La presencialidad en la Ciudad: una situación explosiva

Escribe Ana Belinco

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A un mes exacto del inicio del ciclo lectivo en la Ciudad de Buenos Aires, el gobierno porteño difundió, a modo de balance, los primeros datos oficiales con los que busca disipar la presunción de que la escuela sería un foco de contagios. Sostiene, así, que “Tan solo se infectó el 0,17% de los alumnos y docentes” - un dato amañado.

El Informe oficial deja de lado que se haya visto obligado a aislar 500 burbujas en las escuelas, y los 1.215 casos registrados de contagios entre docentes y estudiantes desde la vuelta a las aulas. Se ocultan también los casos de docentes-y familiares- que terminaron hospitalizados con cuadros respiratorios severos (https://politicaobrera.com/politicas/4183-fuerza-patricia). Para aplacar los protocolos de aislamiento ante casos sospechosos, la docencia tiene que hacer frente a un sistema burocrático y de aprietes, instrumentado por el Ministerio, que tiene la finalidad de imponer la presencialidad a como dé lugar. Las casi 8 mil vacunas -de una dotación de 16 mil- que el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta declara haber inoculado a personal docente y no docente representan, escasamente, el 1% del total del universo de trabajadores del sector educativo.

El contexto, a nivel país, también es motivo de alarma. Los datos que dio a conocer este martes 16 el ministerio de Salud de la Nación, marcan un incremento de la tasa de letalidad de los contagios. La ministra Vizzoti declaró que “la segunda ola es una realidad, ya hemos visto lo que sucedió en Europa y lo que está pasando en casi todos los países de la región. Es muy difícil que pueda evitarse en Argentina...”. Por su parte, el Ministro de salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan, reconoció que “en el AMBA comienza a haber un aumento” de los contagios.

Ciertamente, la situación internacional da cuenta de la tragedia que ha traído aparejada la apertura capitalista. Chile, que superó las 6.500.000 mil dosis aplicadas- atraviesa uno de los peores momentos de la pandemia y en las principales ciudades los sistemas de salud volvieron a saturarse. Lo mismo ocurre en Uruguay y Chile -donde se cerraron las escuelas nuevamente-, y aún es peor en Paraguay y Brasil.

Mientras tanto, la conducción celeste de la UTE se rige por la política de “un retorno seguro a las escuelas”, y se queda en la denuncia electoral del “marketing larretista”.

Es necesario impulsar asambleas en todas las escuelas y distritos así como plenarios de delegados para reabrir la agenda contra la presencialidad, antes que se pierdan más vidas de trabajadores y familias.

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