Cierre de Jorge Altamira en la 1° Conferencia Nacional de Tribuna Docente (Tendencia)

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Buenas tardes a todos.

Gracias por darme la oportunidad de cerrar esta Conferencia. Ha sido una Conferencia muy importante, que ha discutido casi durante seis horas, ampliamente la experiencia política que estamos viviendo en esta lucha docente. De modo que es una jornada de primera magnitud.

Seguramente, con el Comité Coordinador que se ha electo debamos poner en práctica todas las resoluciones, pero, más allá, hacer un seguimiento cuidadoso de cada fase de esta lucha y el desarrollo específico que tenga en cada provincia. Porque un aspecto importante en esta lucha es que todas las provincias sepan lo que pasa en las demás y cada una de ellas. Por ejemplo, la noticia de que ADOSAC no empieza las clases es muy fuerte. Eso hay que subrayarlo. ¿Por qué? ADOSAC es CTA y su secretario general pertenece a Tribuna Docente oficial. ADOSAC, por unanimidad, en toda la provincia de Santa Cruz votó el no inicio, debido a la cuestión de la pandemia. Coincidimos plenamente, hasta donde sabemos, y más allá de los detalles, con este sindicato. Esto se tiene que saber.

La experiencia de Tucumán, convocando Congresos de bases, se tiene que conocer. No se trata de una ficción de Congreso de bases -no se juntan diez y se autoproclaman-; es una historia política, no de ahora, del movimiento autoconvocado docente. En una provincia donde el derrumbe de las direcciones oficiales de las corrientes burocráticas es tan manifiesto, como ocurre también en Salta, se desenvuelve una tendencia de base. Eso es tan real como lo es un sindicato. Nosotros no somos doctrinarios: no decimos “sí a los sindicatos, nada fuera de ellos”. Nosotros, por el contrario, seguimos la corriente del movimiento y, en especial, cuando entendemos que responde a causas profundas, a necesidades vitales que no son satisfechas por los canales oficiales.

“Nueva normalidad”

Todo esto tenemos que hacerlo conocer. Tiene que ser objeto de propaganda: sigamos el ejemplo de acá, sigamos el ejemplo de allá. Esto quiere decir que no somos francotiradores, sino que somos la expresión de un movimiento que recorre el país.

Estamos atravesando mundialmente una época histórica y el problema de la presencialidad y la educación se ubican en el corazón de este problema. Porque nosotros decimos: “No a la presencialidad mientras haya pandemia”. Políticamente, esto implica plantear algo más profundo, la lucha contra la “nueva normalidad”.

La “nueva normalidad” es el capitalismo decadente en pandemia, con vacunas de alcance todavía incierto en su efectos y otra con su distribución. Con peleas comerciales. Con algunas vacunas que superaron la etapa clínica pero que nuevas investigaciones descubren complicaciones que no se conocían y otras vacunas cuyas limitaciones empiezan a aparecer por el proceso epidemiológico de la mutación de los virus. Frente a este problema de conjunto, el capitalismo reaccionó de un modo general con la cuarentena, a excepción de Boris Johnson, Piñera, Bolsonaro. Aunque poco a poco fue adoptando una estrategia común: "La nueva normalidad”. La “nueva normalidad" es la etiqueta de un sistema capitalista que convive con una pandemia y pretende regular las relaciones sociales en función del capitalismo y de la pandemia. Subordinar la pandemia a la acumulación de capital.

Por lo tanto, ahora vamos a tener un estado vigilante en cada escuela, en cada fábrica, en el transporte, para ver cuáles son las consecuencias de esta apertura y cómo las trata. Es decir, un capitalismo que vive con la incapacidad de resolver una crisis de humanidad de enorme envergadura.

Acá se produce un fenómeno curioso, porque ahora sí aparece una tendencia en la que el capitalismo empieza a desarrollar estructuras políticas autoritarias más agudas -que gran parte de la izquierda le atribuyó al comienzo de la pandemia, ni bien arrancó la cuarentena. En realidad, la cuarentena era una medida defensiva frente a un fenómeno desconocido, que se estaba llevando muchas vidas. Pero la “nueva normalidad” es una medida ofensiva.

La “nueva normalidad" es: hay que convivir con el capitalismo aunque haya contagios, aunque haya muertes, aunque las vacunas sean débiles y la distribución sea mala, cara y los países del tercer mundo no la tengan… Pero, ¡ojo al piojo! hay que convivir con el capitalismo. Que nadie se haga el vivo y pretenda convertir este desafío que el capitalismo no puede manejar en un planteamiento revolucionario.

En oposición a la “nueva normalidad” nosotros planteamos el socialismo. La protección de la vida y la nacionalización de los recursos industriales y financieros para priorizar la vida mediante la reorganización de la sociedad de modo que la vida quede preservada tanto como la propia naturaleza -pues la violación del medioambiente y la naturaleza es la causa de toda esta crisis humanitaria.

Por eso llamo la atención acerca de que, en el debate que hemos tenido hoy -que naturalmente estaba focalizado en una lucha muy concreta y defiendo que así haya sido- no se haya planteado la cuestión del socialismo.

Ustedes fíjense las implicancias que tiene, enormes. Porque la “nueva normalidad” implica también un reforzamiento de las políticas de ajuste. Durante la pandemia, los estados y los bancos centrales han emitido el equivalente a la tercera parte del Producto Bruto Mundial para rescatar a las grandes corporaciones, que han quedado todas endeudadas tanto como los propios estados, en escalas que nunca se han visto. Repito el número famoso. La deuda pública de los Estados Unidos es de 28 billones de dólares y su PBI es de 21 billones de dólares. Como consecuencia de toda esta emisión, hay en desarrollo una gran crisis financiera que se manifiesta en la constante devaluación del dólar, entre otros.

Es decir, la “nueva normalidad” no significa más hospitales, más recursos para la salud, la reducción de la jornada laboral de las enfermeras y en general sin afectar el salario. Frente a una crisis humanitaria de estas características, la “nueva normalidad” no es un viraje del presupuesto del estado y de la producción capitalista hacia la salud, sino que es un viraje del estado hacia la contención de un derrumbe financiero.

El escenario en el que estamos actuando es impresionante. Porque defendiendo la no presencialidad contra Larreta, contra Sáenz, contra Schiaretti o Kicillof, estamos interviniendo como una vanguardia socialista en una crisis mundial. Debemos tenerlo presente. Y escribir mucho acerca de esta cuestión. Hay que señalarlo en cada oportunidad.

Una Izquierda ‘normalizada’

Entonces, un día aparece este fenómeno de que en la polémica que tenemos con el kirchnerismo y la izquierda, ambos defienden la “nueva normalidad”. Defienden un planteo estratégico. Si el espacio de la escuela es amplio, los pupitres se pueden separar y tenemos bastante alcohol en gel para cada lugar… vamos, convivimos. Son las “condiciones de seguridad”. No podríamos pedir que se erradique la pandemia para ir a trabajar porque estaríamos cuestionando el sistema. Sí, claro: eso es cuestionar el sistema. ¡Cómo no vamos a cuestionar ese sistema si no es nuestra perspectiva! El problema al cuestionamiento del sistema está planteado, sin embargo, objetivamente. Cuando algo se plantea de este modo, si no se lo señala, se está operando en el aire. Se pedalea sin moverse.

Vamos a un período político de extrema crisis por el problema del ajuste y la salud, por el problema de la vigilancia política e institucional que se va a tener que desarrollar para cubrir esto, y naturalmente en función de los desarrollos científicos y la vacuna. Esta no es la última ni la penúltima pandemia. Por lo tanto, esto es un período histórico, con la crisis del cambio climático y la salud.

Tenemos algo de fondo. La izquierda que se reclama de la Cuarta Internacional, con sus actos y sus planteos, se ha pasado al campo de la “nueva normalidad”. Digo la izquierda que se reclama de la Cuarta Internacional, porque la adaptación a la política de la “nueva normalidad” no es sólo local, es internacional. Es una minoría revolucionaria cuartainternacionlista la que lucha por no ir a clases. “¿Cómo no vamos a ir a clases si los obreros van a trabajar?” - dice esa izquierda. Pero está mal, respondemos nosotros, que vayan a trabajar en condiciones de pandemia, sin haberse vacunado antes en toda la escala necesaria! Es el capitalismo el que ha impuesto que vayan a trabajar con estos peligros, no una asamblea obrera.

Ahora en el subte, la patronal quiere que vayan a trabajar los mayores de 60. Ante esto, la interna kirchnerista tuvo que levantar la voz. Es decir, tenemos una izquierda que en lugar de decir "están llevando a los obreros al contagio", con la extorsión de la pérdida del trabajo, nos viene a decir que es mejor morir de pie que acostados, en casa y muerto de hambre. Es el método de pensar de quien se ha adaptado a esta situación, o sea al capital. Ha abandonado la perspectiva anticapitalista.

Ni clasismo, ni socialismo, “comunitarismo”

Como una cosa lleva a la otra, dicen que la "opinión pública" está a favor de volver a la presencialidad, sin presentar ninguna evidencia de esto; acabo de leer una encuesta en la que la opinión pública dice, un 63%, que no mandará a los chicos a la escuela. Para la izquierda de la ‘nueva normalidad’, la opinión pública sería lo que dice TN, ahora acompañado por C5N. Cartón lleno de opinión pública.

Una vez abandonada la perspectiva socialista también se ha abandonado el derecho de huelga. Todo ejercicio de huelga, junto al ataque a la patronal es un ataque a los consumidores, a los usuarios de transporte. ¿No es cierto? Si se corta la luz por una huelga de Luz y Fuerza sería un ataque a todo el mundo. Se ha abandonado el derecho de huelga. Al señalar que tenemos que tomar en cuenta a la "comunidad" tienen la mala fortuna no sólo de establecer una doctrina de la colaboración de clase sino la doctrina de Bergoglio o Mussolini, que oponían, contra el socialismo, el comunitarismo. "Somos una comunidad, no hay explotadores y explotados".

Que la crisis pandémica e histórica haya provocado semejante aceleración de posiciones hacia la derecha es instructivo. Van más allá del electoralismo -"defienden la presencialidad porque quieren quedar bien en las elecciones, y evitar pérdida mayor de votos". No, es el abandono de una perspectiva histórica. Porque no es un tema táctico sino de contenido social e histórico. Oponer la opinión pública al derecho de huelga y a la actividad sindical de clase, no es un asunto de táctica. Es una estrategia.

Nuestra política en concreto

Todo este desarrollo no responde solamente a una cuestión de principios y de estrategia socialista. Es fundamental para determinar las características de la actividad práctica. Es que en definitiva, cuando logramos que los activistas docentes se acerquen a nosotros, se cuestione en común la presencialidad, se convoquen asambleas, etcétera, estaremos en el comienzo de una relación que debería culminar en la comprensión por parte de nuestros compañeros de que esto es una lucha entre un capitalismo que quiere vivir enfermo a costa de las masas, por un lado, o el socialismo, por el otro. Es un mensaje para plantearle a los activistas.

Es claro que no partimos, en la práctica, del socialismo. Nadie que se conoce ese mismo día le cuenta la historia de su vida. Soy partidario de respetar todos los procedimientos de acercamiento que la humanidad y la clase obrera han seguido para establecer una relación y acción colectiva. Pero, finalmente, la abordamos desde nuestra comprensión del objetivo. Esto es decisivo.

Por lo tanto, en nuestra caracterización, el problema de las crisis de conjunto se refuerza con la "nueva normalidad". Es lo que se manifestó, por otra parte, en el asalto al Capitolio por parte de Trump, un golpe de estado.

Con esto quiero también subrayar que la lucha política que tenemos por delante, frente a la presencialidad escolar, es una lucha política estratégica. Hay muchas discusiones en distintos ámbitos sobre que "si no hay condiciones adecuadas, no volvemos a clase". Nosotros tenemos que decir: "si hay condiciones adecuadas, tampoco". Porque hay una pandemia que no tiene que ver con “condiciones adecuadas”; hablan de “condiciones adecuadas” para convivir con el contagio. Absurdo... Las “condiciones adecuadas” son una serie de normas frágiles, precarias, para justificar la presencia en el marco de una pandemia. Para ser pedagógicos debemos ser claros: no es un asunto de ‘condiciones’, que tampoco van a resolver, sino de la vida bajo la pandemia en aglomeraciones como las que caracterizan la educación presencial. La fraseología de las "condiciones" es hipócrita, y la hipocresía es la conciencia de la contrarrevolución. Porque alguien puede tener una posición equivocada y hasta de derecha, pero cuando es hipócrita es que sabe perfectamente bien lo que está buscando con su posición. No es lo mismo un derechista, que un derechista hipócrita. No debemos decir: "mientras no haya condiciones, paro de 72 horas". Para dar una directiva clara de lucha debemos convenir con quiénes proponer huelga de 72 horas: “sí a la huelga de 72 horas contra la presencialidad, con pandemia no volvemos a las aulas”.

En el caso de Ademys, yo tuitié: "Hagan circular la resolución de Ademys". No entré en la trampa de decir: "pandemia con condiciones significa..." para comenzar una discusión semántica sin salida. No. Lo que nos lleva al apoyo a lo resuelto es el paro de 72 horas. Cuando termine el paro, tendrán que explicar por qué no lo continuaron, ya que la pandemia sigue y la vacunación se retrasa.

Tribuna Docente (T)

Las divergencias que hemos tenido con la izquierda hoy tiene una fisonomía en el campo de la lucha de clases; salió del ámbito de las reuniones o boletines internos y no internos - de las difamaciones de las camarillas. Se ha convertido en dos campos opuestos en una lucha de masas. Lo hemos advertido a tiempo. Lo hicimos adentro del PO, con dos o tres años de anticipación, y hemos tenido un éxito lamentable, en términos de acierto de nuestra caracterización.

Por todo esto, nuestra corriente no puede actuar como un grupo más en el escenario docente, sino con conciencia del lugar especial que ocupa. Que no podrá ocupar ninguna otra corriente, pero a la que se sumarán trabajadores, los docentes, los padres. ¡Porque quieren seguir viviendo, y quieren lo mismo para sus hijos!

El problema del socialismo y el capitalismo en el fondo se reduce a eso, abarca lo inabarcable, la vida. Es necesaria una dirección de Tribuna Tendencia que reúna en el trabajo cotidiano a todos los sectores del país y discuta y elabore indicaciones de trabajo de todos los elementos que van surgiendo.

Les voy a dar un ejemplo. Suteba Escobar vota el no inicio. Inmediatamente debiéramos haber propuesto una conferencia de prensa, porque somos los primeros interesados en hacer que todo el mundo sepa que hay una seccional que no está de acuerdo con iniciar. Y vamos a defender a esa seccional contra Baradel. ¿Qué quiero decir? Si Baradel dice que hay que regresar y Escobar vota el no inicio, no vamos a entrar en la superficialidad de la disciplina gremial. Acá hay otra gran consigna, "las bases deciden". Si la base decide que hay que volver a laburar, nosotros volvemos a laburar. Si Baradel decide que hay que volver a laburar, nosotros vamos a consultar a las bases. Y si dicen que no, que nos perdone Baradel. No sería tampoco la primera vez.

Es un movimiento tan importante, al que de algún modo cada uno de los oradores de esta conferencia hizo referencia, que la resistencia a la presencialidad es mayor en la base Celeste que en la base de la Multicolor. Siempre fue así, las masas chocan con los grandes aparatos, en tanto que la ‘disciplina’ de aparato se impone en las organizaciones oportunistas menores. ¿Podríamos decir que estamos frente una rebelión contra la Celeste? Si tomamos en cuenta a la masa docente, con independencia de las agrupaciones, podríamos decir que sí, aunque tenemos que verificarlo en las próximas semanas, en todo el país.

Cuando digo que las bases decidan significa que tenemos que asegurar los medios para que decidan. Para ello, en muchas circunstancias es necesaria una escuela con piquetes, asambleas en la entrada de las escuelas. No un piquete amedrentador, sino un piquete persuasivo.

Quiero transmitirlo con toda claridad: soy muy consciente de que somos una minoría, y peor todavía, probablemente nos conocen pocos; es la consecuencia del vaciamiento político del Partido Obrero, por parte del aparato. Sin embargo, la responsabilidad en esta lucha nos cabe enteramente. Si asumimos esa responsabilidad práctica, con acciones efectivas, trabajos persuasivos, tendremos que convertirnos en una corriente de masas. En este conflicto, en el curso del 2021, tenemos que pasar a una próxima asamblea virtual con dos mil compañeros anotados. En poco tiempo.

Quiero decir algo que sostuve toda mi vida militante, no es de ahora: en las luchas hay que formar fracciones organizadas con quienes comparten nuestra posición en esa lucha, sean trotskistas o de Marte. Me acuerdo de la primer huelga en la que intervinimos al fundarnos como el pequeño grupo de Política Obrera. Fue la huelga portuaria contra Onganía. Fue una gran huelga. Junto con la huelga ferroviaria fueron las dos grandes huelgas del año 1966, en diciembre. Con los portuarios, formamos una especie de fracción. ¿Qué quiere decir? Que conocimos a un montón de portuarios y nos reuníamos dos veces al día para organizar la marcha de esa lucha. ¡Con ellos, no separados! Las reuniones las hacíamos en Villa Fiorito, los compañeros vivían allí. Si viene un compañero Celeste, debemos tratar de juntarnos para tratar de que esto que deseamos se produzca. Entonces la compañera, el compañero, dirá: "pucha, pensé que era trotskista, que vivía en la nube, y nunca he tenido tanta proximidad humana y política como con este trotskista". Es el mecanismo de un crecimiento masivo. Absolutamente necesario de hacer.

La polémica con la izquierda es importante pero no es la fundamental. No nos vamos a entender por medio de discusiones. No queremos persuadir a nadie. Somos todos conscientes de lo que hacemos. Pitrola pidió que se abran los clubes y las sociedades de fomento, pero que se vuelva, como sea, a la normalidad, la ‘nueva normalidad’. En la Justicia la ignorancia no es excusa, los delitos son objetivos. La defensa de la ‘nueva normalidad’ es la defensa del capitalismo de pandemia, donde tenés que ir a laburar sin importar los partes médicos y las previsiones sanitarias. ¡Miren lo que estamos disputando! ¡No dejes de laburar porque la maquinaria del capital se viene abajo! ¡Pues que se venga abajo! Porque desde un gobierno obrero haríamos una operación de distanciamiento social gigantesco para suprimir la circulación del virus, distribuciones de vacuna, etcétera, financiado con la expropiación de los capitalistas y no subsidiarlos. Se ha reanudado el ATP para pagar salarios de las grandes empresas de 800 obreros. Los capitalistas no pagan salarios. ¡Es una cosa de locos! La plata no está dedicada a hospitales y personal de salud, se pone para subsidiar a los capitalistas.

Claridad, beligerancia, reclutamiento

No estamos en una lucha en la que nosotros creemos tener razón y los demás están equivocados. No. Todos conocemos bien los datos, son opciones de vida, de política y de estrategia. Nosotros no somos más vivos que nadie. Lo único que queremos hacer es aprovechar nuestra viveza para mejorar nuestra comprensión de la estrategia que favorezca a la clase obrera. Éste es el punto fundamental.

Ahora tenemos que seguir el movimiento. En cada núcleo que haya una tendencia contra la presencialidad, tenemos que estar presentes apoyándola y buscar su pronunciamiento. Tenemos que tener una actitud beligerante en la defensa del colectivo de los trabajadores que no quieren entrar a trabajar. Con nuestros compañeros docentes debemos ser camaradas. Comprender, porque lo vivimos en carne propia, que la situación que vivimos cotidianamente como familias está, en muchos casos, al límite. Por lo tanto, la totalidad psicológica de muchos compañeros que están a favor de no concurrir es compleja. Debemos buscar todos los puntos de contacto. Pero en defensa de lo que ellos creen y que nosotros defendemos para que ellos también lo crean, debemos ser beligerantes. Porque nos interesa dejar establecida una posición: tenemos que comunicar con claridad qué dijimos nosotros y qué dijeron los demás.

Una mujer, en TN, con una serenidad fenomenal, le dijo a los periodistas que le importa un bledo que “mi hijo pierda un año”, lo prefiero a que pierda la vida. Los mató. Cualquiera que tenga algunos años de vida, sabe el carácter relativo que tiene un año. Un año puede ser mucho, nada, decisivo o intrascendente. Un epidemiólogo que es partidario de la presencialidad recomendó en el diario La Nación que los chicos de Jardín no toquen los mismos juguetes. No lo podía creer. Nunca vi cómo dos chicos tengan el autocontrol de no compartir un juguete. Es más, hasta donde yo sé, los juguetes que tiene uno son el objeto de deseo del otro.

Tenemos una batalla estratégica por la revolución socialista. Acomodando la táctica con una estrategia, tenemos que convertir este proceso en uno de los grandes reclutamientos: fracciones docentes -no de Tribuna Docente Tendencia-, fracciones de compañeros, fracciones de hecho, que trabajan y trabajan. Luego, al interior de esas fracciones, invitar a que los compañeros ingresen a Tribuna Docente. Porque acá hay una lucha por la existencia humana y una lucha de carácter político, que abre una oportunidad histórica de crecimiento, y eso valoriza el trabajo de hormiga, de crítica implacable a las posiciones democratizantes.

Recuerdan que hace poco el PTS sacó un artículo en el que decía que había en Argentina una "situación prerrevolucionaria incipiente". Yo les dije que no, pero que lo más importante de todo no era sobre la situación incipiente o no, sino de que en caso de que la hubiera no tiene nada que ver con la política del FIT, que con su política no contribuyó a crear esa supuesta situación prerrevolucionaria incipiente. Me pregunto: si la situación prerrevolucionaria es incipiente, ¿presencialidad o no presencialidad? ¿Cuál la desarrolla, el ingreso a la "nueva normalidad"? Detrás de un edificio de palabras, hay una posición que no es revolucionaria.

Mi interés principal es transmitir una visión de conjunto de la situación. Luego debemos ir acomodando los melones de la actividad de acuerdo al desarrollo del conjunto. Estamos, en este marco, en la corriente que defiende la vida, los mejores intereses para los docentes, que es interpretada como tal por los docentes. Y por lo tanto debe crecer. Prestar atención al desafío de formar grupos de apoyo a la no presencialidad -a la que le di el nombre de "fracción de hecho"-, intimar entre compañeros, apoyar acciones de quienes comparten esta idea, difundir todo lo que se está haciendo por ello. Y con base en este terreno así abonado, reclutar. Así verificaremos que hay una construcción política alternativa al capitalismo.

Compañeros, compañeras, es una enorme satisfacción haber asistido durante seis horas a esta conferencia virtual. Lo que se ha dicho es muy interesante. Ahora llevemos adelante sus conclusiones. ¡Viva la Tribuna Docente de la Tendencia!

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