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Luego del paro del pasado Viernes 26 y en medio de la conciliación obligatoria, se ha cerrado el acuerdo de la revisión 2020 de la paritaria de Sanidad. En los medios de comunicación, se presenta al acuerdo como un aumento del 36,1% que lograría equiparar la pérdida causada por la inflación anual. Pero detrás de los porcentajes, es necesario echar una mirada a las escalas salariales de los convenios de la salud privada, que son pavorosamente bajos: muy pocos sueldos llegan a superar los $60.000, o sea, la “línea de pobreza”.
La conducción Celeste y Blanca que celebra con bombos y platillos un aumento del 15 y 17%, oculta que el aumento no superará los 5.000 o 7.000 pesos sobre los empobrecidos sueldos básicos.
Junto al aumento de sueldo, se anunció que PAMI aumentará un 34% el valor de las prestaciones; habrá incrementos para los aranceles en las prepagas de un 10% y se extenderán hasta fin de año los alcances del decreto 300/20, que redujo en un 95% las contribuciones patronales con destino a la ANSES para los servicios, establecimientos e instituciones relacionadas con la salud. Las patronales arrancaron su tajada, trasladando los costos del acuerdo salarial al bolsillo de los usuarios de obras sociales y prepagas.
Las asambleas fueron masivas y la huelga tuvo una alta adhesión. Fue el canal para expresar los grandes problemas que atravesamos los trabajadores y trabajadoras de sanidad. Con una conducción del gremio desaparecida durante un año de pandemia, cada lugar de trabajo libró durante ese tiempo pequeñas batallas por los elementos de protección personal, por los aislamientos de los contactos estrechos, por los protocolos y por el pago completo del salario. Con la complicidad del gremio, algunas de estas batallas arrojaron despidos. El plan de lucha reflotó todo ese potencial y sumó a nuevos compañeros y compañeras.
Pero la burocracia, consciente de esto, evitó que las bases proyectaran toda su fuerza en el conflicto salarial. Así, acató (en realidad promovió) una conciliación obligatoria en el medio de un exitoso paro, para enfriar el conflicto. Y en la primera de cambio, acordaron sueldos de $55000 con los cuales no podemos vivir. Apenas se confirmó que las patronales habían obtenido el aumento en sus aranceles, Daer cerró el acuerdo y levantó la lucha. Daer es un agente directo de la patronal de la Salud.
La huelga de sanidad ha sentado una nueva base de organización de activistas, trabajadoras y trabajadores con una enorme predisposición a luchar por sus derechos. Sin embargo, la conducción del gremio ha demostrado ser un agente de la patronal de la salud adentro del sindicato. Es una experiencia agotada para los miles y miles de trabajadores de sanidad.
Es necesario superarla y hacer irrumpir en las representaciones gremiales de las comisiones internas, seccionales y sindicatos a la nueva camada de luchadores, protagonistas absolutos a lo largo del año, poniéndole el cuerpo a la lucha contra la pandemia y por los derechos de los trabajadores. La inflación galopante, y la crisis completa del sistema de salud –en el marco de la “segunda ola” volverán a plantear, más temprano que tarde, la cuestión del salario y de las condiciones laborales. Unamos esa lucha al reclamo de elecciones libres y democráticas en todos los centros de salud.