Escribe Sofía Menna
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El Polo Obrero de Santa Fe capital está dando sus primeros pasos. El pasado sábado 1 de mayo puso en pie su segunda olla popular en el barrio Santo Domingo. Más de 120 personas pudieron almorzar y merendar en el lugar, más del doble que el fin de semana anterior. Muchas de ellas se ofrecieron, además, para colaborar y sostener el comedor al que nombraron “Santo Domingo Unido”.
El desarrollo del frente es reciente pero constante y se estructuró ligado a la campaña de legalidad. Las relaciones conquistadas en el barrio surgieron, de hecho, en una actividad de afiliación en el lugar y prosperaron en sucesivas reuniones.
El debate central es cómo sobrevivir ante el escenario de hambre y miseria al que nos empujan los gobiernos. La ciudad de Santa Fe atraviesa una realidad desesperante, con un 30 por ciento de los hogares pobres y con un 42 por ciento de personas en la pobreza, es decir, 230 mil de un universo de 450 mil habitantes. A esto se suma el avance de la pandemia que está haciendo estragos, con los hospitales colapsados y con casi un 100 por ciento de ocupación de camas.
En este contexto se inserta el barrio Santo Domingo al noroeste de la ciudad. No cuenta con ningún servicio básico y tampoco acceso; no tiene centro de salud ni atenciones de ningún tipo. La preocupación de quienes lo habitan es la desocupación, el hambre y la falta de agua potable. El debate con los vecinos demostró importantes conclusiones, como la necesidad de la suspensión de las clases presenciales y la organización independiente.
Lo interesante del proceso no es sólo la realización del lentejazo el sábado, sino también el método con el que se organizó: el debate colectivo y resolutivo. Las asambleas se hicieron cada vez más grandes con una gran participación de vecinas que tienen la inquietud de sacar adelante a sus familias.
En un contexto de aumento de la miseria, el desempleo y el avance de la pandemia, está planteado más que nunca el sostenimiento del comedor en el barrio a partir de un plan de acción para arrancarle al Estado recursos materiales, trabajo genuino y la urbanización del lugar. El desafío es profundizar esta orientación, que las asambleas sean cada vez más numerosas y se conviertan en el canal de organización, debate y toma de decisiones.
¡Adelante compañerxs!