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Después de 7 años de "congelamiento” de la guerra civil en la cuenca del Donbás —entre Ucrania y las fuerzas separatistas Pro Rusia— y la anexión rusa de la Península de Crimea, en estas últimas semanas la tensión volvió a aflorar. Aunque los medios occidentales denuncian una supuesta "agresión rusa", los enfrentamientos militares han tenido lugar en el contexto de una serie de provocaciones por parte del gobierno ucraniano.
En marzo, Ucrania aprobó una estrategia militar destinada a "recuperar Crimea". La reforma impulsada por el presidente Volodymyr Zelensky llama a prepararse para movilizar toda la población en una guerra contra Rusia. Esta región, de gran importancia geopolítica, alberga la base naval de la flota rusa del Mar Negro.
El presidente conservador reconoció que ninguna guerra de este tipo podría ganarse sin el apoyo de la OTAN. Stoltenberg, su secretario general ha expresado su apoyo a la “integridad territorial” de Ucrania, sin expresar otros compromisos con las pretensiones de Zelensky. Joe Biden, a su turno, aseguró que Ucrania recibiría el pleno respaldo de Washington y que su apoyo "es inquebrantable".
A medida que la tensión crece, se va creando una atmósfera anti-rusa en Ucrania. El ejecutivo ucraniano ha tomado medidas contra los principales medios y canales de televisión de la facción pro rusa de la burguesía de dicho país.
En contrapartida, Moscú, ha hecho importantes movimientos de tropas rusas en Crimea y en el este de Ucrania, que involucran vehículos de combate de infantería y misiles antitanques. Según el New York Times, se han enviado 4.000 soldados rusos a la frontera. Algunos informes incluso indican que se están movilizando tropas bielorrusas a las zonas de conflicto. Las imágenes muestran movimientos militares rusos en Vorónezh, Rostov y Krasnodar.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, advirtió que "Ucrania puede tomar acciones provocativas que podrían conducir a la guerra". Acusó a Estados Unidos de utilizar Ucrania como un medio para crear condiciones para un enfrentamiento, y afirmó: "Occidente se está preparando nada menos que para la guerra con nosotros".
La escalada en el este de Ucrania, un punto geoestratégico para la Unión Europea y la OTAN en sus relaciones con Rusia, se produce en un momento de graves tensiones entre Moscú y Occidente por el caso del opositor Alexéi Navalni y acrecentadas por los comentarios de Biden que considera al presidente ruso, Vladimir Putin “un asesino", según sus propios dichos. Analistas advierten que el conflicto puede desembocar, en una guerra de carácter mundial.