Covid: la muerte de dos trabajadores en Fate

Escribe Julio Gudiño

Tiempo de lectura: 3 minutos

La política presencialista del Estado y las patronales se ha cobrado nuevas víctimas. En el lapso de una semana murieron, en Fate, a causa del Covid, Javier Giménez, trabajador del sector de armado de automóvil, y Víctor Sotelo, de 42 años, tercerizado de Imant.

Giménez estuvo trabajando en su sector hasta último momento. El sábado 29 de mayo, la seccional San Fernando del Sutna informó de su fallecimiento, aunque sin mencionar el Covid, y convocó a “un minuto de silencio en el pasillo central” los días sábado, domingo y lunes.

La industria del neumático no dejo de producir durante toda la pandemia y, de hecho, fue una de las pocas ramas que crecieron en el cuadro de la crisis industrial. Se abrieron nuevas líneas de producción y se re-abrieron plantas cerradas, como la de Imperial Cord en Entre Ríos y Neumáticos Corral en el partido de Moreno, en el Gran Buenos Aires. Lo que también creció, al igual que en todas las industrias, es la cantidad de contagios. En el neumático no todos los trabajadores pertenecientes a los grupos de riesgo están vacunados y la inmensa mayoría de los otros grupos etarias tampoco.

En 2020, el Sutna había impuesto condiciones para el retorno a las fábricas y reclamado un control de stock, protocolos, el pago del 100% de las licencias para los trabajadores considerados bajo riesgo, entre otros. El pasado viernes 21 de mayo, a raíz del decreto presidencial, la dirección del Sutna impuso, en toda la industria del neumático, el cese de actividades invocando las nuevas restricciones establecidas en el decreto 334/2021. Reclamó que el “neumático no está incluido en las actividades esenciales” y convocó a los trabajadores a no concurrir a las fábricas. En respuesta a una protesta de las patronales, un dictamen del ministerio de Trabajo declaró la ‘esencialidad’ del neumático y el retorno al trabajo.

La campaña de vacunación

Numerosos sindicatos han comenzado a reclamar la vacunación de sus afiliados, incluso con paros, como en el caso del SOMU, y los choferes autoconvocados. Los trabajadores se ven extorsionados entre e temor al contagio, por un lado, y la pérdida de su puesto de trabajo, por el otro.

El Sutna lanzó su propia campaña para reclamar la vacunación. El 31 de mayo, reclamó a Pirelli, Fate y Bridgestone, que “realicen todas las gestiones, tratativas y acuerdos que busquen concretar inmediata vacunación de todos los trabajadores del neumático”, incluida la compra directa, como lo habilita la ley de vacunas 27.573, aprobada el año pasado. La privatización de la vacunación, en este caso por parte de una industria particular, está reñida, en primer lugar, con la lucha de la clase obrera, que es siempre una lucha de conjunto, de cara al poder del Estado. En segundo lugar, separa a la clase obrera del resto de las clases populares, en una suerte de quién tiene más piné, para protegerse a sí misma. Hay un tercer aspecto fundamental, y es que la seguridad sanitaria exige la doble vacunación del 70 al 80% de la población; hasta que eso no ocurre, las medidas de “aislamiento” y “distanciamiento social” son ineludibles. Es infundado pretender sacarle el cuerpo al virus por medio de vacunaciones segmentadas, incluso si los ricachones han tomado el recaudo de vacunarse en Miami, por ejemplo, Macri, para sacar un rédito personal de su dinero. La vacunación requiere una lucha de conjunto, que bien puede ser impulsada por iniciativas parciales de los sindicatos combativos. No es admisible la privatización de la vacunación ni la defensa de un sector en particular.

Un esfuerzo por la lucha de conjunto se ve en la docencia en huelga contra la presencialidad criminal, en la que han coincidido Larreta-Acuña, de un lado, y Ferández-Trotta, del otro – aunque estos recularon por espanto a una curva que se aproxima a los 50 mil contagios diarios. En Acindar Villa Constitución, un reclamo de vacunación al Estado, ha desatado el debate acerca de la necesidad de impulsar medidas de acción directa.

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