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Con 16 mil casos diarios -un nuevo récord- la segunda ola es un hecho. Cuatro variantes de las nuevas cepas ingresaron al país. A pesar de las advertencias de los trabajadores del Instituto Malbrán, el gobierno, tardíamente, ha dispuesto medidas de control en las fronteras.
Los trabajadores de la salud advierten por el crecimiento de la ocupación de camas de internación. Las autoridades y jefaturas en los hospitales han dejado de autorizar las licencias que gozan por convenio. No se han renovado los contratos temporales con los que se reforzó en parte el plantel de los hospitales el año pasado. Los servicios se mantienen con el personal mínimo de forma permanente.
El agotamiento de los trabajadores de la salud es notable. “Se les cae el cabello o el stress los consume” afirma una enfermera “multi trabajo”, es decir que realiza jornada en el sistema público y en el sistema privado para llegar fin de mes. El presupuesto se ajusta en salud, insumos, y salarios. “Hay sectores que no tienen las mamparas para proteger a los administrativos”, “están dándonos barbijos que se nota la mala calidad”, declaran trabajadoras de los hospitales Italiano y Moyano.
El gobierno propone diferir la aplicación de la segunda dosis por tres meses, priorizando la llega de la primera a un mayor porcentaje de la población. El hecho es que no hay vacunas. Los trabajadores del hospital Ramos Mejía, por caso, aún no han recibido su segunda dosis.
El Gobierno de la Ciudad, en sintonía, anunció a los trabajadores de la salud de los hospitales porteños la postergación de sus turnos para recibir la segunda dosis. “Están jugando con nuestras vidas” afirmó a viva voz con el micrófono en mano una enfermera del hospital Moyano en una asamblea. Situaciones similares se advierten en los hospitales Alvear, Tobar García y el Centro Ameghino. “Ya vimos cómo sindicalistas, políticos y farándula tienen las dos dosis”, cerraba su discurso la trabajadora. El “vacunatorio VIP” ha dejado su marca entre quienes todos los días enfrentan al virus.
Los trabajadores de Sanidad -salud privada- protagonizaron su primera huelga desde que comenzó la pandemia, el pasado viernes. Reclaman por la recomposición salarial. En los hospitales Gutiérrez y Moyano y en la asamblea de residentes y concurrentes se discuten medidas. Fesprosa convoca a movilizaciones en el interior el 7 de abril. Los trabajadores del Moyano, por su parte, marcharán al Ministerio de Salud en el marco de esa jornada. El reclamo salarial va unido al de elementos de protección, reforzamiento de los servicios, pase a planta, vacunación completa para el personal de salud.
El problema no es la pandemia sino el régimen social presente, que prioriza el rescate al capital antes que la salud de los trabajadores. Pero nuestras vidas valen más que sus ganancias. Es necesaria la centralización del sistema sanitario, incluidos laboratorios e industria farmacéutica.
Frente a la intransigencia de las patronales, y los gobiernos que envían a trabajar y circular a la población sin vacunas y por salarios de hambre; frente a la corrupción y negociados de los estados capitalistas, grupos económicos y monopolios farmacéuticos la herramienta es la huelga general de la salud y del trabajo.