una extorsión planteada al unísono por la UOM y la empresa. Para que el acta se homologara y se hicieran efectivos categorías, pagos de deudas y reincorporaciones, los delegados debían firmar el acta que la asamblea rechazaba. Con un nuevo paro a fin de año obtuvieron el pago de una primera parte de los conceptos adeudados (la empresa está con mucha producción) y ejercieron su derecho de reunión y acción contra las regimentaciones que pretendía imponer el acta. El Barba Gutiérrez en persona se presentó en una asamblea para presionar por la firma del acta. Para que se levantaran los juicios de desafuero, dijo, los trabajadores debían refrendar el acuerdo negociado a sus espaldas. Los trabajadores rechazaron enérgicamente la extorsión y mandataron a sus delegados a no firmar el acta, al tiempo que se juramentaron defenderlos en las “barbas” del propio Gutiérrez.

Con el paro de fin de año los trabajadores demostraron que no permitirán que les roben su derecho a la organización gremial en la empresa. Con la unidad obrera contra los embates del estado y la patronal demostraron cómo se defienden sus derechos. Quedan pendientes varios aspectos planteados en el acta, que no se condicen con los reclamos que mantienen los obreros, como el rechazo a la implementación de horarios flexibles y la defensa irrestricta del convenio colectivo. Sobre todas las cosas, queda pendiente la amenaza del desafuero contra los delegados que, a consciencia, la UOM permitió que se mantuviera. Se trata de una lucha que sigue abierta.

Está planteado impulsar una campaña de pronunciamientos y apoyos contra el desafuero de los delegados que encabezaron esta gran lucha.

¡Viva la lucha de GRI Calviño! ¡Viva la unidad obrera! ¡Abajo los desafueros!

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